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“Creo que la vida sin pareja es muy fome”

23 de Junio de 2005 | 11:22 |
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A los 50 años se declara satisfecha. Aunque tenía pensada otra cosa como profesión –de hecho estudiaba párvulos en la Universidad Católica de Valparaíso cuando se casó por primera vez- cree que el camino recorrido ha sido bueno.

“Sería mal agradecía si dijera que soy una persona infeliz; soy súper agradecida de lo que he tenido y logrado. Disfruto las pequeñas cosas”, afirma.

Quizás, por esa tranquilidad que siente no se complica al momento de reconocer que tras quedar viuda “reincidió súper rápido” y que a los pocos meses ya estaba pololeando. “Súper descarada. Supongo que tiene que ver con ser viuda joven y que uno no se cierra al mundo. Te llueven las ofertas y uno se da cuenta que no está muerta”, acota con simpatía.

Aunque al principio se negó a las citas que le organizaban sus amigos, finalmente cedió y conoció al abogado penalista con quien se casó. Separado él, la familia aumentó al sumarse los tuyos, los míos y el nuestro que hoy tiene 13 años.

-¿Influyó el querer darle un padre a tus hijos?
“No, me gusta mucho la familia y creo que la vida sin pareja es muy fome. Compartir las actividades, los intereses vale la pena, aunque nada está exento de problemas y era difícil convivir todos juntos. Sebastián (su tercer hijo) fue como el pegamento”.

Con los años afirma que ya no hay ningún drama, que su marido es el abuelo de su nieta. Ayuda también el hecho de que la etapa de crianza está pasando y sus hijos se muestran independientes y organizados. “No tienes que estar tan encima, sólo con el estudio hay que apretar un poco”, dice.

Una de sus preocupaciones hoy es poder disfrutar a la familia, por eso, organiza viajes una vez al año con todos juntos. También se deja espacios para ella y, aunque no va a gimnasia con la constancia que debiera, se reconoce pretenciosa: “Me hago todas las cosas que tengo que hacerme”.

Hace algunos años integró al staff de Fabrics a su yerno, diseñador industrial que se hizo cargo de la gerencia comercial. Él es la persona en la que quiere ir delegando porque sus dos hijos mayores van hasta ahora por otros derroteros; la mayor es psicopedágoga y el segundo estudia publicidad. El concho está todavía en el colegio.

-Con 25 años trabajando ¿qué es lo que más te ha costado?
“Lo más difícil es seguir estando vigente y presente. Los años no pasan en vano y uno cree que tiene la misma capacidad y energía y de repente viene un poco el cansancio, no quiero más guerra digo”.

-¿Has pensando en renunciar?
“Sí, mes por medio (lanza una carcajada). De repente me viene el agotamiento y tiro la esponja, pero después recapacito y mis niños me dicen cálmate, tomate el Ritalín. El tema es que soy muy acelerada, me gusta hacer muchas cosas al mismo tiempo”.

-¿No eres de las que delega?
“No, delego harto. En mi casa, si no tuviera a mi nana que está conmigo hace 20 años no podría hacer nada; ella lleva la casa, es mi secretaria, todo. En la oficina tengo gente que está conmigo desde el mismo tiempo que yo e incluso, antes; o sea, esas personas me manduquean a mí. Es gente que jamás se va a ir y son de una lealtad y entrega absoluta y han estado en las buenas y en las malas”.

Su nieta la tiene vuelta loca, la chochera se le sale por los poros y confiesa que está repitiendo la historia que construyó entre su mamá, ella y su hija. “Una relación de estar muy unidas y eso es muy rico”.

-¿Qué te queda pendiente?
“Que en unos años más mis hijos y yerno se hagan cargo del negocio y yo pueda mirarlo desde arriba, ser como una directora, para poder estar más en la casa. Ahora, no creo que eso me satisfaga porque me gusta la chuchoca, definitivamente, estar en la papa misma, solucionando problemas.
“No tengo pasta para ser dueña de casa full time. Nooooooo, que latero”.



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