La ministra Sonia Tschorne no tiene pelos en la lengua para reconocer las deficiencias de su cartera, del Ministerio de Obras Públicas y de otros entes estatales que han posibilitado acciones que atentan contra la calidad de vida de los chilenos.
También reconoce los riesgos para la estabilidad social que implica la forma no planificada con que han ido creciendo ciertas ciudades, donde las poblaciones son el lugar ideal para que la drogadicción, la delincuencia y la violencia encuentren espacio con facilidad.
-Preocupa la creación de de poblaciones marginales en Santiago. ¿Asusta la segregación social que se está dando con focos de violencia y conflicto potenciales?
“Creo que la realidad es más dura que eso. Hemos creado ghettos que sólo hoy día están contenidos por la habilidad que han tenido los gobiernos de la Concertación; creo que es urgente y necesario aquellas áreas de la ciudad que han sido creadas sólo como lugares de alojamiento sin espacios para el esparcimiento, sin seguridad ciudadana y sin dar condiciones mínimas de vida. El gran desafío de los próximos años es justamente ése.
“Logramos -no voy a evaluar si bien o mal- disminuir el déficit habitacional y que en un momento afectaba a más de un millón de familias que no tenían casa y vivían en condiciones precarias. Se logró reducir eso con grandes esfuerzos, triplicando la producción nacional y teniendo experiencias brutales en el camino como los casos Copeva, y hoy lo que hay que hacer es paliar esa forma de crecimiento de la ciudad que no consideró, por más de 30 años, la integralidad del desarrollo de una familia”.
La ministra asegura que hoy “se debe hacer microcirugía urbana”, poniendo un piso mínimo para todas las ciudades, especialmente, en Santiago y Concepción, de manera de poder revertir el fenómeno de segregación social.
“Lo que se genera, cuando se tienen ciudades tan marginadas y segregadas entre sí, es justamente ingobernabilidad y por eso, es tan necesario al 2010 tener un piso mínimo de metros cuadrados de áreas verdes, equipamientos, metros cuadrados de calidad de vida”, insiste.
-Está claro que la urgencia fue suplir falta de casas, pero desanima ver que hoy se construyen proyectos con los mismos metros, pero con la posibilidad de crecer. ¿Quedaron sentadas esas bases para no retroceder?
“Cada tiempo tiene su afán. La década del ´90 fue atender el déficit habitacional”.
-¿No se podía hacer a la par con lo otro?
“No desde la perspectiva de cómo se vio la tarea. La visión cambió porque se transparentaron muchas cosas, entre ellos, que había chilenos que no podían endeudarse para tener una vivienda propia. Se ha hecho un énfasis en mejorar la calidad de la vivienda, pero más que de ella, del barrio.
“Hoy, aparte de destinar los recursos a una buena calidad urbanística del barrio, se cuenta con los equipamientos necesarios para el desarrollo social, se cuenta con salas cunas y jardines infantiles. Hubo que sacrificar algo y fueron los metros cuadrados de las viviendas; pero al final de los ´90 estamos entregando, promedio, 48 metros cuadrados.
-La realidad nos muestra hoy, en esas poblaciones, terceros pisos de madera adosados a edificios y vulcanizaciones en el antejardín del primero.
“Esa imagen que se repite en todas las grandes poblaciones del país, donde se construyeron masivamente 2 o 3 mil viviendas, sobre todo en bloque, no contemplaba el concepto de crecimiento. Por eso, hoy se integró.
“El crecimiento tiene su limitación, no es infinito, y hoy es que, a lo menos los metros cuadrados puedan acoger tres dormitorios. Todos los proyectos los estamos exigiendo con esa capacidad de crecimiento.
“¿Qué hacemos con aquellos bloques que existen y donde hay propietarios? Hoy más que nunca, el concepto de la movilidad tiene que facilitarse y esto es poder liberar antes de los 10 años la vivienda. Hay que darle a las familias (que crecieron) la posibilidad de vender su departamento y con esos recursos dar el pie para una casa más grande y así el que está en esa casa… el concepto domino. Esto tiene que ver más con el concepto de movilidad que de crecimiento y nuestro país está preparado para ello”.
“No hay que generar las condiciones para seguir haciéndoles cototos (a los departamentos), hay que generar las condiciones para que la gente venda lo que tiene y se traslade. Eso es tener un sano sistema habitacional”, asegura.
Así como la ministra se hace cargo de los problemas que pueden tener responsabilidad en la forma de planificar de los gobiernos, también llama la atención frente a la responsabilidad que tienen los ciudadanos de cuidar su entorno y colaborar por una mejor calidad de vida.
-Sincerémonos ¿el chileno alega cuando se trata de su casa, pero de cuidar el patrimonio cultural poco? ¿Hay un doble estándar?
“Tenemos un doble estándar, somos muy buenos para decir es que se ha perdido todo, pero cuando llega el momento de realmente levantar la voz, lo hacemos sólo cuando nos afecta directamente.
“Lo que hay que sincerar es que hemos perdido la capacidad de responder a las obligaciones del ciudadano”.
-La conservación en Chile la hacen poco o nadie.
“Así es, porque se ha probado dos cosas y de nuevo volvemos a lo mismo. La protección del patrimonio no da dividendos económicos, por lo tanto, cuesta mucho hacer atractivo hacer más compartida la preocupación por el patrimonio. Para un empresario, que ve el edificio de Correos, la rentabilidad que puede sacarle si lo transforma en edificio de 20 pisos de espejos, es mucho mayor que la que tiene como edificio patrimonial. Sin embargo, desde el punto de vista de la identidad y la cultura, ese edificio es uno de los máximos exponentes de los vestigios de nuestra historia.
“Entramos a un conflicto que es serio. Ha constado mucho crear conciencia ciudadana respecto del tema de la identidad patrimonial, de la importancia de mantener y conservarlo. A los empresarios -y encuentro razonable, porque su rol es otro- también. Y creo que los gobiernos tampoco han tenido la fuerza ni la convicción de la necesidad plena, de más allá del costo y prioridades sociales, asignar los recursos para poner en resguardo nuestro patrimonio”.
-¿Qué se hace?
“Esto es primicia. Vamos a dar a conocer el próximo mes un decreto supremo respecto los sistemas de desarrollo de áreas protegidas y un proyecto de ley referido a la protección del patrimonio arquitectónico urbano y cultural.
“La ley que tenemos de Monumentos Nacionales, de 1975, es obsoleta y no tiene capacidad de servir a los requerimientos que hay, sobre todo, en este mundo globalizado. Ese decreto que va a prohibir al Estado deshacerse de sus bienes y va a permitir que el Estado adquiera a valor nominal los bienes de un privado y sea el que tenga la primera opción de compra para proteger el patrimonio. Y en eso hay personas que han ofrecido la posibilidad de crear un fondo para estos fines, o sea, no es que necesariamente tengan que salir los recursos del Estado”.