Cuando hablamos de daño capilar post verano, nos referimos a verdaderos cambios en la estructura del pelo. Lo más evidente es la falta de brillo, la porosidad de las puntas, y la modificación del color, sobre todo en el caso de los cabellos tinturados.
Pero también puede haber deshidratación, destrucción de la capa lipídica encargada de proteger, y alteraciones en la queratina, que es la proteína que forma el pelo. Otra consecuencia muy común es la oxidación capilar, es decir, la cutícula - que es la capa externa del cabello- se abre y se altera el tono. Como resultado, el pelo se aclara, se pone áspero y pierde flexibilidad.
Ante tal panorama, no hay más opción que extremar los cuidados si se quiere empezar el año con un pelo sano y bonito. Las recomendaciones son sencillas, sólo se necesitan productos adecuados y un poco de tiempo.
Hidratar
Para contrarrestar la pérdida de humedad lo primero es evitar lavarlo con agua muy caliente. También es necesario enjuagarlo bien para que no queden residuos que lo reseque aún más.
Los cambios de color o textura se deben realizar con el mayor intervalo posible, y no está de más potenciar el consumo de alimentos que contengan vitaminas A, B y E. En cuanto a productos, se recomienda el uso de champús con agentes hidratantes, que hacen que las escamas superficiales del pelo se acomoden, mejorando la textura. Imprescindibles resultan también las cremas o máscaras, que contienen moléculas de agua capaces de penetrar en el interior de la fibra capilar.
Nutrir
Aquí es tan importante la alimentación (donde hay que favorecer el consumo de vitaminas) como el uso de productos adecuados. En este caso, se recomienda escoger un champú que contenga proteínas y/o vitaminas, las que ayudarán a fortalecer la fibra capilar.
También se puede sacar provecho de tratamientos nutritivos profundos, ya sea en mascarillas o ampollas, que no sólo aportan nutrientes, sino que también ayudan a recuperar la flexibilidad del pelo. También existen algunos secretos naturales para nutrir un cabello castigado. Por ejemplo, una máscara de miel. Basta con aplicar un poco sobre el pelo húmedo y masajear por algunos minutos. Luego se retira con agua tibia.
Brillo
Lo más importante para que el pelo brille es que las escamas que recubren la capa externa de cada hebra estén cerradas y en perfecta alineación, para que puedan reflejar mejor la luz. Para eso es importante proteger la salud de la cutícula evitando los factores que la dañan, como los tratamientos químicos y mucho aire caliente del secador.
También hay que poner atención al agua potable, ya que si tiene mucho calcio, éste se deposita sobre la cutícula y apaga el brillo. Un secreto natural para contrarrestar esto es añadir en el último enjuague unas gotas de limón o vinagre, las que ayudarán a eliminar ese exceso y potenciar el brillo.
Sobre productos, es importante usar un champú con una base ligera y enjuagar muy bien, nutrir el pelo con vitamina E y utilizar filtros UV después del lavado. Para alisar las escamas y recuperar elasticidad resulta útil el uso de provitamina B5, contenida en la mayoría de los productos de tratamiento capilar.
El acondicionador o bálsamo es uno de los que más contribuye al brillo, ya que al depositar sus activos a lo largo del cabello, va alisando la cutícula, y así restablece la capacidad para reflejar la luz.
Máscaras
Las mascarillas intensivas pueden ser buenas aliadas si de cuidados extras se trata. En términos generales, mejoran la textura y suavidad capilar, incluso en los cabellos más secos y castigados. Además, protegen de futuros daños. La frecuencia de uso depende del estado de salud del pelo, pero se recomienda empezar con dos o tres veces por semana y, después, bajar a una.
En cuanto a la aplicación, es necesario retirar primero todo el exceso de champú y agua. Sólo entonces se debe poner la crema a través de un suave masaje con las yemas de los dedos, asegurándose de que se reparta en toda la cabeza. Es importante respetar el tiempo de acción. Además, las mascarillas pueden multiplicar sus beneficios si se usa calor para favorecer la penetración de los activos.
Al final de la temporada es bueno ir a la peluquería para un diagnóstico del estado del pelo, que permita detectar el daño a pesar de los cuidados. Ahí también se puede acceder a tratamientos de reparación más profundos.
