De la radio Agricultura se fue a la Amapola, a la Recreo, Agricultura nuevamente; después, se vino a Santiago y estuvo en la Pudahuel, en la Galaxia, en la Nacional, en la Portales, radio Chilena, radio Nina, radio Corazón. Pero también comenzó su carrera televisiva.
-¿En televisión también partiste en UCV?
“Sí, con ‘Telemanía’. Después me vine a ‘Sábados Gigantes’, en canal 13”.
-¿Olvidada la pelea con Don Francisco?
“Sí, absolutamente. Tiempos pasados”.
Después se fue a Megavisión; luego, la primera etapa de Chilevisión; de nuevo, Mega y, de vuelta, al 11. Allí lleva cinco años; el período más largo en un canal.
-¿Te sientes cómodo en lo que estás haciendo?
“Sí, absolutamente. En este minuto –y voy a ser medio infidente- hay muchos colegas que vienen para acá y dicen ojalá pudiera trabajar tan tranquilo, tener la película tan clara y tener tanto por hacer. Nosotros tenemos todavía mucho por hacer y anda todo tan bien; los proyectos funcionan; hay una disciplina que antes, cuando estuve aquí hace más de una década, era más bien entusiasta; ahora es una buena empresa, con un respaldo económico importante”.
-¿Sientes que la gente se divierte contigo?
“Mira, yo no me veo, no me gusta verme. Me encuentro patético, no me soporto, no me gusta verme en la tele. Me da pavor verme, no sé como la gente me ve”.
-Pero tienes buena sintonía y la gente te quiere.
“En el fondo, hay una cosa como de hospitalidad, de ser un buen anfitrión. Mi papá siempre fue un tipo muy ganoso, muy divertido, muy rápido. Es un factor familiar constante, mi hijo mayor es una dinamita… yo estoy seguro que él me va a superar, que va para esto. Yo le respetaré todo lo que decida, pero tiene una carrera YA (lo recalca). Tiene donde moverse”.
Lo dice profundamente convencido, a pesar de que el hijo en cuestión tiene sólo 7 años. Y lo reafirma: “Él se sienta en una mesa y cuenta historias. Tiene un vocabulario riquísimo”.
No obstante el orgullo con que Leo habla de su padre, aclara que “uno es la justa mezcla de su papás” y por eso, asegura, heredó de su madre, su diplomacia, el hacer sentir bien a los demás, el acoger. “Creo complementar muy bien las mejores características de ambos: tomé lo mejor de los dos y construí un personaje amable, tolerante y con mucho tino”.
-¿A eso atribuyes que te puedes dar el lujo de hablar en doble sentido y no causar malestar e tus invitados?
“Siempre jugué al pícaro; nunca es tan grave lo que se dijo, porque lo alivianó la manera de decirlo. Siempre he dicho que no hay malos chistes, sino malos remates o malos rematadores”.
-Tienes súper claras tus cualidades.
“Sí, sí, sii. Yo sé qué decir, cuándo y también sé frenar ahí, en el momento justo”.
-¿Y el afiatamiento con la Jennifer Warner, en “REC”?
“Hemos hecho un trabajo interesante. La Jenny pone su cosa de rigor, así medio alemana –yo le digo que es Wagner, no Warner-, es estudiosa y yo soy más de dejar que las cosas pasen. Al principio no fue fácil, pero después nos descubrimos así y me di cuenta que los papeles encima de la mesa la segurizaban. Tanto, que yo también los tengo, pero ni los miro.
“Ha sido una muy buena compañera, una bonita relación. La gringa es empilada, anda todo el tiempo con ideas; en eso nos parecemos harto”.
Cuenta que ahora que está esperando guagua hay que pedirle que baje un poco las revoluciones, pero “cueeeesta. Este año no estará en el programa, pero nos deja un gran aporte”.
-¿Proyecciones en TV y radio?
“Partamos por la radio. Este año cumplí 25 años y quiero llegar a viejo –si ya no llegué, en este mundo que se es viejo a los 30- trabajando con ideas, con diversión, con un público popular ávido de que le cuenten cosas. Hacer humor sin libreto y dialogar con la gente me mantiene súper alerta, es estimulante. Te da unos reflejos que se notan. La radio me enriquece y me enloquece”.
-¿Y la televisión?
“Te da mucho crédito, mucha popularidad, pero la radio es una pasión de todos los días. Ni siquiera me pregunto si me están pagando bien… no, no. A la radio voy con otra disposición; es una terapia. De repente, en la casa a uno lo retan, pelea con la señora o con los niños, y llegas a la radio y tienes el dominio absoluto… es una volá ¡yo no lo cambio por nada!
“Pediría el privilegio de quedarme en la radio hasta estar bien viejito… bien viejiiiiito”.
Sigue y sigue; los ojos le brillan; cuenta anécdotas con su público; hace comparaciones con la trayectoria de su padre. No hay duda, la radio lo hace vibrar, lo enloquece; tal como dice.
-Insisto, ¿y en la televisión?
“No, está todo bien. Este año hay un REC más crecido, hay más presupuesto, hay algunas contrataciones que no puedo contar; algunos cambios, pero todo, todo en positivo. También varios proyectos por realizar”.
-¿Programas más en serio no te interesa hacer?
“Noo… es que no puedo aparecer mañana como Pato Bañados, que lo respeto mucho, pero no soy así. Creo que gran parte de la vigencia en la tele pasa por reconocerse uno, y qué puedo y qué debo, dónde la gente me tolera.
“¿Qué pasa si yo aparezco en el noticiario central? Yo puedo leer las noticias, pero… ¿quién me cree? No poh, no puede ser no más (y se mata de la risa).
“No puedo poner a Alejandro Guillier en Primer Plano; hay especialidades, y la mía, es la diversión”.
A eso, precisamente, atribuye el éxito de REC. “Somos un programa de alta convocatoria, nadie se niega a venir, porque no agredimos ¿Para qué? Si venimos a entretenernos, a mostrar el lado B, a hablar leseras, nada más, ni nada menos”, dice.
-¿Animar el Festival del Huaso es un desafío?
“Bonito desafío, muy entretenido, por el formato que el canal quiere imponerle. La música folclórica es de todos, es dinámica, va cambiando, es como un lenguaje. Vamos a hacer un festival para el huaso del siglo XXI. La esencia se mantiene, pero las condiciones han cambiado”.
-¿No te da un poco de temor?
“Lo único distinto es que se transmite por televisión, pero ya he animado varios festivales, ¿por qué tendría que tener temor?
“No le veo mucha diferencia. Concibo al animador como un gran anfitrión, empático, un tipo que está para facilitar cosas, para administrar los tiempos; está a favor y está por el espectáculo; no es un protagonista de primera línea.
“Es un trabajo donde las condiciones personales priman. Y ese es un punto que creo tener ganado. No sé qué tendría que pasar para que me fuera mal”.
-¡Qué confianza!
“¿Por qué no? si lo he hecho tantas veces ¿Me voy a poner mudo, me voy a callar?... no creo.
“Hay una dosis de tensión, de adrenalina, de hacer la diferencia ¿me entendís?, pero no más que eso”.