León Cohen es siquiatra, sicoanalista y actor. Muchos lo vieron en el teatro, hace un par de años, cuando montó "La secreta obscenidad de cada día", junto a Marco Antonio de la Parra. Pero son muchos más los que se han acercado al diván de su consulta, atraídos por su prestigio y sus más de 25 años de profesión. Sus temas son variados, y entre ellos está el de las relaciones de pareja y el de la sexualidad.
-¿Cuál cree usted que es el principal problema de las parejas, relacionado con el sexo?
"El desencuentro. La casa ha dejado de ser un lugar de encuentro e intimidad y en muchos casos se ha transformado en un espacio donde se busca el aislamiento de los estímulos, la relajación y el silencio mental. Estando juntos los miembros de la pareja no se hablan o evitan toda comunicación que implique una cierta intensidad emocional. El punto es que para que haya vida erótica es necesario que exista vínculo humano, y el desencuentro lo limita o impide. La fatiga y el hastío disminuyen la motivación hacia el encuentro erótico, y hacen que el acercamiento sensual implique un enorme esfuerzo".
-¿Cómo llenan este vacío en el día a día?
"Este hueco muchas veces es llenado con entretención superficial, que permite un cierto vacío mental. Puede ser un programa de televisión o actividades sociales también superficiales. Pero no hay que olvidar que estos modos son parte de la vida diaria, y no tienen nada de malo. Cuando se transforman en la sustancia de la cotidianidad viene la pérdida del sentido, lo que lleva a que actividades tan significativas como el encuentro erótico se empobrezcan, y muchas veces se convierten en rutinas meramente prácticas, una secuencia de tareas por cumplir".
-¿Cuántas relaciones sexuales (en un determinado espacio de tiempo) debe tener una pareja para considerarse "normal"?
"He aquí un nuevo mandamiento moderno: Obedecerás a las estadísticas. Puede decirse que una o dos relaciones sexuales semanales es un promedio normal. Sin embargo, las variables son múltiples; los embarazos, la lactancia o incluso la crianza del bebé implican frecuencias más alejadas. Los primeros años de una pareja joven a veces implican poco tiempo y energía para la vida sexual durante la semana laboral, etcétera. La impronta de la normalidad a veces se transforma en un mandamiento que conlleva mucha culpa en parejas que se sienten anormales por estar teniendo frecuencias diferentes. De este modo, en un mundo donde la sexualidad ya no es un secreto, la vida privada sexual se esconde por temor a no ser "normal". Además, hay que tener claro que las estadísticas no consideran la eroticidad, que no se corresponde uno a uno con los coitos".
-¿Puede haber sexo sin comunicación en la pareja?
"Puede haberlo y placentero. Ahí tenemos una comunicación no verbal a través de la corporalidad. En la vida sexual adolescente es frecuente y en la eroticidad aventurera del affaire. La eroticidad no implica una larga, sofisticada e intelectual comunicación, sino que el arte de la sensualidad que se basa en pequeños y leves estímulos que levantan la fantasía. A medida que pasan los años es necesario que haya más comunicación en la pareja, de manera que las transformaciones de la vida erótica puedan ser construidas en complicidad".
-Muchas mujeres no entienden que sus maridos se sigan masturbando después de casados, piensan que sólo es algo propio de la adolescencia.
"La actividad masturbatoria no se inicia en la adolescencia ni desaparece con ella. Se inicia mucho antes y se prolonga durante toda la vida con ritmos, intensidades y frecuencias que difieren de acuerdo a las circunstancias de cada individuo. Por ejemplo, puede ser comprensible que un hombre se masturbe con una frecuencia mayor de la habitual en el último período del embarazo de su esposa, cuando es más difícil tener vida sexual. Así como en ese período es más frecuente también que se produzcan las relaciones extraconyugales. Hay quienes prefieren masturbarse a involucrarse con otra mujer en este período. Pero es normal, lo mismo que la masturbación femenina. Por lo mismo, ni el hombre ni la mujer deben sentirse menoscabados porque su pareja se masturbe de vez en cuando. Lo que sí, hay que poner cierta atención si es demasiado frecuente, como una vez al día, por ejemplo, cuando supuestamente tienen una vida sexual satisfactoria. Ahí algo pasa".
-¿Qué puede pasar?
"A lo mejor esa vida sexual no es satisfactoria para él, a lo mejor es homosexual no asumido, a lo mejor eyacula precozmente y está intentando descubrir cuánto puede durar; hay montones de alternativas. Pero insisto, no es que la masturbación adulta sea anormal en sí, son cosas que se tienen que analizar de acuerdo con las circunstancias específicas de las parejas y de los sujetos".
-¿Y esos hombres que son adictos a la pornografía en internet y no le cuentan a la señora?
"Eso tiene que tener un propósito. Si una persona está permanentemente bajando pornografía en internet, sólo la ocupa para él y no se conecta con la actividad erótica de la pareja puede haber un problema serio. Esta actividad es muy común - estamos hablando de la pornografía para gente normal, sin patologías- ; el punto es qué camino toma esa excitación sexual. Todo consiste en eso. Ahora, si el tipo esconde una actividad masturbatoria compulsiva quiere decir que está en problemas, por ejemplo, que tiene algún tipo de disfunción sexual y le aterroriza estar con su señora".
-¿O que ya no quiera estar con ella, simplemente?
"Puede ser también que el deseo hacia su esposa esté empobrecido por algún tipo de conflicto. Pueden haber cambios físicos por enfermedad, sicológicos, situaciones de resentimiento entre los dos, etcétera. El punto es que no en todos los casos es perversión. Incluso el hombre puede estar bajando material sexual para compartirlo voyeurísticamente con la señora en juegos sexuales propios de la pareja. Ahora, cada vez más las parejas se están abriendo a este mundo. Antiguamente era considerado todo perverso, degenerado, pero hoy las mujeres están mucho más abiertas a lo erótico y a lo sexual, mucho más integradas. De aquí el éxito de los canales adultos en el cable".
-Ya que habló del físico, ¿por qué hay hombres que no aceptan que sus mujeres cambien físicamente con el tiempo?
"Este fenómeno cobra un papel importante en hombres que tienen una estructura de personalidad con rasgos narcisistas muy marcados. Les cuesta mucho comenzar a conocer en términos reales a la mujer de la que se enamoraron, el hecho de que tenga, como todos, cosas positivas y cosas negativas. Esto también incluye los cambios corporales que vienen a través del paso de los años y con el primer embarazo. Hay hombres que sienten repulsión hacia sus mujeres en este período, lo que a veces los lleva a una relación extraconyugal o a un rompimiento de la relación de pareja. Por eso hay algunas mujeres que hacen esfuerzos tremendos para que el embarazo sea como un anexo y el resto de su cuerpo permanezca idéntico, cosa que es bastante terrible".
-Pero la mayoría no es así.
"En otro tipo de hombres existe la capacidad de tolerar la emergencia de estos aspectos de la realidad, es decir, que luego de que se case va a ir conociendo mejor a su esposa y que tanto él como ella van a cambiar con los años. Por el contrario, los narcisistas son los tipos que se casan con una niña espectacular y a los pocos años, cuando ya está un poquito ajada, como nos ocurre a todos, ellos buscan a otra. Usualmente usan frases como: Se fue la pasión. Y tú sabes, cuando no hay pasión no hay nada. Un absurdo".
-Cambiando un poco de tema, ¿a qué se debe que algunos hombres detesten que sus mujeres tomen la iniciativa en materia sexual?
"La intimidad significa una entrega, un desarme y una exposición. La penetración es una prolongación de esto. Algunos hombres se sienten ansiosos ante mujeres con iniciativa porque les angustia quedar en manos de sus mujeres, ser como una mujer, ser tomados por ellas. A veces se trata de hombres que han construido su vida en un rol de hipermacho y les aterroriza eso, porque lo ven como una desviación homosexual latente. En otras ocasiones se sienten amenazados pues asocian esta actitud con una tendencia prostibularia de la mujer y el temor de ser engañados por ella".
-Hoy, en que las relaciones entre hombres y mujeres son más simétricas, ¿es la infidelidad femenina un hecho muy frecuente?
"La infidelidad femenina se da sobre todo en aquellas mujeres que tienen una vida más autónoma, son más autosuficientes y no están dispuestas a tolerar un sometimiento a una insatisfacción crónica e incomprendida por parte del hombre. Muchas veces están abiertas a conectarse con hombres en el trabajo, que no necesariamente les suscitan una excitación sexual o son más atractivos que sus maridos, no. Muchas veces son hombres más gentiles, más amables y más acogedores con ellas, ciertamente aunque ellos mismos no sean así con sus esposas en la casa. Ahí hay un espacio diferente, en la mañana, al mediodía, no se está con el agotamiento y el estrés de la noche y se está también en una actitud diferente de la que se puede estar en el hogar. En este sentido, el asumir sus derechos también a ser queridas y deseadas es un índice de desarrollo de las mujeres como personas, un cambio y una posible puerta al reconocimiento de los conflictos por parte de los hombres en su encuentro con las mujeres".
-Pero los hombres todavía no son capaces de perdonar una infidelidad, no así muchas mujeres.
"No está en la cultura masculina asumir una infidelidad femenina, aceptarla, aunque al final casi siempre estas cosas, al conocerse, deben enfrentarse. Muchos se deprimen, se angustian, se desesperan o se indignan. Pero si el esposo quiere a su mujer y no quiere perderla tiene que abrirse a un espacio en el cual ella le explique qué ocurrió. Y que ella le pueda explicar que quizás estaba aburrida de que cada día él llegara del trabajo a ver televisión, que no conversaban nunca, que hace meses que no salen, etcétera".
-¿Los hombres están dando ese espacio?
"Por desesperación. Los hombres están cada vez más, viviendo con desesperación la pérdida de su hogar. Porque éste es un mundo muy difícil. La gente no tiene cómo encontrarse, no es fácil volver a encontrar pareja, además que quieren seguir en contacto con sus hijos chicos, en el caso de esas parejas que se separan muy jóvenes. Es complejo. Hay hombres que se angustian por tener que dejar su pieza, su cama, su televisor. Esa rutina que les da seguridad y paz, y el estar viendo techos de moteles les genera una ansiedad tremenda. Entonces, muchas veces cuando ha pasado un poco la crisis el hombre dice que quiere quedarse con su familia, se da un espacio para hablar con su esposa, por ejemplo en una terapia. Existe esa posibilidad, sobre todo en gente joven que está formando su matrimonio".
-¿Entonces hay que decirlo para que cambien?
"No, ahí hay un tema muy crítico. Yo soy partidario de que la infidelidad puntual no se confiese. Porque queda un trauma que no se olvida nunca. No así la infidelidad crónica porque corroe a toda la familia por mucho tiempo y por ello debe definirse. Más bien soy partidario de que la mujer le diga a su marido que están en problemas y que ella ha empezado a mirar para el lado. Advertirle que la infidelidad es una realidad que puede llegar a suceder y que el matrimonio tiene que cambiar si es que no quiere separarse. Hay que tener ocurrencia para enfrentar estos temas, y si la mujer lo plantea así es posible que su marido reaccione. Lo central es lograr el encuentro, un momento de minutos pero significativo para los dos".