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“Como tengo canas creen que voy a dar la hora y prefiero darla en mi casa”

Con la misma energía de antes, Carmen Sáenz se apasiona con todo, con la política, con sus flores, con el campo y con su descendencia. Fumadora empedernida, goza de la vida, va a Pilates y navega en Internet. Es, claramente, una mujer moderna pese a sus años.

21 de Octubre de 2004 | 10:11 |
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Mantiene ese vozarrón que la hizo conocida. Mujer de tradiciones, bien chilena, se distingue por ser directa y aguda. Alta y ágil a sus muy bien llevados 78 años, el único cambio evidente en su figura es su pelo cano.

Alejada de la contingencia desde comienzo de la democracia, Carmen Sáenz Terpelle aún logra cautivar a su audiencia y hace gozar una buena conversación.

Segura y sincera, precisa que se retiró de la primera línea cuando el Partido Nacional se disolvió tras un magro resultado en las parlamentarias del ´89 y ella y su esposo Patricio Phillips “salieron con cola” de sus respectivas candidaturas senatoriales.

Descarta de plano estar retirada a los cuarteles de invierno, porque sin importar la edad “uno nunca deja de pensar”. Además de los diarios y la televisión, Internet se ha convertido en uno de sus vehículos preferidos para estar al tanto de todo lo que pasa en el país y da muestras claras de ello. Así como recuerda al “marques” Bulnes o al “conde” Valdés, también trae a colación al “marques del Arrayán”, autodenominación del farandulero Emeterio Ureta. “Entre tanta nobleza uno se tupe”, dice pícara.

-¿Echa de menos las tertulias de antaño?
“Los políticos han cambiado tanto. La clase política de antes era completamente distinta a la de ahora. ¿Quién en el Senado tiene la estatura de Hugo Zepeda, Gregorio Amunátegui o Francisco Bulnes?”

-¿Gabriel Valdés?
“Es el único que va quedando. Y en los partidos, el que está marcando pauta es Sergio Diez. Son estructuras mentales diferentes, no sé si se deba a los años que no tuvimos política, pero eran más sacrificados”.

-¿Está desilusionada de los políticos de hoy?
“Creo que no están cumpliendo con la función que debiesen cumplir. Los hallo como blandengues. Los políticos de ahora aparecen en su zona sólo en víspera de elecciones y la gente los necesita todo el año. Es indispensable que estén ahí y se empapen de los problemas”.

-¿Cambiaron los políticos o cambió Chile? Por algo los eligen.
“La mentalidad del que actúa en política es distinta. Nómbrame uno solo de la época de mi padre o de mi esposo que hiciera fortuna en la política. Lo que se ganaba anteriormente era una miseria. Siempre le decía a Patricio que la política era su amante porque lo hacía gastar, gastar y gastar”.

-Se habla del político “cosista”.
“Bueno, cosa es estar sin trabajo, tener problemas en los policlínicos, la inseguridad. Las cosas son muy importantes”.

-¿Habría ido a un programa de farándula en la TV?
“Me gusta la farándula y la ópera me aburre. Un político en ella demuestra que tiene sentido del humor, claro que cuando ya es en exceso no me gusta”.

Del PN, cuya sede estaba en el derruido Club Fernández Concha de calle Compañía, Carmen Sáenz pasó en los ´90 a militar en la UDI. Usa un término masón para describir su actual estado: “estoy durmiendo”.

Sin conflictos, reconoce que es el momento de las nuevas generaciones. “Como tengo canas creen que voy a dar la hora y prefiero dar la hora en mi casa”.

No se le ve muy convencida del rol que juega la derecha, pero, diplomática, afirma que ella va cumplir un gran papel en el futuro.

-No se proyecte tanto ¿qué pasa hoy?
“Creo que se debe preocupar más de los problemas regionales. No es posible que se estén dejando abandonados lugares maravillosos y todos se estén viniendo a Santiago. Este país se está despoblando”.

-¿Se siente representada por la UDI y RN?
“Los dos me representan. Eso sí, me da rabia que peleen. No los comprendo. Eso produce una desazón, un desconcierto dentro la gente de derecha. Creo que se deben juntar, porque divididos van a seguir peleando. Ojalá sea una sola derecha con distintas corrientes donde cada uno tenga que aportar y que no se imponga un molde. Dejemos los moldes para el dulce de membrillo”.

-Usted militó en la derecha ligada a la tierra. Hoy se habla de una derecha moderna. ¿Le hace sentido el término?
“No. La derecha debe dejar de pensar en las cosas tan técnicamente”.

-¿Qué le parece Joaquín Lavín?
“Es un hombre muy bien inspirado y va a poder unir a la derecha. Tiene mucho arraigo. Lo critican de cosista, pero ha hecho cosas importantes como las piscinas, la nieve”.

-Pero no responde al esquema del político tradicional.
“Justamente por eso, quien sabe, tenga éxito”.

Sigue anticomunista, pero el tema ya no le preocupa porque “sólo quedan en Cuba. Los de acá son una elite que no lo aplica en su propia vida. Es bonito decir que todos somos iguales, pero no lo somos. Hasta en los animales hay diferencias, siempre hay uno que manda”.

Lo que no se le quita es su aversión a los demócratacristianos.

“Creo que la DC siempre marca la misma pauta. Los chilenos se miraban con respeto y la DC provocó un odio de clases que nunca había visto y cada vez que están apurados electoralmente vuelven a las mismas armas. Entonces les tengo miedo”.

-¿Más que a los socialistas?
“Más porque el período de los socialistas fue muy corto y se han renovado, en cambio la DC no”.

-¿Cómo se han renovado los del PS?
“Al menos no andan metidos en las tomas de terreno como vi a Carlos Ominami y Jaime Gazmuri. Al menos se han vestido con el traje de demócrata. No sé si antes estaban disfrazados o lo están ahora, mientras que los DC siempre han estado disfrazados”.

-Hablando de socialistas ¿qué piensa de Lagos?
“Es un gran Presidente cuando no se pone demagogo. No me gusta cuando pierde los estribos. Ahora no apunta con el dedo como el 89, pero pone un odio en las declaraciones que hace y eso no debe pasar con alguien que es un estadista”.

-El 88 usted estaba dentro de los que quería la democracia, pero tenía un poco de temor con lo que vendría. Después de 14 años ¿qué evaluación hace?
“En forma muy positiva. Mis temores eran infundados, pero se debieron a que estaban saliendo a la palestra los mismos que habían actuado el 70, el 73. Hoy Chile se está afianzando como una democracia ejemplo en Latinoamérica y eso me gusta. No tengo temores sobre el futuro porque se ha aprendido mucho, pero no es bueno que la juventud no se meta en política”.

-¿Quién tiene la culpa de eso?
“El Ministerio de Educación, porque cuando se busca integrar al país en medio de la globalización se debe dar educación cívica”, sentencia.

Se pasea por todos los temas que copan la agenda nacional sin eludir ninguno. No esconde la desilusión que le provocan los casos de corrupción conocidos en el último tiempo porque, asegura, “Chile era un país probo. Los últimos probos-probos fueron Jorge Alessandri y Eduardo Frei Montalva. De ahí para adelante, no sé”.

-¿Cree que es un fenómeno generalizado?
“Se ven los casos Codelco, CORFO-Inverlink, MOP y hay muchas personas involucradas. Chile necesita saber la verdad y el Gobierno no ha hecho todo para ponerle atajo. Hay un refrán que dice “autoridad que no abusa, pierde su poder” y hay algo de eso”.

-¿Qué le pasó cuándo se enteró de las cuentas de Pinochet en el banco Riggs?
“Me caí sentada. Me dolió y me sorprendió. Ahora, si empezamos a escarbar todo, hagámoslo un poquito más atrás, como para el 70”.

-¿Se desilusionó como otros en la derecha?
“Creo que a los hombres y a la historia hay que vivirlos muy de cerca y juzgarlos muy de lejos. Hay que esperar que la justicia chilena aclare todo por el bien de Chile y de la familia Pinochet a quien muchos le deben mucho”.

-Pero usted fue crítica de él en temas como los derechos humanos.
“Sí, pero le tengo que agradecer que con él empecé a dormir tranquila, porque cuando uno amanece en el campo con puras banderas del MIR rodeando la casa o el sacrificio de tres generaciones se hace polvo con las expropiaciones, uno lo agradece. Aunque sé que mucha gente después de Allende no durmió tranquila”.

-¿Hay que dejarlo a él tranquilo?
“Él está muy viejo. Insisto, dejemos que la historia lo juzgue. Si se hubiese abierto antes a la democracia se habría evitado mucho de los problemas que tiene hoy no sólo en derechos humanos, sino de dineros”.

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