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El "apego" no es sólo para la niñez

Promover este vínculo cercano no le va a garantizar el éxito marital a la pareja, pero sí le brindará una vida de más satisfacciones y menos dolor.

03 de Octubre de 2005 | 17:54 |
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"Te necesité y no estuviste". "Me despidieron y no me apoyaste". "Yo lloraba y tú mirabas".

Lejos del "alharaqueo", son frases que no se debieran desoír. Y es que, en el fondo, pueden estar advirtiendo un profundo desamparo, un importante daño al "apego" de la pareja.

Sí, porque si bien este concepto se instaló en el imaginario colectivo para referirse al vínculo mamá-hijo, hoy se sabe que opera para siempre.
"Un aspecto fundamental de todo ser humano es poder compartir la vulnerabilidad y en esos instantes es cuando se activa su sistema de apego. Así como las primeras figuras de apego suelen ser los papás, lo esperable es que se vayan trasladando hacia los amigos (en la adolescencia) y la pareja (en la adultez)", explica la sicóloga, terapeuta familiar y de pareja, Diana Rivera.

Con el cónyuge, por lo tanto, se establece una potente relación de apego, pero que al igual que ocurre en los niños, puede ser del tipo seguro o inseguro. Así, dependiendo de los estilos de relación que cada uno traiga será el binomio resultante.

Nexo bidireccional
Apego
Es la necesidad de todo ser humano de establecer contacto con un otro cuando está en momentos de aflicción y requiere recuperar su estabilidad emocional.


Fernanda D. (28) es hija de padres separados, testigo infantil de un quiebre bastante tormentoso. No obstante, tras años buscando entender los hechos, hoy admite que nada bueno podía resultar de esa unión. "Mi viejo tiene muchas trancas, siempre tuvo una pésima relación con sus padres, dejó de ver al papá en la juventud, cero apego familiar. Mi vieja es el otro polo, hasta hoy súper sobreprotegida de su mamá. Es una persona que necesita apoyo, pero mi papá siempre la criticó, la tiró pa'bajo. Además, no soportaba que ella recurriera siempre a su familia, pero es que yo cacho que tampoco sentía ayuda en él".

Es imposible explicar las crisis maritales sólo desde el punto de vista del apego, sin embargo, es una variable que sí incide en el grado de conflictividad.

Por ejemplo, un pareja con apego seguro "se ha asociado con aspectos positivos de la relación, con altos niveles de compromiso, confianza y satisfacción", explica el médico siquiatra Luis Tapia, en su estudio "Algunas consideraciones para una Terapia de Pareja basada en la evidencia", publicada por la revista del Instituto Chileno de Terapia Familiar.

Y señala una particularidad del apego adulto, respecto de lo que ocurre en la infancia: es bidireccional. "En las relaciones adultas de pareja cada uno es figura de apego para el otro. En una relación ideal cada miembro tolerará moverse flexiblemente de una posición de dependencia a una de apoyo".

Además, agrega Diana Rivera, se promoverá la expresión de la vulnerabilidad en el otro. "¿Qué te pasa? ¿Estás triste? ¿Te puedo ayudar? ¡No te preocupes, yo me hago cargo!".

Investigaciones mundiales hablan de que, afortunadamente, los apegos seguros son los predominantes. La psicóloga, eso sí, se ha topado con una novedad.

En el marco de su doctorado en Psicología, está realizando una investigación en Chile sobre apego en adultos, encontrándose "con igual proporción de estilos de apego seguro y preocupados. Es decir, hay una importante tendencia a la ansiedad en nuestras relaciones de pareja".

La gente suele elegir contextos (parejas, trabajos, amigos) que reafirmen las creencias que uno tiene acerca de sí mismo y de los demás. Por eso no debieran extrañar algunos estudios que muestran que la gente con apego seguro tiende a buscarse entre sí; los inseguros también.

Al terapeuta suelen llegar estas últimas, siendo una combinación habitual y bastante compleja la de la mujer "preocupada" con el hombre "evitativo".
"Se da una dinámica donde ella aumenta cada vez más sus demandas y su enojo, esperando contar con el otro. Mientras él, que le teme a la afectividad, se empieza a retirar. Se genera así un círculo vicioso muy intenso".

Otra díada difícil son los "evitativo-evitativo". Ambos son muy autónomos, pero tienen el riesgo de formar mundos paralelos, donde nunca se encuentran.

Ahora, cuando ambos son "preocupados", suelen entrar a cuestionar la relación ante cualquier conflicto, se sumergen en una vorágine ansiosa donde todo constituye problema. Los temerosos, en tanto, son los menos; a menudo solitarios y con dificultad para entablar pareja.

Pero no todo es así de categórico. Una persona con apego seguro también puede unirse a otro de tipo inseguro y, generalmente, se convierte en el patrón predominante. Porque apoya al otro, lo trata con respeto y así se origina una experiencia emocional correctiva, ya que el miembro inseguro empieza a darse cuenta que sí es merecedor de cariño.


Polos opuestos

La evidencia dice que aunque los opuestos se atraen, al parecer el amor duraría más entre quienes se asemejan.

"Las experiencias y prejuicios sociales compartidos, las características físicas parecidas, intelectos, educación y clase social comparables, intereses mutuos, aceleran la etapa de enamoramiento y refuerzan la atracción inicial", agrega el especialista.

Esto se llama "hipótesis de Narciso".

Básicamente, se trata de que en un comienzo, hay cierto interés conjunto dominante que oscurece las diferencias, pero a medida que pasa el tiempo éstas se van haciendo cada vez más evidentes e importantes.

A juicio de la psicóloga Diana Rivera, no faltan quienes siempre andan en busca de alguien que los complete.

Por ejemplo, una persona con estilo evitativo quiere llenar su vacío al lado de alguien muy afectivo (de apego preocupado-ansioso). "Pero a la larga eso que te gustó en un inicio, puede transformarse en un gran problema".
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