EMOLTV

Comunicarse es más que sólo hablar

El aislamiento y el desgano adolescente dificultan la relación padre-hijo. Aquí algunas pautas para saber acercarse.

07 de Febrero de 2006 | 17:06 |
imagen
Para muchos padres, entablar una simple conversación con un hijo adolescente resulta una verdadera carrera de obstáculos.

"Primero, tengo que rogar que no tenga la puerta de la pieza cerrada, porque eso es señal de que quiere estar sola. Si la logro pillar, sale con que está mal genio, amurrada o que le da lata. Hay veces en que está más llana, pero son pocas", dice Consuelo Rivera (42), madre de una joven de 15 años.

La tarea se facilita, según el sicólogo infanto-juvenil Fabio Sáenz, si los padres asumen desde un comienzo que los patrones de comunicación cambian inevitablemente cuando los hijos llegan a la pubertad.
Confianza
El 53,5% de los jóvenes prefiere hablar de sexualidad con sus amigos. (Estudio del Injuv)
Sólo el 30 % de los adolescentes dice conversar regularmente con su familia. (Informe del CNTV)

"No sólo es normal que los adolescentes se aíslen de sus padres, también es necesario. Es parte del proceso de definir su identidad", explica.

Aislamiento al que se suma, además de una mayor labilidad emocional, la necesidad de tratar temas más profundos y propios de la edad como los permisos, las drogas y la sexualidad.

El desafío no es fácil y superarlo exige algo más que ganas. "Mantener la buena comunicación en la adolescencia requiere armarse de paciencia y tiempo. Por ejemplo, olvidarse de dormir siesta el fin de semana y destinar ese rato a salir con sus hijos a pasear al perro o jugar a la pelota", aclara la sicóloga infanto-juvenil Carmen Collarte.

En lo que no hay que ceder es en la necesidad de establecer normas y límites claros. "Los jóvenes a esa edad necesitan más que nunca un rayado de cancha que ojalá esté previamente establecido y acordado", opina.
Usted SI lo diga
Estas frases pueden favorecer una comunicación fluida:
"Algo te pasa": las preguntas abiertas le dan la posibilidad de elegir lo que va a contar.
"¿Qué opinas tú?": le dan la idea de que, como padre, se está abierto a escuchar y entender la postura del hijo.
"¿Por qué hiciste eso?": le permite reflexionar sobre las causas que lo llevaron a cometer una falta o a reaccionar de determinada manera.
"Lo hago porque te quiero y me preocupo": le hacen saber que los límites no existen porque sí y que son una muestra de cariño.

Un aspecto clave es el tiempo que se comparte en familia, el cual debe ser motivante para el padre y para el hijo. "Si le dicen 'sentémonos a conversar', le va a dar una lata horrible. En cambio, invitarlo a hacer algo que le guste crea un ambiente más propicio para que el propio joven se abra", afirma Sáenz.

Esto además permite un espacio a solas con el padre o la madre, "lo que es muy importante para él, ya que por lo general los temas que le interesa tratar tienen que ver con la intimidad".

Pero, por favor, que no se convierta en un interrogatorio. "Es mejor que no lo inviten a subir el cerro si en la mitad lo van a tapar de preguntas, porque lo único que conseguirán es que no quiera ir más".

Y es que aún hay quienes tienen la idea de que comunicarse implica hablar, pero los especialistas coinciden en que respetar y valorar el silencio de un adolescente puede ser mucho más cercano, comprensivo y contenedor que llenarlo de preguntas. Lo que no significa que se le permita pasar horas encerrado en la pieza: si la idea es comer juntos, hay que cumplirla. "No importa si no conversan, la cercanía física también importa", dice Sáenz.
Usted NO lo diga
Si quiere que una conversación con los hijos no termine mal, evite utilizar las siguientes frases:
"Es que cuando yo tenía tu edad...": Al joven le carga que se comparen con él, piensa que sus padres no saben que el mundo ha cambiado.
"Cuando seas mayor, vas a entender...": a su edad se siente lo suficientemente grande como para que le argumenten por qué algo no es bueno.
"Te lo dije": si la embarrada ya está hecha, no es necesario remarcarle que hace tonteras a pesar de las advertencias.
"Lo hago por tu bien...": nuevamente la falta de argumentación. Es más sano explicarle por qué no le da permiso para algo.
"No sirves para nada..." : la adolescencia es inestable. Puede que se olviden cosas o que no se sepa cómo resolver algo, pero crecer con el fantasma de ser "un bueno para nada" no facilita las cosas.
"No me gustan tus nuevos amigos": mala estrategia. Los adolescentes actúan con solidaridad de tribu. Y si sus padres hablan así de sus pares, también lo están atacando a él.
"Te conozco mejor que nadie...": El adolescente no siempre lo siente así. Con sus amigos puede comportarse de otra forma o hablar temas que no toca en la casa. "Mi papá no tiene idea de cómo soy" puede pensar cuando escuche esto.

"A veces me interrogan mucho, como que quieren saber todo y no entienden que hay cosas que uno prefiere no contar", dice Valentina Balart (16).

Respetar ese silencio es clave cuando se trata de un hijo que está con problemas. Para saber qué ocurre, Fabio Sáenz recomienda que los padres les expresen lo difícil que es para ellos acercarse y tratar ciertos temas.

"Es súper rico para el joven que llegue el papá o la mamá y le diga 'no sé cómo preguntarte' o 'me complica abordar este tema', porque eso lo pone en el lugar de los padres: comprenderá que para ambas partes es difícil, lo que a la larga facilita la comunicación".

Pero hay que estar atentos a los potentes "enfriadores" de la relación padre-hijo que pueden salir a la luz sin que los primeros se den cuenta. Recurrir a frases como "está en la edad del pavo" o "qué te metes tú, eres muy chico para opinar", son algunos.

Claudio Jara (15) no tolera eso. "Siento que no me toman en serio. Así no pueden pretender que uno les cuente todo o que confíe en ellos".

Pero, claro, también hay que reconocer que a los padres también les cuesta lidiar con la dualidad niño- adulto que se produce en esta etapa.

Y son los límites y normas que tienen que ver con los permisos y horarios los más conflictivos. Por lo mismo, el llamado es a negociar e involucrar al joven en el acuerdo. Así se sentirá más responsable de cumplirlo.

Las normas deben ir ligadas, según Fabio Sáenz, a la racionalidad y a la afectividad. "Hay que dejar en claro que uno quiere que llegue a esa hora porque si no, no podrá dormir de la preocupación y darle razones, nunca decir 'porque sí' o 'porque yo lo digo'. Eso sí, es crucial que los padres se preocupen de que estas reglas sean cumplidas y le dejen en claro a su hijo que, de no ser así, habrá una sanción".

El golpe de la tecnología y las especiales características del mundo adolescente




EL COMENTARISTA OPINA
¿Cómo puedo ser parte del Comentarista Opina?