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La energía inagotable de la ONEMI

14 de Diciembre de 2005 | 11:12 |
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Orgullosa del trabajo que ha realizado como jefa de protección civil, enjuicia los valores y errores de los chilenos en los momentos de emergencia. Reconoce haberse masculinizado en el cargo, pero también, el aportar el lado femenino que hace más cordiales las relaciones.

Su oficina tiene marcado a fuego su sello, la puerta está siempre abierta, entra y sale gente preguntándole cosas, trayéndole papeles para que firme, informándole de las diferentes situaciones en el país. Ella no se inmuta, entre un cigarrillo y otro (es una viciosa de tomo y lomo), contesta las preguntas de la entrevista, conversa con su equipo, retoma la entrevista, contesta el teléfono, manda un mail, habla con el ministro del Interior, después con la embajada de Estados Unidos, se toma un té… uff… tiene una energía inagotable.

Por supuesto, a la hora de retomar una respuesta se olvida de en qué parte iba, entonces, después de tratar de acordarse durante varios "Ehhh…", estalla en una gran carcajada y dice "te das cuenta de mi alzhaimer".

Asegura que la llaman "la bruja de la Onemi", pero ese no es el trato que se evidencia con su equipo; muy por el contrario, parecen convivir en perfecta armonía y ella ser la gran madre; eso sí, sin perder esa autoridad que evidencia su figura y su tono de voz, enronquecido por los años de pucho.

Cuando habla de la Onemi no hay cómo pararla; está tremendamente orgullosa de lo que han logrado en estos años con el director, Humberto Maturana y sus únicas quejas son hacia las críticas mal intencionadas; todo lo demás la tiene feliz y realizada.

Explica que el organismo es una oficina de protección civil, "que es un concepto bastante más amplio que manejar emergencias; la idea es evitarlas o reducir al mínimo los impactos que éstas puedan producir en un momento determinado".

La parte técnica está a su cargo; es un área sumamente compleja, porque contiene al centro neurálgico de la Onemi, que es el Centro de Alerta Temprana (CAT), el centro de operaciones de emergencia y, además, tiene capacitación, coordinación, difusión, centro de documentación, centro de estadísticas, análisis. El área técnica es la razón de ser de la Onemi.

Llegó el año '94 con Alberto Maturana, y su primera misión era corregir la imagen de la Oficina. "Vine a hacerme cargo de comunicaciones (se ríe a carcajadas) exclusivamente como jefe de comunicaciones; mi área es comunicación estratégica".

Empezó a diseñar un plan estratégico de recuperación de imagen y fue descubriendo, a través de una serie de estudios y encuestas, que la Onemi no era conocida por el común de la gente. "De los pocos que la ubicaban, o habían tenido algún contacto por diversas razones o bien la recordaban por los problemas administrativos y financieros", cuenta.

Pone como ejemplo a su madre –a quien califica como una gran lectora-, que cuando supo que Carmen se iba a la Onemi, le pregunto ¿Pero hija, qué sabes tú de Minería?. "Ni ella que es una mujer muy culta sabía qué era esta repartición".

-¿Cómo llegaste a ser jefa de protección civil?
"Chile estaba acostumbrado a reaccionar a sus emergencias; es más, yo creo que uno salía a la calle y preguntaba qué virtud destacaría más de los chilenos y respondían la capacidad de sobreponerse a sus desastres. Yo pensaba que había que empezar a anteponerse, más que a sobreponerse. El recurso humano estaba un poco a la espera de que ocurriera algún evento para poder proceder.
"A los dos meses, tenía un séquito de propuestas de gestión para darle un nuevo perfil. Propuse todo un sistema estadístico, el centro de documentación y, en el fondo, como que me fui ganando, por derecho propio, el hacerme cargo del área técnica. Una cosa era proponerlo y otra poder ejecutarlo, así que a los cuatro meses de haber llegado, ya estaba a cargo de ella".

-¿A qué se abocaron primero?
"Lo primero fue establecer una política de puertas abiertas; afortunadamente, Humberto Maturana es un comunicador por excelencia, absolutamente conciente del derecho a saber de las personas.
"Cómo puedes pensar siquiera que la gente pueda hacer lo que corresponde para autoprotegerse si no sabe cómo, con quién, cuándo tiene que hacerlo. Entonces, lo primero es informarla, educarla, orientarla; más aún, hay estudios que comprueban que la incertidumbre de las personas disminuye de manera inversamente proporcional a la calidad y frecuencia de la información que uno le proporciona".

-Pero eso no se puede hacer sólo a través de la prensa.
"En estas materias existen dos líneas: una, cara a cara interactiva con las comunidades, a través de programas de integración, y otra línea a través de los medios de prensa, que es una comunicación más medial, más masiva. Esas dos líneas han trabajado siempre de manera paralela, incluso hemos logrado que muchos medios de comunicación nos apoyen cubriendo algunas de las actividades que desarrollamos con las comunidades.
"Hemos generado vínculos muy estrechos con los programas matinales, con los que se llega a la familia, también con los de la tarde. Con los medios puedes multiplicar los esfuerzos, permanentemente estamos combinando distintas formas".

Cuenta que en el pasado a los periodistas no les abrían ni la puerta; ahora, hay una sala para ellos, con baño, teléfonos. "Aquí en situaciones de emergencia o de desastre grave, se vienen hasta con saco de dormir. Hemos desarrollando un trabajo muy compartido, muy estrecho, muy rico. Hemos logrado entender que podemos ser un equipo de trabajo".

-¿Todo ello porque tú eres periodista?
"No tiene que ver con una deformación profesional, sino con una convicción humana, de que sin comunicación no podemos conseguir una vida en sociedad, por eso hay un privilegio bastante importante a lo que son las redes comunicacionales, tanto internas como externas y con nuestras autoridades superiores. El primer Presidente de Chile que visitó la Onemi fue Patricio Aylwin, y vino en una situación de desastre, para un aluvión. Se empezó a generar un hábito tan grande que hoy en día el ministro y el subsecretario del Interior son parte del staff.
"Tenemos un estar para ellos y vemos a nuestros superiores como seres cercanos, parte del equipo; todos estamos embarcados en el mismo propósito".

Carmen Fernández asegura que "la comunicación no es la panacea, pero es el soporte estratégico por excelencia". Por ello, la labor se realiza a través de cuatro programas: extensión y perfeccionamiento (talleres y seminarios); el plan de seguridad escolar, que sigue manteniendo el nombre de Deyse, pero cambió absolutamente, ("sigue con el nombre, porque todo hijo debe conservar el nombre de su padre legalmente y si su papá es capaz de reconocerlo, con mayor razón"). El tercero es el de participación ciudadana, un trabajo conjunto con los municipios y los habitantes, y el cuarto, el programa de formación profesional (tres años de estudios, con un currículo absolutamente rígido, una malla curricular muy completa, que le permite a la persona aprender a reaccionar y manejar una emergencia).

-¿Te fuiste haciendo sola o tomaste cursos afuera?
"Toda oferta que había en el exterior fuimos tomándola con el director, nos fuimos especializando. Aquí no había ninguna sistematización en los estudios, no existían los expertos.
"La protección ciudadana abarca todo; tiene que ver con vivienda, con salud, con educación, con obras públicas, con urbanismo, con las fuerzas armadas, bomberos… este tema es absolutamente transversal, porque uno siempre está en una situación de riesgo, el riesgo cero no existe".

-¿Cuándo se para en un país como éste, que tiene riesgos de maremotos, terremotos, actividad volcánica, inundaciones, deslizamientos, aluviones, rodados, nevadas?
"Mucha gente dice ¡Qué rico se acabaron las lluvias!, pero para nosotros se acaban las lluvias aquí y las hay en el norte, donde no llueve nunca, o empiezan los incendios forestales.
"Emergencias siempre hay en el país, pero, además, siempre hay un trabajo paralelo que se está desarrollando. Por ejemplo, todas estas cajas que se están preparando son para hacer el último nivel de un curso en Valparaíso; paralelamente, hay un grupo monitoreando volcanes, equipos de sismógrafos, una unidad hidrometeorológica, una unidad química; de acuerdo al tipo de riesgo, existen unidades a cargo de un experto en el tema.
"Necesitamos análisis, no nos basta con que nos digan si va a llover o no, sino analizar e inyectar análisis de vulnerabilidad, de acuerdo a eso le damos un nivel de riesgo y podemos generar las alertas con la debida anticipación".

-En esto siempre juega el factor humano, en Katrina, la gente estaba avisada e igual no se fue, ¿eso pasa en Chile?
"Cuando partimos con el sistema de alertas, que fue una novedad en este país, pasó de todo, de todo. La minoría nos palmoteó la espalda y nos dijo qué bueno que nos estemos lanzando con un sistema con el que podamos alertar a las personas; pero la mayoría fue tremendamente discrepante".

-¿Al estilo de "nos están metiendo miedo"?
"Los medios no nos trataron bien, incluso entre ironía, hubo entrevistas en televisión en que las preguntas parecían más una burla, el '97 o '98, nos decían ¿qué es esto de la alerta? ¿de qué hay que arrancar?.
"Tuvimos que explicarles que no había nada de qué arrancar, porque si arrancamos ya estamos mal. Alerta es un sistema de vigilancia de una condición que puede llegar a constituir un mayor nivel de riesgo para las personas, para que ellas tomen las orientaciones que su criterio les indique y, en segundo lugar, las que les estamos entregando. Costó bastante meter esto; costó mucho. Me acuerdo incluso una vez que tuvimos que solicitar al entonces ministro del Interior, Carlos Figueroa, el año '97, que había que emitir una alerta aluvional, de frentón; él se comprometió y por oficio tuvo que decretar el estado de alerta. Así se empezó a asumir de manera progresiva, primero por la gente más ligada al tema como Bomberos, Cruz Roja, etc… hasta que logramos llegar al ciudadano común.

-¿Y hoy?
"Ya captan la diferencia entre alerta temprana, alerta amarilla, es un proceso de educación, y, como tal, los resultados no los vamos a ver de la noche a la mañana, necesitamos pasar sucesivamente de una etapa a otra. Son trabajos de largo aliento y hemos avanzado mucho. Ya los medios tienen absoluta claridad de lo que son las alertas; la comunidad cada vez las asimila mejor, cada día el listado de quienes reciben nuestras alertas se va multiplicando".

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