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El periodista al que le gusta cambiar ropajes

Es un personaje "freak", por decir lo menos. Ha sido un duro reportero de temas de denuncia, que incluso le valieron su despido del diario La Nación; también el impulsor de la opinología en Chile, y hoy, aparte de ser el editor periodístico de Rojo Vip, conduce Salón Vip, el espacio de conversación con los artistas eliminados; un programa que es la punta del iceberg de lo que espera lograr en televisión. Además, está feliz, acaba de ser padre.

17 de Enero de 2006 | 10:41 |
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Nació el 2 de julio de 1969 en Concepción. Sus papás vivieron un tiempo en Lorenzo Arenas y, cuando tenía cerca de tres años, se fueron a vivir a Hualpencillo, que hoy es la comuna de Hualpén. Allí pasó toda su infancia y adolescencia. A los 16 años, sus padres se separaron y volvió a vivir en Concepción, en el centro de la ciudad, con su madre.

Estudió siempre en el Colegio San Pedro Nolasco. "Hasta cuarto básico pagado; mi familia tenía problemas económicos así que como era bueno pa' la pelota –jugué en Huachipato-, me becaron en el colegio", cuenta.

-Pero además eras buen alumno, porque entraste a estudiar Medicina.
"Sí. Entré a Medicina en la Universidad de la Frontera de Temuco, porque mi familia se cambió de ciudad, pero no me gustó mucho la carrera".

-¿Por qué entraste, entonces?
"Me gustaba el tema de la salud, de los médicos, de los hospitales; pero, con el tiempo, descubrí que si no tienes vocación, y una vocación heavy, no te sientes bien en la cosa más cotidiana.
"Por ejemplo, yo quería leer a Cortázar, escribir… y tenía que estar leyendo papers en portugués de la fístula, de la tibia y el peroné" (se ríe).

Decidió, entonces, venirse a Santiago a estudiar algo que tuviera que ver con el periodismo, con escribir;"me gustaba mucho escribir, era lo que más me gustaba", dice.

-¿Estudiaste en la Andrés Bello?
"Sí, y tengo una anécdota muy buena. Llegué tarde, como en abril, por la indecisión, la familia y todo. Me bajé del bus y me fui directo a la universidad; unos amigos me la habían recomendado, porque había una mezcla ideológica que era potente en ese minuto (decanatos muy de derecha con Julio Dittborn y otros, como Jaime Hales, que vienen de otro mundo), además me habían dicho una frase clave para mí, que era una universidad de clase media.
"En fin, me fui a matricular y el tipo me dijo que la situación era bien complicada, porque casi no quedaban cupos y me retó por no haber vuelto a dar la PAA. Igual, se quedó con mis papeles y, como había estudiado medicina, tenía el medio puntaje… Todavía no llegaba a la Alameda con República y me estaba llamando por teléfono para que me fuera a matricular… ¡Súper choro!".

En segundo año de Periodismo, empezó a trabajar con Tati Penna; primero fue su ayudante en los ramos de la universidad y después en el diario "La Nación".

Y el periodismo, ¿qué rol juega?
"La carrera me pareció fácil, pero el periodismo en Chile me parecía… me parece malo aún, como periodismo. Pero como vocación, como este pequeño señor de frac, de buzo, de bluejeans o de pantalón Armani que puede ser el periodismo, que puede estar en cualquier lado y de distintas formas, me parece tremendamente exquisito.
"Creo que es una carrera súper linda, enriquecedora, desde poder comunicar una alegría, una medalla de oro, como Solabarrieta, hasta ese periodista que está denunciando un hecho de corrupción. Esos miles de vestuario, de ropajes que puede tener el periodismo son lo que me gusta".

-Tú sí que has jugado con los ropajes, del periodismo duro a la farándula.
"Sí, poh, y por eso los valoro y te digo que son todos muy decentes y muy queridos".

-¿Por qué llegaste a la "opinología"?
"Fue un accidente de mi vida, no más, un accidente laboral. Siempre he tenido opinión y siempre me ha gustado la música, el cine; de hecho fui editor de Cultura y Espectáculos de 'La Nación', antes de ser el editor de 'La Nación Domingo'. Cuando me fui quedando sin trabajo, porque nos cerraron, había que ganarse los porotos y me fui a trabajar a la tele y estuve en el equipo fundacional de 'La última tentación'.
"Después de un tiempo en Chilevisión, de nuevo tuve problemas con el poder".

Cuenta que era director de la revista "Plan B", que hizo un reportaje sobre el juez Calvo y Chilevisión, también. El canal se había metido en problemas con el tema y "había una tesis muy dura de complot", entonces, para no ensuciar más las aguas, se fue del 11 y se quedó sin trabajo.

-¿Yyy?
"Se dio la oportunidad de opinar de espectáculos y vi en ello una posibilidad de opinar de la sociedad. Mi paso por la opinología para mí es súper positivo. Creo que dije cosas, siendo opinólogo en el matinal de TVN, que fueron un lujo; comparé lo más vulgar con lo más elegante".

-¿Un lobo disfrazado de oveja?
"Sí y se lo agradezco a Mauricio Correa y a Jorge Hevia, un gran conductor que aprendí a valorar por su tremenda solidaridad en pantalla. En esa época fui muy feliz, contrario a lo que todo el mundo piensa".

-Pero generaste como anticuerpos en la gente, en el público?
"Más que anticuerpos, generé un llamado de atención, por el estilo. Salí todas las mañanas no porque no me quisieran; generaba una relación de odio y de cariño, porque en algunas cosas era súper tajante. En la tele, también, aprendí a decir las cosas con risas, con humor, porque el formato era otro.
"Me puse a hablar en la tele como escribía en el diario y eso generó un shock en la gente, ¡puta este weón que es duro, ¿cachai? Me adapté a la tele y la gente se acostumbró a mí y eso fue súper potente.
"Los anticuerpos eran de los medios y de la crítica".

-¿Cómo te fuiste ganando los otros espacios en TVN?
"Ah, con trabajo. Soy súper trabajador y además, creo que tengo mi grado de brillantez para lo que hago. Me empezaron a valorar y a cachar que yo no era un weón incendiario, sino un tipo correcto. Me acusaban de incendiario, de comunista, de ser muy duro, porque denunciaba actos de corrupción o una tremenda injusticia social, denunciar empresarios…"

-¿Te refieres a "La Nación" o a "Plan B"?
"A los dos. Hacíamos un periodismo que era súper correcto y súper honesto y pasó a ser periodismo incendiario. La gente que me conoció después, cachó que soy un tipo correcto, un tipo decente, que hace ese periodismo porque creo en él".

Dice todavía esperar una disculpa de "los tipos que exigieron mi cabeza y por los que perdí el trabajo en "La Nación", por denunciar que los dineros de Indap –destinados a los campesinos más pobres de este país- estaban siendo usados para campañas políticas. Con el tiempo, una comisión del Congreso descubrió que todo lo que dijimos era verdad".

Sigue, todavía, molesto: "Todavía espero que, en un arrojo de decencia, alguien del directorio de ese diario me llame para pedirme una disculpa. Porque publicar esas cosas hacen bien, incluso a la Concertación. Cuando un diario de gobierno es capaz de decir dentro de nosotros estamos haciendo algo mal, lo engrandece. Los grupos que son capaces de reconocer sus equivocaciones son los que ganan más credibilidad y crecen".

-Pero hay gente que no puede creer que el opinólogo sea el mismo periodista duro de esos tiempos.
"Eso pasa, he tenido anécdotas increíbles con eso. Un día llegó aquí a recepción (de TVN), un señor a darme las gracias –después de dos años, por un reportaje publicado en 'La Nación'- y me dijo que hay gente que a usted no le tiene tanta buena, que cree que es muy frívolo, pero yo me encargo de decir que usted es el mismo que escribió esto.
Fue heavy, porque un señor, que yo no conozco, tiene un apostolado de limpiar mi imagen.
"También gente de la música, cuando la opinología en general era como de quinta categoría…"

-Ya no la encuentras de quinta categoría.
"Nunca la he encontrado de quinta categoría. Siempre he pensado que los opinólogos vinieron a jugar un rol, vinieron a hablar; cuando los que tenían el rol de conductor – por lo estudios y las encuestas- no se podían quemar, no podían decir que el programa de al lado era malo. Nosotros no tenemos problema en decirlo y en decirlo en la tele".

-¿Por qué tan mal mirado, entonces?
"Porque hubo gente que empezó a hacer un cuestionamiento valórico de las actitudes privadas. Eso fue algo que yo nunca hice. Ahí murió; cuando cuestionas valóricamente la homosexualidad, la infidelidad, a una persona por cómo es y no por lo que hace, ahí la cuestión se chacrea y empezó a ser muy fácil descalificar a partir de lo privado y no del oficio.
"Yo iba preparado, no llegaba diez minutos antes a hablar de cualquier cosa. Sabía donde iba a meter la cuña ideológica, de compromiso social. Es así o no es. Esa es la gracia, que la gente crea que es espontáneo y natural, pero que no tiene nada que ver con que no sea preparado. Los argentinos en eso dan clase, parece que 'Video Match' fuera un despelote, pero está todo preparado, hasta el último detalle".

-¿Vas quemando etapas? Porque ahora estás en un escenario mucho más intimista, con "Salón Vip".
"Es el que más me gusta; siempre he dicho que en la tele quiero hacer un late night, nada más. El programa de estos artistas que vienen de vuelta te da el lado intimista, pero quiero hacer un late que tenga el lado intimista, con el lado irónico, burlesco. Ese mi norte en pantalla".

-¿Y fuera de ella?
"Construir programas y horas de contenido –ése es el nombre que yo le he puesto-. No sé si es muy loco o muy adelantado, pero creo que los canales no deben construir ni parrillas ni programas ni formatos; más adelante tienen que construir horas de contenido".

-¿Crees que hay que volver a captar al público más instruido, que ya no ve televisión abierta?
"Esa es la idea, por ejemplo, de hacer el late, mezclar ironía con intimidad. Hay un ejercicio que hago siempre y que me desespera, ¿qué pasaría si Gabriel García Márquez llegara Chile? ¿a qué programa iría? No hay dónde entrevistarlo.
"Es ahí donde la televisión tiene una deuda, en el nicho de los jóvenes, de los líderes de este país, de los que están en puestos importantes. La gente de 30 no tiene tele. No tiene espacios donde haya humor de verdad, no burdo; donde se puedan reír del poder… en Chile nadie se ríe del poder".

"Soy súper frágil en materia emocional"

"Ser el primer hijo ilustre de Hualpén es un orgullo"


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