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“Son muy pocos los que practican la responsabilidad social empresarial por una cuestión de imagen”

La presidenta de la Fundación PROhumana lucha incansablemente por que todos se comprometan con un desarrollo humano sustentable que va mucho más allá de cuidar el medioambiente, pasa por tener comportamiento éticos, promover la redistribución y respetar al otro.

27 de Abril de 2006 | 09:58 |
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El trabajo que realiza es arduo y podríamos decir que de “Pepe Grillo”, ese personaje que siempre está promoviendo, recordando y haciendo ver a los demás la necesidad de actuar correctamente porque cada acción tiene consecuencias.

Y su función no es menor porque tal como lo dice el nombre de la Fundación, lo que busca es hacer este mundo más “pro humano”, o sea, una sociedad donde los hombres y mujeres puedan tener una relación basada en el respeto y en el cuidado mutuo, así como del entorno y el medioambiente.

Soledad Teixidó sabe de lo que habla cuando se sumerge en el término responsabilidad social empresarial y ciudadana, los ejes centrales de la tarea que ellos acometen desde PROhumana, así, con mayúsculas, para que no quepa duda de qué se trata.

Y sorprende que Chile, un país que aparece muy bien ubicado en casi todos los ranking mundial, en el referido a RSE, que hace AccountAbility & The Copenhagen Centre, aparezca en el lugar 31 de un total de 51, por debajo de países como Costa Rica, Perú y muy lejos de Nueva Zelandia o Finlandia.

-De qué estamos hablando cuando se menciona el término responsabilidad social empresarial?
“La responsabilidad social empresarial (RSE) ha ido con el tiempo, cada vez, abarcando más cosas porque en un principio se concibió sólo como una cuestión de donaciones y hoy tiene que ver con las relaciones que establezco con la comunidad exterior y mi comunidad interior. No sólo tiene que ver con conocer a la comunidad donde se está inmerso, sino que, de verdad, escuchar y ver de las señales que ésta nos envía para que después no se sufran las consecuencias como le ocurrió a Celco en el sur y a Exxon en Estados Unidos o Shell en Inglaterra.
“Por lo mismo, esto abarca temas de valores y coherencia que tienen que ver con el gobierno corporativo, el código de ética y la transparencia en los negocios. El transparentar los procesos es fundamental cuando hay accionistas detrás y no ocurra lo que pasó con Enron; la empresa se debe a sus accionistas.

-¿O sea, hay variables objetivas para medir?
“Sí, estamos hablando de parámetros de coherencia, público interno, política ambiental, relación con consumidores y clientes, relaciones bisectoriales, código ético, gobierno corporativo, todo lo que tiene que ver con condiciones de contratación de empleados, ley de no acoso sexual, no discriminación. Cada vez va creciendo más”.

-En sus inicios se entendió como filantropía.
“Absolutamente, cuando empezamos hace 8 años, RSE se entendía como acción social, donaciones. Y ojo, honro mucho la palabra filantropía porque tiene un muy lindo significado –amor al otro, al prójimo, y no desde una mirada de creyente- que tiene como base pensar en el bien del otro, pero por herencia católica está el cuento de que no sepa tu mano derecha lo que hace tu mano izquierda y que por expiar mis culpas, tengo que hacer el bien, entonces hago donaciones. Y hay personas que tienen riqueza y saben que tienen que hacer el bien, pero no porque tengan una visión de sociedad, que creo que es el salto que damos con la responsabilidad social.
“Hoy se entiende esto como un movimiento que se expresa en construir una empresa que sea sustentable en el tiempo, tanto socialmente, como económica y ambientalmente. Por eso hablamos de que la RSE es la contribución al desarrollo humano sustentable”.

-¿Cómo está Chile en cuanto a la comprensión global del concepto?
“Creo que estamos en un nivel intermedio de desarrollo. Antes, era el más básico que se vinculaba con la acción social y la más depurada venía de transnacionales que traían sus políticas desde afuera y algunas empresas grandes que estaban haciendo sus cosas, pero no lo habían instalado bajo el paraguas de RSE y no se daban cuenta de la coherencia que había en ello.
“Hoy, diría que hay un gran número de empresas, grandes y medianas -no pequeñas, porque les es difícil, aunque no tiene que ver con los recursos, como es respetar los horarios de los empleados- estamos en un nivel de segunda generación donde se empiezan a ver reportes sociales, de sustentabilidad, de públicos de interés y políticas más coordinadas”.

La presidenta apunta que precisamente, si Celco se hubiese preocupado de tener un diálogo real con su público de interés no habría enfrentado, a lo mejor, un conflicto en tal magnitud, cosa que sí están haciendo otras forestales como la CMPC que puso en práctica su proyecto de buena vecindad donde establecieron una relación fluida con las comunidades mapuches.

-¿Los empresarios han acogido en forma genuina este concepto? ¿Lo han hecho a contrapelo o por marketing social?
“Mi impresión y por la experiencia de llevar trabajando en este tema 8 años es que hay un compromiso genuino. Son muy pocos los que he observado que lo hacen más bien por una imagen reputacional; son los menos y esos menos, se ven opacados por los que realmente tienen una política de RSE, que están avanzando y se quieren comprometer”.

-La firma de tratados con países desarrollados obliga a asumir estándares en diversas áreas. Eso pudo obligar a los empresarios a subirse al tren.
“Absolutamente y no sólo las empresas. Nosotros como empleados de cualquier país, también tenemos que empezar a cumplir con un mínimo para poder ser validados; no podemos hacer las cosas así como a medio pelo como hace un par de años. Y ahí está también el Estado, porque debe preocuparse de generar políticas medioambientales, de ser un buen regulador, de facilitar el trabajo para poder generar un ambiente”.

Nuevamente, Soledad Teixidó pone varios ejemplos donde todos los actores sociales debieron concurrir para que no estallaran conflictos. En el caso de Celco, la empresa ciertamente, pero también el Estado como ente fiscalizador y regulador, y en el caso de la demanda histórica de los mapuches, también el Estado y la sociedad toda, porque el tema se arrastra por décadas y le cayó a los privados.

-Dices que estamos en un nivel intermedio para cumplir el parámetro mundial de RSE. ¿Qué falta?
“Diría que nos falta a todos. Y cuando digo a todos, digo el mundo, no sólo Chile porque se trata de un cambio de paradigma sobre por qué y para qué hacemos los negocios. Si creamos empresas para rentabilizar al máximo y depredar el planeta y generar pésimas condiciones laborales, no vamos a durar mucho y hay demostraciones de ello.
“Este un movimiento… lo conversé con unos ingleses, les pregunté cómo lo lograron y ellos me dijeron después de que casi nos bancamos el país, ni siquiera porque somos desarrollados, o no atinábamos o quedábamos sin país. No teníamos cohesión social, no teníamos recursos naturales, había que para esto, es decir, para ellos era o sí o sí.
“Creo que como país tenemos una ventaja y eso lo que le digo a los empresarios; nos podemos adelantar, todavía no nos hemos bancado el país, no tenemos problemas de explosión social graves y tenemos tiempo para hacer cosas buenas y de primera. Tenemos riqueza, tenemos que saber redistribuirla y generar una agenda común”.

-¿Falta voluntad de las partes? Qué los empresarios en vez de maximizar ganancias, asuman la necesidad de pagar cada vez mejores sueldos; y de los trabajadores, de no extremar posiciones y abandonar la imagen del empresario-ogro.
“Sí, el gran desafío de ahora es generar diálogos para construir confianza entre todos los sectores. Tanto desde el mundo empresarial que no sienta que esto no es una exigencia o que no les corresponde hacerlo, como que los empleados, cambiar su actitud y ver lo que significa darle sustentabilidad a una empresa, porque todos los fines de mes hay que firmar los cheques y hay que tener caja”.

-¿Qué explica que estemos tan abajo en el ranking mundial? Malito.
“En el informe que se va a dar a conocer el 2006 sobre el año pasado Chile subió bastante. Es verdad que está mal, pero hay que ser justos, nosotros reconocimos el 2005 que igual el instrumento tiene varias deficiencias., pero sigue siendo el único índice que existe y medir la RSE no es menor en términos metodológico, porque significa tantas cosas y las estadísticas que hay en los países no tiene la misma calidad. Chile es un país que tiene los mejores datos. AccountAbility no tiene los recursos para levantar un estudio en cada país y por eso, se recurre a estudios ya existentes. No digo que no nos falte, pero eso no quiere decir que no tenga validez”.

PROhumana y la revista Capital realizó el 2005 el ranking chileno sobre RSE, que tiene la característica que las empresas incluidas postulan al proceso y con su inscripción financian la evaluación que se hace de ellos. El último estudio permitió que se descubriera que los empleados tienen una visión mucho más positiva de su empresa que los mismos administradores.

También, la fundación entrega, desde hace tres años, el premio Responsabilidad Social Ética, buscando dejar asentado que esta es una práctica que involucra al sector empresarial, a la sociedad civil y al Estado y por eso, se entrega en esas tres categorías por parte de un jurado independiente.

“El premio se llama a la ética, porque ella es un valor fundamental que tiene que ver con una convivencia mínima para generar una sociedad con dignidad”, explica.

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