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“A todos nos cuesta enfrentar el dolor”

Esta ex modelo dedica gran parte de su tiempo a conseguir recursos para la Fundación Alter Ego que trata a niños con parálisis cerebral. Aunque no lo dice, algo de decepción siente frente a la solidaridad que practican los chilenos.

07 de Julio de 2005 | 11:11 |
Por años deslumbró con las miles de imágenes que registraron su exitosa carrera de modelo profesional. Hoy, sigue fascinando con las distintas facetas que su vida ha desarrollado desde que dejó las pasarelas y un trágico accidente golpeó a uno de sus hijos.

A pesar de que el dolor la debe acompañar, Ana María Cummins sonríe y de ella emana una energía que parece no agotarse.

Por estos días corre. No sólo está al frente de la Fundación Alter Ego dedicada a la atención de niños con parálisis cerebral, si no que asumió la desafiante tarea de reencantar a los chilenos con el concurso Miss Chile para Miss Universo. Y el tiempo le debe alcanzar también para su productora de eventos Nuestro Mundo.

Hace más de once años, cuando su pequeño Sebastián cayó a una piscina y quedó con daño neurológico, asumió como algo irrenunciable sacar adelante a su hijo y a otros tantos que comparten esas limitaciones. Se unió a Bárbara Lyon y juntas dieron vida a la Fundación Alter Ego, de la que hoy es su presidenta en plenitud, (la ex señora de Andrés Allamand se retiró algunos meses después de que su hijo discapacitado muriera el 2003).

La organización, que sólo puede atender 70 niños y tiene más de 500 en lista de espera, pasa por un momento estrecho. Los recursos, en estos últimos años, han sido difíciles de acopiar y la sede que tienen les ha quedado sumamente estrecha. “No podemos crecer, tenemos grandes dificultades para mantener lo que tenemos”, dice.

Ana María Cummins tiene una visión realista, valga la redundancia, de la realidad que enfrentan los discapacitados en Chile. Pero ello no la frustra.

Rehabilitar a niños con parálisis cerebral es extremadamente caro –más de $ 350 mil mensuales por cada uno- y aunque la Teletón los ayuda, no hay financiamiento estatal y se depende de los aportes privados. Y este grupo representa el 35% de los discapacitados del país.

“Estuvimos a punto de cerrar, nos tuvimos que reestructurar y seguimos apelando a la buena voluntad de los empresarios y municipalidades”, señala.

-Después de tantos años en el mundo de la beneficencia ¿cuál es tu mirada?
“Tengo sentimientos encontrados. La solidaridad en Chile es un poco especial, la mayoría de las personas, con el solo hecho de aportar el vuelto, cree estar siendo solidario, pero, la verdad, es que no lo somos en otros aspectos. Todavía la gente ocupa los estacionamientos de los discapacitados, o en la mayoría de los espacios públicos no hay baños para ellos y aún nos asusta ver a una persona que tiene un problema en la calle.
“Tenemos un apronte a la discapacidad poco solidaria, este país da muy pocas oportunidades de integración en los colegios o en el mundo laboral”.

-¿La solidaridad se hace porque es bien vista socialmente?
“Siempre digo me da lo mismo por qué me dan, si es por imagen o corazón, la cosa es que me den”.

-¿Cuánto ha ayudado que Bárbara Lyon y tú estuvieran detrás, dando la cara?
“Ayuda y es lógico, porque cuando le pasa algo a una persona medianamente conocida, los demás sienten que a ellos también les puede pasar. Cuando le ocurre a alguien que no conoces, no te llega; sabes que existe, pero no es lo mismo.
“Ahora, muchas veces nos ha jugado en contra porque dicen que como estoy yo o la Bárbara somos una fundación que tiene plata. Cuando escucho esto, me da mucha risa. Uno se esfuerza todos los días para que estos niños y sus familias tengan una vida más digna y no porque seamos quienes somos no tenemos problemas de dinero”.

-¿Los niños con parálisis cerebral son los más olvidados?
“Los paralíticos cerebral son, efectivamente, los más débiles del mundo de los discapacitados. La mayoría no puede hacer nada por sí solos, necesitan de un grupo de gente grande y de mucha infraestructura. Requieren de una rehabilitación cara y por eso, nadie se hace cargo de ellos.
“Eso es terrible, porque además el drama familiar es mayor; como no pueden hacer nada solos, las madres tienen que dejar de trabajar y se sumen en situaciones económicas muy apremiantes”.

Introducir a Ana María Cummins en el mundo de la integración social es abrir un capítulo crítico. Las dificultades que ella enfrentó con su hijo Sebastián incluso terminaron afectando su matrimonio con el cantante Miguelo. Éste ha reconocido que le costó mucho tiempo superar el tema y por eso, puede ser entendible que a los demás también les cueste.

Ana María lo tiene claro, pero se rebela porque en Chile hay actitudes que más bien reflejan un dejo de egoísmo exacerbado en algunas personas. Lo grafica en el hecho de que cuando viaja con su hijo a Estados Unidos es un agrado no sólo porque todo está ideado para los discapacitados, sino que la gente los acoge.

“Si uno se tiene que subir a una micro, el chofer no sólo baja la pisadera y te ayuda, sino que la gente no se queja por los minutos que eso demora y cuando uno ya está arriba, no hacen como que no te ven; lo miran directo a los ojos, lo saludan y le sonríen”, narra.

-¿Será que los chilenos no están preparados para enfrentar el dolor?
“A todos nos cuesta enfrentar el dolor y muchas veces preferimos pasar por la vida y mirar para el lado. Lo hacemos porque sabemos que tenemos que hacer cosas, que hay injusticia, pobreza, que hay personas que lo están pasando mucho peor que uno y que en el fondo, hacemos bien poco por ayudar.
“Obviamente que preferimos no ver ciertas cosas, porque el que no ve no se involucra”.

-¿O, tal vez, el dolor nos conecta a la parte más débil del ser humano?
“No sé si es la parte más débil o, al final, nuestras fortalezas. Siempre nuestras fortalezas están, justamente, en la ayuda a los demás. Cualquier cosa que nos enfrente con las capacidades que nos permiten desarrollarnos como personas en áreas que no tienen que ver con el éxito profesional o el dinero, nos muestra nuestras fortalezas.
“Yo me siento, hoy, mucho más fuerte como persona integral desde que abrí mis ojos y me propuse enfrentar los temas que afligen a nuestra sociedad; no todos, pero trato de aportar en ciertos ámbitos. Ahí está mi fortaleza, no mi debilidad”.

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