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Entre dudas y certezas

Aunque la polémica entre quienes defienden y atacan el edulcorante más usado entró en una tregua aparente, no desaparece. ¿Qué hay de verdad en esto? Sólo lo que ha sido comprobado científicamente. Y en los veinte años que tiene el aspartame, hasta ahora no se han podido demostrar los efectos adversos que se le atribuyen.

04 de Agosto de 2005 | 16:37 |
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"¿Azúcar o sacarina?". Es la clásica pregunta del mozo a la hora de servir el café. Y en la mayoría de los casos, el hombre no se está refiriendo a la sacarina - primer edulcorante artificial que se elaboró, allá por la década de los cuarenta, para tratar a diabéticos y obesos- , sino al mayormente consumido hoy en el mundo: el aspartame.

Más conocido como NutraSweet, que es su nombre comercial más utilizado, la historia de este endulzante es curiosa. Fue inventado por casualidad en 1965, cuando el científico James Schlatter estaba investigando una fórmula para mejorar la úlcera gástrica y de repente se pasó el dedo por la lengua para escoger una hoja de papel y sintió un sabor intenso y agradable. Había creado un producto nuevo, 180 o 200 veces más dulce que el azúcar y casi tan rico como ésta.

Pero el nuevo producto no sólo supo conquistar tazas y latas de gaseosas, jugos en polvo, yogures y un sinfín de alimentos diet. También desencadenó una guerra. Una de las más fieras e incansables en la historia de internet y otras tantas batallas libradas en los medios de comunicación.

Según la revista médica Lancet, que investigó cómo se estaba dando esta pelea en la red, existen cerca de seis mil sitios web que se refieren al aspartame. Sus atacantes - algunos médicos, distintas organizaciones y gente que da su testimonio después de haberlo consumido- , lo acusan de producir o agravar un montón de males; entre ellos, tumores cerebrales, enfermedades neurológicas parecidas a la esclerosis múltiple, mal de Parkinson, ceguera, lupus eritematoso sistémico, fibromalgia, epilepsia, defectos congénitos, alergia, hipertensión, dolor de cabeza, desconcentración, falta de memoria, hiperkinesia y trastornos de aprendizaje en niños e, incluso, aumento de la obesidad y la diabetes.

Sus defensores, entre los que se cuenta la propia revista Lancet, contraatacan diciendo que no hay estudios científicos que avalen la veracidad de estas denuncias y que en el otro bando, en cambio, sí existe un sinnúmero de investigaciones que prueban que el aspartame no es dañino para la salud.

Pero, ¿cuál es la opinión de los especialistas chilenos?

El doctor Fernando Vio, director del Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos de la Universidad de Chile (Inta), sostiene que antes de que la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Food and Drug Administration (FDA) y los organismos de regulación alimentaria de más de noventa países aprobaran su uso, el producto fue sometido a muchísimas pruebas experimentales, primero con animales y luego con seres humanos, incluyendo adultos, adolescentes y niños.

¿Cuáles fueron las conclusiones? Que este endulzante no es teratogénico ni carcinogénico; es decir, que no causa la muerte ni produce cáncer. Tampoco daña al feto en el embarazo ni ocasiona otros problemas adversos si es consumido en la dosis estudiada como aceptable.

¿Y cuál es esta dosis?

"Para un adulto de sesenta kilos, la ingesta diaria admisible establecida, o Ida, es de 13 latas de bebida, o 20 yogures o 65 sobres endulzantes de mesa, que contengan aspartame. Como se ve, es poco probable que alguien sea capaz de una ingestión tan enorme de estos productos al día. Además, el consumo debe hacerse durante un tiempo relativamente largo".
Prevenciones
Más allá de que los daños que se le atribuyen y que por el momento parecen no ser tales, los especialistas aconsejan evitar cuanto sea posible todo lo que sean aditivos químicos. En el caso del aspartame, como sólo tiene veinte años de uso, se ignora cuáles podrían ser sus efectos a más largo plazo. Por eso ambos son partidarios de no darlo a embarazadas ni a niños, a menos que tengan diabetes o sufran de obesidad. Y sólo en dosis indicadas por el médico.

Además, sí hay un problema que puede agravarse al consumir aspartame: la fenilcetonuria. Esta rara enfermedad congénita, que sin tratamiento produce trastornos intelectuales y/o neurológicos, se caracteriza por la falla en una enzima que tiene que ver con el metabolismo de la fenilalanina. Pero estos pacientes no sólo tienen que privarse del edulcorante, sino de todos los nutrientes que tengan el aminoácido.

Eugenio Arteaga, endocrinólogo, jefe del Departamento de Endocrinología de la Universidad Católica, piensa que la campaña antiaspartame es la continuación de la que se realizó por años en contra de la sacarina, aduciendo que era cancerígena, sobre todo para la vejiga, "y se comprobó en estudios con ratas que esto sólo pasaba si el consumo era apoteósico".

En relación con el aspartame, advierte: "Cuando hay tanta disparidad de criterios, uno, como médico, debe recurrir a entes regulatorios tan serios como son la FDA de Estados Unidos o el Instituto de Salud Pública de Chile. Este edulcorante tiene unos veinte años de uso en el mundo y nunca se ha demostrado con estudios científicos que produzca daños masivos. Normalmente la gente ataca los productos nuevos y siempre hay intereses económicos detrás que tratarán de desprestigiarlo".

El doctor Vio va al origen: "El aspartame está formado por dos aminoácidos esenciales, que están naturalmente en frutas, carnes, leche, verduras y también son parte de nuestro organismo; por lo tanto, al metabolizarse no deberían producir daños".

Tampoco hacen subir de peso, como dicen algunos de sus detractores. Aclara el médico: "Por su naturaleza proteica, es cierto que contiene calorías. Cuatro por gramo, para ser más exacto. Sin embargo, como su valor edulcorante es muy alto, se requieren cantidades muy pequeñas, sólo milígramos, para endulzar un alimento; por lo tanto, su aporte calórico resulta insignificante".

Los detractores del aspartame aseguran que su ingestión aumenta la cantidad de fenilalanina en la sangre, lo que sería tóxico para el organismo. Sin embargo, dice el doctor Arteaga, esto es difícil que ocurra, puesto que cualquier producto diet tiene menores cantidades de este aminoácido que muchos de los alimentos que comemos habitualmente. "Una lata de gaseosa, por ejemplo, aporta cien milígramos de fenilalanina, mientras que un huevo, 300; un vaso de leche, 500, y una hamburguesa, 900. Y nadie ha demostrado que nos enfermemos si ingerimos estos nutrientes".

El doctor Vio sintetiza: "La alimentación habitual proporciona cantidades mucho mayores de los tres componentes que tiene el aspartame que el mismo edulcorante. Por ejemplo, un vaso de leche contiene aproximadamente seis veces más de fenilalanina y trece más de ácido aspártico que una bebida diet. Y una porción de jugo de manzanas, casi la misma cantidad de metanol que igual tipo de gaseosa".

Otra crítica que se le hace al NutraSweet, dice el doctor Arteaga, es que cuando pasa por el intestino delgado para ser absorbido, se rompe la unión de los dos aminoácidos y se produce metanol, un alcohol dañino para la salud. "Pero este fenómeno ocurre naturalmente con muchos alimentos, como subproducto del metabolismo. La digestión de los jugos de frutas, del vino o de las carnes produce también metanol y en mayor cantidad".
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