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Meditación, fuente de bienestar

La meditación es un estilo de vida que permite despertar la conciencia de energía que hay en cada uno de nosotros. Reduce el estrés, eleva la inmunidad, aumenta la creatividad y mejora la calidad de vida, y para poder practicarla cualquier espacio es apropiado: un templo, la fila de un banco, un viaje en micro. Sólo basta aprender las técnicas indicadas para iniciar el proceso, que consisten en entrenar cuerpo y mente para que lleguen a una perfecta armonía.

25 de Octubre de 2005 | 14:11 |
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¿Qué es meditar?, le preguntaron a un monje budista en una conferencia. Es, cuando suena el teléfono, respirar, botar, y después levantar el auricular y contestar la llamada. Es no contestar automáticamente, sino consciente de lo que se hace, escuchando lo que dicen, estando ahí cuando el otro habla. Eso es meditar.

Mary Ann Müller, seguidora de esta práctica desde hace ya más de quince años y asistente a ese encuentro, escuchó atentamente la respuesta. Tanto le gustó, que ahora la utiliza como su ejemplo predilecto cada vez que alguien le pregunta qué es para ella la meditación.

La hoy directora de la Escuela Agroecológica de Pirque, maestra de reiki y alumna de la filial chilena del centro budista brasileño Chagdud Gonpa, ha sido parte de la organización de varios encuentros internacionales sobre el tema, además de incorporar esta disciplina como una asignatura más entre sus alumnos. Para ellos ha dispuesto, en las dependencias del colegio, un amplio y luminoso salón donde, apenas se traspasa la puerta, se respira un suave olor a incienso y ambiente de relajación.

Al enseñarles la técnica, el fin de Mary Ann es entregarles a los chicos todas las herramientas necesarias para que después puedan practicarla fuera del salón de clases e incorporarla como una forma de vida, ya sea invocándola todos los días o bien cuando necesitan una instancia de encuentro con ellos mismos. Un gran mito de la meditación es que quienes la realizan deben aislarse del mundo. "No hay que irse a un monasterio ni dejar todo botado para meditar. Teniendo la técnica, se puede meditar en la micro, en la fila del banco; todos los beneficios de la meditación pueden formar parte de la cotidianidad".

La meditación no saca del mundo: "Tienes que vivir en este mundo, pero haciendo la diferencia", agrega Angélica Fanjul, directora para Chile de la Universidad Espiritual Brahma Kumaris, organización de origen indio que realiza cursos de meditación. Cree que una vez aprendida la técnica, se puede hacer solo en casa. La idea es que, se esté donde esté, se pueda generar un espacio de alerta y un estado de concentración que ayude a las personas a sentirse mejor. "Al principio, por supuesto, necesitas tener una atmósfera: música, comentarios del maestro, pero después uno puede hacerlo sola".

Dónde aprender

En Santiago y regiones existen varios centros que ofrecen cursos de meditación basados en distintas técnicas y niveles. La mayoría de ellos están abiertos a todos quienes quieran asistir a sus clases, independientemente de su credo religioso:

Universidad Espiritual Brahma Kumaris: nacida en la India en 1936, llegó a Chile hace 20 años. Es una organización liderada por mujeres, que ofrece una serie de cursos para desarrollar el conocimiento personal, espiritual y humano. El método de meditación que enseñan es el Raja Yoga, "una técnica que busca crear una conexión con el propio ser y con Dios, y que permite transformar la vida", según su directora para Chile, Angélica Fanjuro. Av. Pocuro 2841, Providencia. Fono 223 2062.

Centro Yoga Mukti: Dirigido por el yogui Rishi Joseph, su principal fuerte es la enseñanza del yoga de tradición india, impartiendo sus métodos más conocidos: Iyengar y Ashtanga. Américo Vespucio Norte 2756, Vitacura; Brown Sur 259, Plaza Ñuñoa. Fonos: 228 5518 y 369 9133.

El Zendo: Ubicado en El Molle, cerca del Valle del Elqui, nació en agosto de 1991. De tradición budista japonesa - zen- , su director es el monje Jiku San (Patricio Goycoolea). No realiza cursos regulares, pero ofrece jornadas de meditación para quienes quieran iniciarse en su práctica. Para asistir a una de ellas, avisar con dos días de anticipación al fono 51 1981079. Más información en
su sitio.

Centro de práctica Chagdud Gonpa: sede chilena de la red de centros y grupos de meditación de los lamas Chagdud Gonpa en Brasil. Sus enseñanzas son de orientación budista tibetana tradicional. Suecia 15, Depto. 71 D, Providencia. Fono 204 7025.

Instituto de Meditación Trascendental: representantes de la tradición del movimiento Maharishi - responsable del boom de la meditación en Occidente durante los '60- , definen su meditación como un procedimiento simple, que a diferencia de otros métodos es independiente de cualquier religión y no requiere de mayor esfuerzo ni concentración. Tienen sedes en Santiago y regiones. Fono 315 5540, ó en el sitio.


Otro mito que los que la practican quieren derrumbar es la reducción de la meditación al hecho de "dejar la mente en blanco y estar en silencio", sin entender qué hay detrás de este gesto. Rishi Joseph, maestro yogui y director del centro de yoga Mukti, reconoce que es difícil conceptualizarla, "pero puedo partir diciendo que es un estado en que las partes desintegradas del ser humano vuelven a integrarse: mente, cuerpo y alma se vuelven uno. Así, se despierta la conciencia de energía que hay en cada uno de nosotros". Un estado donde el crecimiento de la conciencia permite un equilibrio entre lo físico, lo mental y lo emocional.

Según los seguidores de la meditación, es precisamente esta falta de equilibrio la que lleva a los hombres a problemas como el estrés o la depresión, que se traducen en malestares físicos y enfermedades. Angélica Fanjul lo ejemplifica: "Las personas no se conocen a sí mismas. Para hacerlo necesitan espacios de silencio: escuchar sus ruidos internos, qué pasa con ellos, con sus sentimientos, con su corazón. Pero la mayoría de la gente se separa de sí mismo. ¿Cómo? Llega a la casa, prende el televisor, la música, se llena la cabeza de ruidos que no lo dejan escucharse". Como consecuencia de esa desconexión, "se enferma el espíritu, y como somos seres espirituales dentro de un mundo material, también se enferma el cuerpo. Meditar, al propiciar el reencuentro mente-cuerpo, comienza a mejorar el estado síquico y físico de las personas".


Más sanos y felices

La práctica sistemática de la meditación, ya sea bajo la tutoría de un centro especializado o bien de manera independiente, ofrece un amplio abanico de beneficios terapéuticos, según constata la ciencia médica. A través de diversos análisis se ha evidenciado que meditar produce una notable reducción del estrés, un aumento de la creatividad y de la capacidad para resolver problemas, además de promover un mejor rendimiento en todas las áreas y una mayor fuerza de voluntad. A nivel fisiológico, también hay estudios que avalan que eleva los niveles de endorfina, provocando estados de felicidad, además de elevar la inmunidad en el organismo, controlar la presión y mejorar la oxigenación. A esto se agrega que la mayor conciencia sobre el cuerpo que comienzan a tener las personas incide en una mejor calidad de vida, un cuidado mayor de la alimentación y del estado físico.

Todos estos buenos resultados son gracias a que la meditación modela el "estilo afectivo" de la persona: le enseña a controlar sus emociones y a trabajar con los pensamientos, sensaciones y reacciones negativas. Por eso, y por su sencillo aprendizaje y ejecución, se convierte en una buena opción como terapia alternativa a los tratamientos medicinales alópatas para las enfermedades crónicas. Angélica Fanjul cuenta que en el centro han recibido enfermos de cáncer y de sida, "que si bien es cierto no han revertido su enfermedad, han aprendido a hacerse cargo de su mal y sobrellevarlo de mejor forma". Meditar no implica necesariamente sanarse, pero sí tener una perspectiva distinta ante las enfermedades. "No es que por meditar seas más sano. Las personas que meditan no son inmortales", advierte Mary Ann Müller. "También pueden pasarte cosas malas, pero la meditación te ayuda a no verlas como un castigo, como un dolor horrible. Te entrega herramientas para vivir tu vida de una manera distinta y ver el sufrimiento desde otra perspectiva, entender cómo se llegó a esa situación sin victimizarse. Ver el dolor como una oportunidad para crecer, y también para aprender a disfrutar a concho lo bueno, lo gozoso".

La meditación también es muy recomendada en casos de problemas de conductas y adicciones. En su escuela de Pirque, Mary Anne Müller inició una serie de prácticas en un grupo de estudiantes con problemas de drogadicción, obteniendo excelentes resultados, que la hicieron extenderlas al resto de los niños y jóvenes. Hoy, pese al alto nivel de vulnerabilidad de sus alumnos, los índices de violencia y desadaptación son mínimos, un hecho que ha llamado poderosamente la atención del Ministerio de Educación.


Más que pura relajación

Cómo iniciarse en esta disciplina depende de las necesidades de cada persona. Desde las absolutamente silenciosas hasta las que incluyen baile, hay tantas técnicas como gente interesada en seguirlas.

Pese a que se asocia a la tradición religiosa oriental, su práctica es independiente de cualquier credo, y gran parte de ellos ofrece instancias que varían en la forma, pero persiguen el mismo fin: la búsqueda de la paz interior para lograr la armonía espíritu-mente. Difieren, además, del mantra, sonido con cierta vibración donde se concentra el trabajo de meditación. Por ejemplo, los budistas tienen un mantra para cada deidad; los católicos invocan en sus meditaciones a Jesús.

Todas las personas pueden meditar, y todos los espacios - un templo, la fila de un banco, un viaje en micro- son apropiados para hacerlo. Sólo basta aprender las técnicas indicadas para iniciar el proceso, que consisten en entrenar cuerpo y mente para que lleguen a niveles óptimos de armonía. Físicamente no se necesita ninguna condición determinada. "Sin embargo, la mayoría requiere disciplinar el cuerpo, trabajarlo de tal forma que éste no sea un lastre en el proceso de meditación. El estar sentado, aun en una silla, supone una conciencia y un control corporal desarrollados", apunta Rishi Joseph.

Sin embargo, la postura más convencional de la meditación requiere de un esfuerzo físico importante. Patricio Goycoolea, monje zen, la describe: "Hay que sentarse sobre un cojín con las piernas cruzadas, idealmente en postura de loto, vuelto hacia la pared, con las espalda recta, los ojos entrecerrados, el mentón recogido sin inclinar la cabeza hacia adelante, con una respiración abdominal y concentrándose en el "hara", dos o tres dedos más abajo del ombligo. Hay que dejar pasar todos los pensamientos, sin rechazarlos, pero tampoco quedándose pegado en ninguno. El primer obstáculo para lograr este estado es el cuerpo: duelen las rodillas y la espalda, pero siendo perseverante esto pasa. También hay que vencer la mente, que desea seguir el pensamiento para interrumpir la meditación".

De ahí la importancia de vivirla de manera comprometida, más allá de utilizarla sólo como una herramienta de relajación. Para lograrlo, su práctica en un principio debería ir idealmente de la mano de un maestro, autorizado por su orden correspondiente, que guíe el trabajo desde la iniciación hasta la dominación total de la técnica. "Hay cosas que pueden enseñar, como las posturas y las técnicas de meditación, pero eso es distinto que cuando entras en su camino", afirma Mary Ann Müller. "La meditación es un estilo de vida. No basta con comprarse una túnica blanca, sentarse en posición de loto y decir om tres veces a la semana. No es que uno vaya y sienta sus resultados a la primera".

Constanza Aguilera, sicoanalista y alumna de Chagdud Gonpa, también insiste en la necesidad de un maestro calificado si lo que se quiere es iniciar un proceso serio de meditación. Ha tenido muchos casos de pacientes que han comenzado a meditar solos, "a partir de ideas propias, o a partir de libros, y se han preguntado tanto quién soy yo que han terminado sicotizándose, porque no tienen idea de lo que están haciendo". Para ella no tener un buen maestro es como ponerse en las manos de un mal terapeuta.

Otro punto a considerar es que como una meditación seria parte de la base del conocerse a sí mismo, el buen término del proceso trae como consecuencia la relajación, pero también puede implicar experiencias dolorosas. Hay días en que la meditación es placentera y con muchos logros, y otros en que resulta muy desagradable. Constanza Aguilera resume la experiencia en la siguiente frase: "Verse a sí mismo puede ser muy tremendo. Cuando entras a verte, paras, respiras y te abstraes para observarte. No siempre es placer lo que ves. Es como mirarse al espejo con mucha luz y sin ropa, empezando la temporada de verano".

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