Sabe, aunque le cuesta reconocerlo, que el 2005 fue un año redondo para ella. El problema está en que como es extremadamente exigente, dice que no puede ser catalogado así si uno está al debe con los familiares y los amigos.
“Más bien fue intenso”, dice y agrega: “redondo me da la sensación de que todo salió bien y si bien, en lo profesional lo fue, porque difícilmente voy a tener un año de oportunidades igual a éste, tuvo enormes costos y no pude hacer nunca más ni una otra cosa. Redondo habría sido que las amigas cuenten contigo, poder ir al gimnasio o salir a comer si tienes ganas”.
Así es Constanza Santa María, quien, a los 32 años, no tenía planeado participar en dos debates presidenciales –uno televisado por CNN y otro, de los únicos candidatos que pasaron a la segunda vuelta-, ni tampoco dirigir un programa político que generó polémica, ni ser cabeza visible del noticiero central del canal 13.
Su agenda de trabajo es apretada y ágil, un torbellino como lo es ella al hablar. Se atropella con las palabras, como tratando de no perder ni un segundo que en televisión son tan valiosos y por eso, da la sensación de que nunca se detiene.
Con esa sonrisa fácil -que quienes la conocen saben no pierde nunca en privado, aunque en la pantalla pocos se la vean- la “Cony” espera tomar sus vacaciones para poder hacer todo lo que ha dejado pendiente.
-¿Quedó la sensación de que Constanza Santa María marcó la diferencia en los programas políticos, considerando que es un área que estaba alicaída?
“Me cuesta verlo así. Soy de la tesis que eso lo tiene que decir el resto, porque uno está demasiado involucrada. Ahora, sí creo que el canal se la jugó por el tema político, por dar el espacio y yo me la jugué por ponerle pino, todo. Tengo un estilo que a algunos no les gusta, pero si marca y no pasa inadvertido. Creo que eso es verdad, para bien o para mal, porque hay gente que me dice
sé más neutra, no le pongas tanta visera y en ese sentido creo que es un estilo que se nota.
“Creo, básicamente, que era el año de la política. A mí el tema político me fascina y lo encuentro entretenido y creo que la gracia como periodista es traducírselo a la gente. Yo sí creo que tenemos un rol social como periodistas y este año era que la gente votara más informada, que conocieran los candidatos, que se entendiera que se estaba eligiendo y eso, siento que lo logramos. (Y en esa autocrítica permanente sigue) Los debates pudieron ser más largos, más espontáneos, los programas de televisión también pudieron ser más extensos para poder debatir más temas de fondo, pero me siento honrada de haber estado ahí”.
-Tú dices que le pones mucho nervio. ¿Crees que representas a esa gente que está cansada de esos discursos blandos y neutros?
“La gente con la que me encuentro en la calle me hace sentir que los estoy representando a ellos, que la gente quiere decirle
pero hasta cuándo, cuénteme la firme y ven que uno hace eso. Creo que hay una representación de aquello, demás está decir que la sensación que hay es que al político no se le cree, que tiene doble discurso, y yo no creo que todos sean iguales o que haya que generalizar, pero si la sensación es que nadie se diferencia, el discurso es para todos igual, tratar de quedar bien con todo el mundo.
“Además, veníamos de otra campaña del año 2004, que era municipal, que a lo mejor no tenía la misma importancia, pero la gente venía con la sensación
sabís que más, hasta cuándo me prometen tanta cosa. Entonces tengo la sensación de que sí se valora eso, que uno enfrente al político que le diga
oiga, usted no puede estar bien con Dios y con el Diablo, juéguese por algo y lo que hicimos en “Replica” fue sacarles a todos los trapitos al sol, pasarles la cuenta. Nos pasó varias veces, personajes que decían
yo quiero legislar sobre tal cosa y ver que había votado en contra del proyecto cuando se había visto en la Cámara. Creo que cuando se muestra eso, la gente siente como poder popular.
“A mí me producen la misma exasperación que todo el mundo y tengo más información que el resto, entonces puedo hacer las preguntas y tengo la tribuna para hacerla, y si no la haces no estás cumpliendo con tu rol”.
-¿Sientes que ha cambiado algo en el periodismo, como que se dejó de ser condescendiente?
“Sí y sobre todo el canal. Veo las notas que se hicieron en Teletrece en política y se guiaron por una decisión editorial; independencia ante todo, no optamos por contar los segundos que es como se mide el cuento y es una tontera porque no le puedes dar los mismos minutos a una actividad de un candidato que es mala. Más que editorializar, el tema fue tener un enfoque, mostrar lo que no se ve, no quedarse con lo oficial. Fuimos muy poco condescendientes, pero si miras hacia atrás, la Raquel Correa tampoco era condescendiente; no descubrimos la pólvora este año y hay gente que está en los diarios y que nadie conoce y sí ha hecho la pega estos años; han preguntado lo que se tiene que preguntar.
“Creo que por mucho tiempo nos quedamos un poquito dormidos”.
-¿Habrá cambiado la sociedad, llegó a su fin esa política de los acuerdos?
“Sí, como que ya no es tan bueno que estemos todos de acuerdo. Creo que en general, a los chilenos nos cuesta discutir y debatir y por eso, la palabra de los ´90 fue hay consenso y estábamos todos contentos. Y hoy nadie está asustado si no lo hay, ¡qué lata que haya consenso en todo!, sigamos debatiendo, no podemos estar de acuerdo en todo”.
-Pero este tipo de periodismo es más riesgoso en el sentido de que te puedes equivocar al tomar partido.
“Estoy de acuerdo y la clave ahí, y en esto no hay ciencia, es información, información, información, reportear, reportear y reportear, y datos concretos. La información está ahí, y sobre todo en televisión, donde todo es para el día, no se usa investiga. El ser atrevido, el ser irreverente no está en decir una patochada o una pesadez, está en preguntar algo con información que sostiene mi tesis.
“Hay cosas que salen del sentido común, pero hay otras que no se van a poder sacar a la luz si no tengo la información. Muchas veces nos decían yo voté a favor, y podíamos contrarrestar que eso no era así porque teníamos el dato. Si cambió de opinión, bien, pero hay que, por último hacer, que explique por qué voto así y ahora está del otro lado. Y esto no se trata de fregarse a los políticos, no es la idea”.
-La sensación de algunos fue ésa.
“Sí, lo sé, pero a veces uno peca de hiperventilado. El tema es ponerlos a prueba tal como se espera en un debate presidencial. Los políticos tiene aprendido el discurso de político y a cada respuesta uno puede adelantar la respuesta, pero la pega de nosotros es meternos más adentro y mostrar lo que hay detrás de la persona y para eso tienes que remecerlos un poco, desencajarlos y que sepan salir, averiguar si han sido coherentes. No es mostrarles la yayita, pero mi pega es darme cuenta que me quiere meter un gol. Hay que hacer que, no que se sientan contra la pared, sino que sepan hacerse cargo de lo que dicen, que sus promesas no pueden salirles gratis”.
-¿Crees que los políticos se han instalado en un sitial superior? Algunos se negaron a ir a los programas, cuando es su obligación exponerse al escrutinio.
“Ése es el punto, todo el mundo tiene derecho a decir
no quiero que me entrevisten, pero si quieres cumplir un rol público y eres candidato y se cree en el sistema democrático que se basa en un voto informado, entonces no se pueden negar. Respetando el derecho, porque quién soy yo para obligarlos, ellos tienen mayor responsabilidad. La gente quiere saber qué piensan. Creo que es deber de ellos ir y someterse a un cuestionamiento que trata de reflejar al público”.
Durante la temporada de “Réplica” dos candidatos, Carmen Ibáñez y Eduardo Frei, entablaron polémica con Constanza Santa María por haberse negado y ella haber expresado en pantalla las razones de ello. La periodista insiste hoy que los argumentos que ambos dieron son “fatales” y hacen que uno se pregunte dónde están sus prioridades. “Me parece insólito que alguien se niegue a debatir”, dice, sin querer entrar de nuevo en un dimes y diretes con ellos.
Tiene claro el impacto de su labor y por eso, no se demora un segundo en reconocer que a lo mejor ni “Réplica” ni los debates presidenciales cambiaron la intención de voto de los electores, pero aún así cree que son un aporte a la cultura cívica y se siente pagada si hizo las preguntas que correspondían. “La gente le permite muchas cosas a los políticos”, sostiene y enumera que los diputados prometan tapar hoyos de las calles, cuando ésa es pega de los alcaldes.
-¿Te frustras cuando el político que tuviste al frente no cambió su discurso aprendido? ¿Te frustró el esquema del debate?
“A ver, soy mucho como…
okey, es lo que hay, tratemos de hacer lo mejor que se pueda. Hay gente que es más fundamentalista, un periodista me dijo por ahí
yo no voy a participar en ningún debate, está bien, son opciones y las respeto, pero creo que es un lujo participar en un debate, creo que nos falta mucho para que algo se llame debate y nos falta también como sociedad, de superar ese temor de que las cosas se nos vayan de las manos, a que se desordene el esquema. Uno puede decir que fueron peticiones de algunos, pero al final, como que a todos los acomodó, nadie peleó tanto, para ser sincero.
“Me frustra mucho más otra cosa; después del debate o de un programa repaso los videos y veo que después que me contestó tal cosa debí haberle preguntado tal otra. Soy súper perfeccionista y me centro más en cómo yo lo pude haber hecho mejor. Echarle la culpa al formato… si puede ser, en el último debate se me salieron ciertas cosas que no se podían por esquema, pero puedo, está…”
-Ahí te juega la pasión en contra.
“Sí, bueno, creo que está bien y más de alguien me ha dicho
ay, por qué tanta pesadez”.
-¿Crees que la gente está pidiendo periodistas más naturales, más ellos?
“Creo que sí. Lo digo especialmente, por la experiencia del primer debate, en Hualpén, donde me llamó la atención la forma de actuar de Nibaldo Mosciatti, que fue súper viseral y apasionado y está bien, pero sus preguntas parten de su punto de vista y eso es poco riguroso, sobre todo cuando hacía afirmaciones que no eran muy acertadas.
“Creo que a todos nos faltó un poco de Nibaldo, en el sentido de no estar tan formateado y por eso, el representó a la gente. Ahora eso no se puede confundir con hacer preguntas sin fundamento, que él hacía desde su guata y por eso, era desmentible, pero, insisto, nos falta esa cosa más viseral, que la gente diga
tiene garra y que agradece.
“Es una mezcla súper difícil de lograr porque hay que tener cuidado; cuando uno está parada ahí se da cuenta de la responsabilidad que se tiene, porque uno está en representación de un canal y no de Constanza Santa María”.
-¿Crees que la gente se está quedando más en lo formal contigo, en vez de ir al fondo? Porque era válido decirle a Piñera que no podía afirmar que no sabía cuanto estaba gastando si él se estaba financiando.
“Es que la política tiene muchísimo de forma y cuando estás apasionado con un candidato, sí te juegas por la eso porque las lecturas son distintas de uno y otro lado. Yo defiendo las preguntas, creo que eran las que había que hacer y punto. No sé, a lo mejor, si uno tiene más años de circo, respira profundo y hace la pregunta más calmada”.
-Hablas de años de circo, ¿sientes que todo ha sido muy rápido?
“No, el año 2005 fue como vertiginoso, eso sí. Yo llegue en marzo, ya pasó un año y pasaron tantas cosas, porque hace menos de un año estaba viviendo en otra parte, tenía otro trabajo, de corresponsal, pero no considero que esto partió ahora”.
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