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Disfrutar la espera paso a paso

Durante nueve meses, el hijo pasa por distintas transformaciones. Sus padres lo ven por primera vez en la pantalla como un pequeño porotito. Después, es una guagua a pequeña escala, que nada y patea, distingue luz y sombra, escucha, tiene tacto. Luego aumenta de tamaño hasta que llega el momento de su nacimiento. Cuando su mamá lo abraza, los dos establecen un vínculo que durará toda la vida.

13 de Febrero de 2007 | 11:42 |
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La gran mayoría de los embarazos en Chile son deseados y programados, especialmente si se trata del primero. El doctor Andrés Poblete, jefe de la Unidad de Medicina Materno Fetal del Departamento de Obstetricia y Ginecología de la UC, incluye un examen ginecológico para saber si útero y ovarios están normales y un chequeo general para detectar posibles anemias y trastornos crónicos, entre ellas diabetes, hipertensión arterial u otros. "La finalidad es tratarlos antes del embarazo y, en caso de que estas enfermedades ya estén presentes, ajustar la dosis de los medicamentos para que no dañen al feto, como los que se usan en la epilepsia".

Preocupación de muchas es comenzar la espera sin sobrepeso, y del médico, orientarlas. Y si están mal alimentadas, producto de dietas inadecuadas, indicarles un polivitamínico. "Para la embarazada, es bueno que tome ácido fólico, en una dosis no inferior a 400 microgramos, que reduce la incidencia de malformaciones en el feto".

El especialista debe aconsejar a la mujer que reduzca al mínimo, o definitivamente, consumos nocivos como el de alcohol o cigarrillos. "Hay que tener en cuenta que el tabaquismo en ambos sexos afecta la fertilidad y en el caso de que la mujer esté encinta, al feto".
Testimonio
La preparación de la pediatra Lorena Cifuentes (31), cinco años casada con un médico ginecólogo obstetra, comenzó mucho antes. Programó su primer embarazo... y se desprogramó cuando pasó el tiempo y nada. Por eso, al saber que esperaba un hijo, la sorpresa fue grande. "Había tenido una irregularidad menstrual que atribuí a algún problema ginecológico; el test me lo hice sólo porque el doctor me lo pidió".
Era un sábado en la mañana y su marido estaba trabajando. Lo llamó para darle la noticia y él regresó a la casa apuradísimo. Los dos estaban anonadados. "Era un regalo de Dios que fuimos asumiendo de a poco".
Trinidad, de un mes, duerme ahora en su cunita, ignorante de las peripecias vividas por sus padres.
"Llamamos a nuestro médico y le dimos la noticia. Después les avisamos a nuestras respectivas familias; era el primer nieto. Nosotros decidimos no tirar la casa por la ventana, sino disfrutar la espera, paso a paso".
El cansancio y las náuseas de los primeros meses hacían que Lorena detestara esos malestares y, al mismo tiempo, le gustaran, "porque eran parte del embarazo".
Aunque es médico, no dio nada por sabido. "Leí harto sobre el tema, disfruté mis dudas y los conocimientos que adquirí. Claudio nunca me miró con ojos de ginecólogo obstetra, sino de marido y papá".
La primera ecografía mostró muy poco. En la segunda vieron el embrión y los latidos de su corazón; era el cumpleaños de Lorena y fue emocionante. "En la tercera vimos el feto completo y supimos que sería niñita. Nadaba de un lado para otro en el útero".
Pero las primeras señales las tuvo durante un congreso médico. "Estaba en una de las sesiones, cuando algo se movió en mi guatita; altiro supe que era la niña y ya no dejé de sentirla hasta que nació".
Cada vez con mejor ánimo, empezó a usar ropa especial, "escogí la más parecida a la que siempre me he puesto, es decir, súper cómoda o de una talla más grande, porque la maternal no me gusta". Hasta que el médico descubrió que la guagua subía poco de peso y la mandó a reposo con sobrealimentación. Tuvo que adelantar el prenatal y someterse a ecografía cada quince días.
"Mi mamá le compró su ropita y mi marido se preocupó del amoblado de su pieza; nunca me faltó ayuda ni compañía. En cama, trabajé con el computador, descansé, leí, dormí, vi televisión. Lo único pesado fue que me tocó febrero. Pero lo estaba haciendo por mi guagua".
Frente al parto sentía incertidumbre y le asustaba la anestesia. Pero cuando Trinidad irrumpió en el mundo sus miedos se evaporaron. "Fue maravilloso cuando la oí llorar. Me la pasaron y la loca buscó el pecho altiro. Se veía hermosísima".


La programación incluye consejos para mantener una sexualidad dirigida, que acorte el período para lograr la fecundación. "El 90 por ciento de las parejas sanas la consigue en el curso del primer año".

Lo que más lleva a las mujeres a consultar es el atraso menstrual. "Hoy muchas llegan con el test de embarazo, que determina la presencia de subunidad beta en la orina, una hormona que se produce en este período. En esta etapa, el embrión ya está instalado en el útero".

Lo que caracteriza desde el primer trimestre hasta las catorce semanas son los malestares: náuseas, vómitos, dolores como si fuera a llegar la regla, tensión mamaria, cansancio y sueño. Anímicamente la futura madre está irritable, con síntomas depresivos y buscando cariño.

"A la guagua se le van formando sus órganos y es la etapa en que está vulnerable a que medicamentos, cigarro, alcohol, estrés, perjudiquen su crecimiento". La mamá, por su parte, está contenta a pesar de sus molestias, impaciente por ver a su hijo en una ecografía. "La recomendación es practicarla entre las siete y diez semanas de gestación, cuando ya es posible ver al embrión con su corazón latiendo. La mayoría llega con su pareja y es un momento muy emocionante".

Durante el segundo trimestre, el feto aumenta de talla, y entre las 20 y 24 semanas, se realiza la segunda ecografía, cuyo objetivo es el diagnóstico de malformaciones congénitas. También se descubre cuál es su sexo. "Los padres ven al niño o niña ya formado; ya no es un porotito, es una guagua en chico". Como la madre aún no siente los movimientos fetales, porque estos se producen después de las 20 semanas, queda sorprendida con la gran actividad del feto".

La embarazada experimenta algunos trastornos del ánimo, está más sensible, llorona y necesitada de afecto. Pero van desapareciendo los malestares y entre las 20 a 32 semanas, vivirá el mejor momento de su estado. "Aún no le molesta el abdomen, tiene establecida una relación con su hijo, se siente físicamente bien y la aparición de su guatita le hace dar un respiro de alivio; su hijo está creciendo, no sólo es una imagen en la pantalla".

La guagua tiene desarrollados todos sus sentidos. "Percibe los sonidos, incluso deja de moverse por un rato, como un animalito en actitud de alerta, ante un ruido fuerte; ve luz y sombra, aunque sus párpados estarán fusionados hasta las 23 o 24 semanas; y si el papá le toca la guatita a la mamá, hace una fuerza en contra".

El gusto es un misterio, aunque ya está desarrollado desde el punto de vista del sistema nervioso central. La guagua traga líquido amniótico, que es parecido al medio marino, pero que tiene la misma temperatura del cuerpo materno. Allí nada, ejercitando sus músculos para asegurar un desarrollo osteomuscular normal.

"Muchas mujeres preguntan si sus emociones se traspasan al niño. No es así. Lo que pasa es que si ella está estresada o sufre una rabia, liberará substancias que llegarán a la placenta a través de la sangre, activando de la misma manera al feto. En cambio, hablarle con cariño, ponerle música suave, estimula el desarrollo de su sistema nervioso central".

En el tercer trimestre, el crecimiento celular del niño es intenso, sube de peso hasta completar de tres a tres kilos y medio, en promedio, al final del embarazo.

"A las 34 semanas suele empezar el prenatal, etapa en que la mujer se siente más pesada, con el abdomen muy abultado y con dificultades para hacer sus actividades; duerme mal y tiene problemas lumbares. No obstante, con alegría prepara la pieza, la ropa del niño".

Se junta con la matrona, hace los ejercicios de sicoprofilaxis y se informa sobre lo que significan las contracciones, la anestesia y el parto. Siente incertidumbre frente a lo que vivirá, sentimientos que disminuyen mientras más informada está sobre el tema.

"A las 36 o 37 semanas empieza a tener una actividad uterina mayor. Pero no es por la llegada del niño, sino una preparación, como si la orquesta estuviera ensayando lo que va a tocar en la función".

El verdadero trabajo de parto empieza con contracciones uterinas que pueden romper las membranas. Las primeras son dolorosas y desaparecen con la anestesia. De ahí en adelante, por lo general, ella debe esperar cuatro o cinco horas antes de entrar a pabellón. La mayoría, hoy lo hace acompañada de su pareja.

"Lo ideal es que la guagua nazca por vía vaginal, dejando la cesárea para casos realmente necesarios. El parto natural le permite al niño un apretón que lo hace eliminar el líquido que podría quedarle en sus pulmones, y a la madre, una recuperación rápida".

También facilita el apego. "La mamá puede abrazarlo de inmediato y darle pecho. La guagua se tranquiliza, porque reconoce los latidos del corazón materno y su olor. Es un momento crucial en que ella se hace responsable de ese ser que será su hijo para siempre".

Informarse durante la espera le permite a la primeriza estar más tranquila y disfrutar las distintas etapas de su hijo.
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