Es de una intensidad increíble: sólo con su expresión gestual y el tono de voz es capaz de transmitir exactamente lo que siente frente a cada pregunta. Se toma largos tiempos, piensa, gira, retoma, se va por las ramas y vuelve al eje central. Le brillan los ojos cuando recorre los distintos pasajes de su vida. A cada uno de ellos le asigna un valor especial, distinto; "parte de mi historia", dice.
-¿Tanta intensidad no te cansa?
"A los que están al lado mío; a mí no… ¡es exquisito!"
La conversación se alarga, las anécdotas se multiplican. Casi no se notan los 34° a la sombra que hacen ese día. Por eso hay que volver, centrar la conversación y averiguar más datos de su vida.
-¿Por qué te fuiste al canal 13?
"Me había ido del 7 y me atraía trabajar con Herval Abreu. Me atraía el 13, el aire nuevo que se respiraba. Todos los sistemas tienen procesos y, de alguna manera, el 13 había tenido un proceso de desafección; luego de revisión, de ventilación, de posicionamiento de otros temas, de otras cosas.
"Sentía que había ahí una energía súper buena y que la refrendé; o sea… ¡voy feliz a mi trabajo!"
-Nuevamente tienes un papel de macho en Nelson, pero medio confundido.
"Tiene una ingenuidad tremenda. No puede creer que lo estén engañando aunque se lo hayan dicho varias veces. Es como ¡nooooo….nooooo!" (abre los ojos y abre la boca como demostrando su incredulidad).
-¿Es divertido hacer una comedia como "Gatas y tuercas"?
"Siií, es muy grato. Es divertido y además estás tocando temas que te llenan de energía, porque todo te contamina, todo te llega.
"Si te metes en cosas dolorosas, te rozan, igual".
Explica que una de las grandes razones del éxito de la teleserie se debe a la capacidad del director, Herval Abreu, quien tiene el panorama sumamente claro antes de empezar a grabar y transmite sus energías positivas. "Nunca se neurotiza, entonces de ahí para abajo nadie se permite un punto de neurosis. Ese ambiente de trabajo es muy grato".
-¿Cuáles son tus proyecciones a futuro?
"Cine y televisión. De hecho, estamos ensayando ya unas escenas de la película de Jorge Olguín, que se llama 'Caleuche, el llamado del mar', una gran producción que se cierra en marzo y que protagoniza y coproduce la Leonor Varela. Tengo un muy buen papel, que es el antagonista".
-¿Y en televisión?
"Termino esto y me imagino que seguiré ligado al canal 13. Hay una propuesta para unas seriales policiacas que dirige León Errazuriz, el mismo de 'Mala leche'".
-¡Pareces un camaleón!, cambias constantemente.
"La maravilla es que uno puede cambiar su paisaje humano cada cierto tiempo. Esa es una de las cosas por las que quería estudiar teatro".
-¿Por cuáles otras?
"Porque las funciones de teatro se hacían en la noche, pero después –cuando empecé a hacer televisión- dije woooo… ¡Levantarse a las 7 y media de la mañana! Mi biorritmo va más bien pa' la tarde, y cuando estoy duchándome a esa hora digo ¿Qué estoy haciendo?"
- Me imagino que también habrá habido frustraciones.
"Sí, muchas. Ehh, pero son parte del proceso de vida; no le doy una connotación negativa a la palabra frustración. Por ejemplo, repetí un curso en la universidad y fue un golpe tremendo, porque, además, como venía de provincia, mi familia eran mis compañeros de curso; dormía en las casas de ellos. Me quedé como pasmado cuando reprobé y actuación, más encima".
-¡¿Actuación?!
"Es que yo no estaba en el proceso; había cosas que no entendía dentro de mí y muchas otras que no quería entender. Recuerdo el papel que tenía que hacer y creo que lo hacía pésimo, porque me daba un poco de vergüenza hacerlo. Había algo que no estaba encajado profundamente dentro de mí.
"Cómo no entendía lo que me pasaba, no quise zafar. Pero, bien, porque me sirvió… entendí y dije Uff, por aquí va, esto es".
-¿Qué sentiste al representar a Víctor Jara?
"Fue un privilegio hacerlo. Nunca me había pasado –porque creo que el teatro es un oficio, sensible, pero oficio-, como sentí esta vez, que Víctor estaba dentro de mí. Sentía que lo invocaba. Además la obra empezaba conmigo en el suelo y los bailarines alrededor mío. Cuatro o cinco minutos antes, yo entraba al escenario y sentía que lo invocaba".
Cuenta que en uno de los ensayos, adoptó una posición (hace el gesto de hablar poniéndose las manos cruzadas bajo cada brazo) y, de repente, Joan Jara y la Manuela (la pareja y su hija), le preguntaron por que se había puesto así; Erto contestó que no sabía y ellas le contaron que Jara adoptaba exactamente esa posición cuando se concentraba. "No hay ni una puta foto que lo muestre así. Te desafío a encontrarla", dice y todavía se le nota la emoción en la voz y el brillo de los ojos.
-¿Debes haber sido uno de los primeros actores en representar la problemática homosexual?, en "La huida", de Andrés Pérez.
"Sí. Eso fue un gran encuentro, muy potente, porque los dos habíamos trabajado en 'Tomás' (la adaptación del libro de la Malucha Pinto).
"Nos hicimos muy amigos, mucha 'cotidiana', compartimos muchas cosas. Le propuse que volviéramos a hacer algo juntos, pero no con 15 actores, zancos y toda esa parafernalia que le gustaba a él; porque no es mi cuento".
Andrés Pérez le reveló que tenía una obra que había escrito hacía 17 años atrás, pero que no se había dado el momento de montarla. "La leí y le dije ¡hagámosla!. Además éramos cinco actores no más". Al final, igual terminó en Matucana 100 con más de 20 personas, como todo montaje de Pérez.
-¿Joaquín, el protagonista que eras tú, era Andrés Pérez?
"Si poh… fue una zambullida en Andrés, meterme en él. Ensayábamos en la azotea de su casa, y te invitaba a hacer una indagación del personaje, de la obra. Era un viaje en el que uno y él mismo descubría que había en el tema, cómo se armaba el montaje".
Se emociona hasta las lágrimas, se le entrecorta la voz. Hace un silencio y luego explica que para hacer el personaje hizo una introspección muy profunda de él mismo, pero también del fallecido director.
-¿Por qué te emocionas tanto? ¿Por Andrés?
"Sí, pero –además- la obra era muy dolorosa".
-¿Viviste la angustia de la homosexualidad?
"Siiií y da mucho dolor ese personaje, muy entregado emocionalmente y muy traicionado por el amor; pero a la vez, bello, como la vida de Andrés".
Otra de sus curiosidades rodea este montaje. Andrés Pérez le pidió a Pantoja que ensayara un principio para la obra. El actor llegó a su casa y echó en una bolsa cosas significativas para él. Al día siguiente, al ensayar su personaje de dueño de botillería "cierro la cortina del local, me meto adentro, me siento en la cama, me suelto los zapatos… bien lento, luego los calcetines, prende un incienso, ve unas fotos… bueno, todo un ritual en cámara lenta". Andrés Pérez le preguntó por qué se le había ocurrido ese inicio y Erto respondió que no sabía."Eso es lo que hago yo todos los días", me dijo Andrés. Y ambos estallamos en una carcajada".
Erto se tomó unas vacaciones en el medio de la obra, pero las funciones siguieron con Pérez como protagonista. Cuando volvió, pasaron los días hasta que llamó al director. Se juntaron en un café y Andrés Pérez le dijo que quería seguir él en el papel.
-¿Y tú que le dijiste?
"Mira lo insólito de la vida: habías escrito la obra, la ibas a dirigir, no podías protagonizarla, porque quién hubiera visto los errores. Acabo de descubrir que necesitabas a alguien tan cómplice tuyo que buceara por ti, mientras tú le dabas el oxígeno desde afuera con la manguera.
"Entonces, yo fui el instrumento para hacer el buceo pero era… (baja la voz y en un susurro dice) ¡pero era pa' ti! Tuve el privilegio de hacer 27 funciones y anda… sigue tú".
Muchas han sido los ámbitos en los que se ha adentrado: la actuación en tablas, en televisión y en cine. Ha dirigido obras clásicas e innovadoras, pero su amor secreto, confiesa, sigue siendo el verso calderoniano.