Al año y medio de casados, Loreto Novoa y Michel Tiara decidieron tener un hijo. Tenían poco más de 30 años y la seguridad de que "nos íbamos a embarazar al tiro". Esperaron tranquilos más de un año. Luego empezaron los exámenes y la constatación de que no sería tan fácil. Los médicos les dieron esperanzas y comenzaron los tratamientos.
A los cinco años de matrimonio, cumplieron su sueño: Loreto se embarazó de una niña. Pero casi al llegar al séptimo mes, la perdieron. "Fue tanta la pena, que decidimos no intentarlo más", cuenta Loreto. Pensaron en la adopción y se dirigieron a la Fundación San José. En la primera reunión, supieron que deberían seguir esperando: el proceso puede tomar hasta tres años.
Se trata del doble del tiempo que demoraba hasta hace pocos años. Toda una paradoja si se piensa que las modificaciones a la ley de adopción se han hecho justamente pensando en agilizar el procedimiento. Sin embargo, ha ocurrido todo lo contrario.
Aparte del tema legal, hay una serie de factores sociales y culturales que han hecho que hoy, para adoptar un hijo en Chile, haya que armarse de paciencia.
Y en eso nos estamos pareciendo a los países desarrollados. Por un lado, están naciendo menos niños y, por otro, han aumentado los problemas de fertilidad de las parejas "ya sea por el estrés de la vida moderna o porque los matrimonios están postergando la decisión de tener hijos y, después de los 30, la fecundidad no es la misma que a los 20", dice la abogada de la fundación San José, Carolina Cruzat.
A esto se suma el que "la adopción ha dejado de ser un tema tabú y se ha legitimado como una manera de hacer familia y como una solución a las situaciones de abandono de niños o de inhabilidad de padres biológicos", afirma Raquel Morales, jefa de Adopción del Sename.
Todo esto ha hecho que el número de parejas que desean adoptar sea mayor que el de niños en situación de ser adoptados. Un dato de muestra: por cada una de las 40 guaguas que hoy acoge la Casa Belén (de la Fundación San José), hay siete matrimonios en espera.
Entre los cambios de la nueva ley de adopción de octubre del 2003, hay uno que ha contribuido a demorar el momento de "enlace" de hijos y padres adoptivos: ahora no se permite entregar a los niños en "cuidado personal" hasta que se declare su "susceptibilidad" de ser adoptado. Para ello, deben cumplirse una serie de trámites que buscan asegurar que los padres biológicos del pequeño no se arrepentirán.
Antes de ese cambio, explica Carolina Cruzat, los padres adoptivos podían recibir al niño apenas se iniciaba el proceso.
"Ellos preferían arriesgarse, porque, si bien existía la posibilidad remota de que la madre biológica se arrepintiera, no querían perderse los primeros meses de vida de su hijo, que son tan importantes en su desarrollo".
A juicio de la abogada, este cambio en la ley respondió al gran impacto público que provocó el "caso Matías" en 2002, cuando un niño de un año fue devuelto a su madre biológica tras vivir 9 meses con la familia que tramitaba su adopción. Según ella, con esta modificación "se está privilegiando a los adultos y no a los niños, que son los que necesitan vivir en una familia lo más temprano posible".
Dolor de separación
Irene González, directora de la Fundación Chilena de la Adopción, coincide en que, tras los cambios legales, los bebés están siendo entregados más tarde a sus padres adoptivos. "Esto le da seguridad a los adultos, pero va en perjuicio de los niños, porque, al pasar más tiempo, van creando lazos afectivos con sus guardadoras (hogares provisorios) y la separación les provoca dolor".
Sin embargo, Irene reconoce la necesidad de que la familia biológica tome una decisión de la manera "más informada y tranquila posible" y eso toma un lapso desde que el niño nace. "Este es un tema complejo, con muchos matices y miradas", agrega.
En eso coincide Raquel Morales, del Sename. A su juicio, la ley vela por los padres adoptivos y biológicos, pero también por los niños para que no sufran las consecuencias de decisiones que puedan volver atrás.
Otra importante causa de demora en los procesos, aseguran las especialistas, son los muy disímiles criterios de los jueces ante la adopción. Según Raquel Morales, muchos de ellos piden diligencias que no son necesarias. "Entonces, tenemos los mismos problemas de antes del cambio de la ley: las diversas interpretaciones que los tribunales de menores hacen de ésta".
La situación cambió levemente desde que empezaron a funcionar los tribunales de la familia en octubre pasado. "Los jueces cuentan con un equipo que les ayuda a integrar más elementos", dice Raquel Morales. Además, desde ese momento, el lapso que se da a la madre biológica para arrepentirse se redujo de 60 a 30 días.
Hacia el desarrollo
Ante la gran demanda de futuros padres, la Fundación San José ha suspendido, por ahora, los procesos de postulaciones. También ha comenzado a contactar guaguas en regiones. Sin embargo, afirma la abogada Carolina Cruzat, va a llegar un momento en que Chile tendrá que "importar" niños, como hoy lo hacen los países desarrollados.
Si aquí los padres tienen que esperar cerca de dos años, explica Raquel Morales del Sename. En países de Europa, como España, la espera es de al menos cuatro ó cinco años. A Chile llegan muchos matrimonios extranjeros en busca de hijos para adoptar, agrega. Morales Pero este país ya no es tan atractivo para ellos, porque las guaguas chicas se reservan para las adopciones nacionales. Las parejas extranjeras pueden aspirar a adoptar niños mayores de cinco años.
Aún así, en Chile las cifras de adopción se mantienen altas: el 2004 hubo 525 enlaces realizados por el Sename, de los cuales el 20% correspondió a postulantes extranjeros.