Atrás quedaron esas bases de maquillaje densas y de difícil aplicación. Hoy, cuando se habla de base o fondo de maquillaje, nos encontramos con productos delicados y cada vez más específicos, capaces de proteger la piel y que respetan las necesidades de los distintos tipos de cutis. Y es que junto con ser de los cosméticos más imprescindibles en todo kit de belleza femenino, también son un buen ejemplo de la evolución y mejora de las fórmulas cosméticas.
La base nació al amparo del cine y de la mano del maquillador Max Factor en 1937, cuando inventó el famoso pancake para unificar el tono de piel de las actrices de la época. Desde entonces las distintas firmas cosméticas han ido mejorando sus texturas y acabados hasta llegar a una generación de productos que podrían definirse como verdaderos tratamientos de belleza. Es que sin olvidar su objetivo central de iluminar y favorecer la piel naturalmente para que refleje salud, sin percibir que hay un producto de por medio, hoy las bases también son capaces de corregir el aspecto apagado y gris del rostro, y de disimular imperfecciones.
Además permiten aclarar las zonas en sombra y asegurar una mejor cohesión de la capa córnea, lo que se traduce en un cutis más liso. También han sido enriquecidas con sustancias hidratantes, rejuvenecedoras y filtro solar, lo que asegura además una efectiva acción antiedad. De hecho, existen productos que favorecen la firmeza de los tejidos, alisan las líneas y son capaces de tensar la piel momentáneamente.
Hoy también se habla de productos inteligentes, con lo que se hace referencia a bases que se adaptan a las necesidades de las distintas zonas de la cara. Es así que nos encontramos con productos que equilibran las zonas grasas y confortan las más secas.
Ante una variedad cada vez más amplia y específica, no debe descuidarse la elección de la base adecuada, y en ello importa el tipo de piel, el tono, la textura y acabado de los productos. En cuanto al tipo de cutis, la regla básica es que un rostro oleoso, donde las glándulas sebáceas producen más grasa de la normal, debe usar formulaciones libres de aceites y no comedogénicas. Mejor si poseen propiedades matificantes que eliminan el brillo. Por el contrario, si se trata de un rostro seco, requerirá una base rica en componentes nutritivos y emolientes. En el caso de cutis mixtos las bases inteligentes antes descritas serán la mejor opción.
El tono de la piel también es determinante en la elección, pues hay colores que se adaptan mejor a ciertas pieles. Por ejemplo, el beige neutro le va bien a rubias y morenas, los tonos claros se adaptan mejor a los cutis pálidos, y los con base rosa a los mate. Se dice que las personas de piel blanca-rosada deberían preferir las bases claras con fondo tostado; las de piel blanca-amarilla, claras con fondo rosado, y las morenas, con fondo rosado.
No debe olvidarse que la idea no es variar el tono de la piel, sino uniformarlo y que el producto resulte invisible cuando se aplicada en el rostro.
En cuanto al acabado de los productos, existen bases que además de unificar el tono de la piel, aseguran un acabado satín o incorporan destellos de luz a partir de diminutas partículas brillantes y reflectoras de la luz ambiente. También existen las que a pesar de ser compactas, tienen un acabado de polvo para sellar el maquillaje.
Saber aplicar
No importa qué tan mejoradas sean las bases de maquillaje, una mala aplicación puede arruinar cualquier look. Para evitarlo, aquí van algunas recomendaciones básicas.
- Para conseguir un buen resultado es importante partir por limpiar, tonificar e hidratar la piel antes de aplicar la base. Eso facilitará su posterior distribución. Hay que esperar unos minutos tras la limpieza e hidratación para maquillar, tiempo necesario para que la crema aplicada se absorba bien.
- La base debe aplicarse en toda la cara, es decir, pómulos, frente, nariz, mentón e incluso en los párpados, empezando desde la nariz hacia fuera.
- Si bien hay quienes se sienten más cómodas aplicando la base con una esponja, se recomienda extenderla con los dedos, ya que el calor de éstos hará que la base se funda mejor en la piel.
- La idea es aplicarla en pequeñas cantidades, extendiendo bien y mezclando. El objetivo es depositarla sobre la piel, no arrastrarla por ella, por eso lo mejor es ayudarse con suaves golpecitos con la yema de los dedos. Para zonas delicadas como el contorno de ojos se debe utilizar el dedo anular, que es el que ejerce menos presión.
- Se debe extender el color hasta los extremos de la cara, cuidando de difuminar naturalmente en la línea del pelo y mandíbula. Lo mismo en los contornos de la nariz y ojos.
- Es importante maquillar con la luz adecuada, es decir, aquella con la que después te verán los demás. Asimismo, es importante buscar la luz directa y no hacerse sombra.