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Chilenas limitadas por la moda y los maridos

25 de Agosto de 2005 | 09:46 |
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Ex productora de moda en las revistas Paula, Elle, Caras y Ya, claramente es una voz autorizada.

Su forma de vestir es sencilla, nada sobrecargada, pero con un estilo muy personal: falda larga de cashemire, un chaleco-capa sin mangas del mismo material y botas planas de suela de goma rojas. En el rostro, nada de pintura.

Y aunque podría regodearse entre hermosos collares de piedras semipreciosas, largos, con muchas cuentas, sólo lleva en la mano un anillo de resina con la forma de una flor, grande y de un intenso rojo.

-¿Cómo definirías tu estilo?
“Viene como de adentro, de lo que soy. Acabo de hacer un desfile, por primera vez en mi vida, y había mucho pudor de mi parte. Para mí, a nivel espiritual y emocional, fue como un desafío conmigo, fue decir está soy yo y fue divertido porque hubo gente que se emocionó. Y ése es mi objetivo, no tanto vender, si no que transmitir un mensaje.
“Fue hecho con el corazón, mostrar la evolución del ser humano de lo más básico y terrenal a lo espiritual y ése es mi camino; para allá voy”.

-Desde hace algunos años se ha impuesto lo étnico, ¿te sientes un poco como precursora?
“Sí, las joyas son tribales, todas las etnias las llevan. He estudiado y uno entiende porqué usaban la turquesa (el padre cielo) y el coral (la madre tierra). Empiezas a conectarte y todo eso te inspira. Hay un empoderamiento; una joya cuando la llevas te da poder, te hace sentirte perteneciendo a esta tierra y te conecta con la divinidad y diosa interna”.

-¿Esa alma es la que crees que falta en la moda étnica de las grandes tiendas?
“Sí, porque es masivo, están hechas con máquinas industriales. Y de verdad, creo que si uno logra en Chile tener una tiendita, con el fenómeno de las grandes tiendas que existe, lo logra en cualquier lado. El fenómeno de las grandes tiendas no existe en ningún otro país, ni en Buenos Aires, ni en Río de Janeiro y competir con ellos, con su nivel de precios, es una locura y uno se angustia un poco”.

-Dices que el mercado chileno es chico, pero ¿cómo lo definirías? ¿Mujeres clásicas, vanguardistas, se atreven con lo diferente?
“Ha habido una evolución. Mirando 10 años atrás, al principio las mujeres decían me encanta, pero no es para mí, lo veían como algo lejano y eso, muestra una inseguridad. Pero de todas maneras, hay mujeres que se han atrevido a romper los cánones de tú no deberías usar esto porque tu edad o círculo social no lo permite.
“Además, todo es transmutable. Hay mujeres que nunca me vienen a ver en Santiago, acá usan traje de dos piezas y oro; pero van a Zapallar y se sacan todo y me compran mis diseños. O sea, uno es moldeable, uno no es tan rígido, y en el verano se produce una metamorfosis, porque se relajan más y se atreven”.

-Pero debe ser más difícil porque tu clientela no es la mujer joven atrevida.
“Sí, en general, los maridos restringen más a las mujeres que ellas mismas. Hay algunas que les encantan algunas cosas, pero dicen no, a mi marido no le gustó y lo devuelven. Es terrible”.

-¿La moda es muy uniforme, rigidiza?
“Sí, la chilena sigue mucho la moda. Mira ahora, no hay ninguna que no tenga una bota vaquera. Es determinante, pero precisamente, lo que la gente viene a buscar acá no es lo de moda”.

-El 2002 lanzaste una línea de joyas masculinas, ¿qué pasó con ella?
“Ay, fue un fracaso. El hombre chileno es demasiado conservador, no usa joyas, ni colleras, nada. La gente aquí no es elegante, los hombres no se arreglan, se quedan en el terno, pero no hay como eso de pretensión con las joyas. Creo que igual en la ropa tienen más alternativas dentro de; pero en el caso de las joyas, aparte de los gays, los hombres no usan”.


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