Raúl Torrealba es un hombre alto, corpulento, de pelo blanco. Ya no pesa 143 kilos como antes del by pass gástrico, pero se mantiene en los 100, porque le gusta comer, tomarse unos traguitos y pasarlo bien. Aclara, sí, que su nuevo peso lo hace sentirse mucho más cómodo físicamente y que ha cambiado sus hábitos alimenticios.
Cuando habla de su familia, se deshace en elogios, pero no por eso pierde esa chispa que hace que la entrevista se desarrolle en medio de un ataque de risa cuando corresponde. Si no, se pone serio… pero nunca tanto.
Se casó el año 1973 y se fue de luna de miel al sur y "por cada puente que pasaba, había una guardia de militares", recuerda entre risas.
-¡Con desabastecimiento y todo!
"Es que la abastecí yo, jajajaja".
Otra anécdota es cómo se pusieron a pololear. Se conocieron en una fiesta y "mi señora me pidió pololeo, era una niñita de 17 años y yo tenía 20. Le dije que me esperara una semana, porque comprenderás que no le iba a decir que sí altiro", cuenta pícaro.
-¿Estás hablando en serio?
"Te juro. Pero me gustó altiro. La verdad es que estaba manejando la situación. Ella es una gran mujer".
Tres de sus hijos son mujeres, también su nieta. Está tan "chocho" con ella que la tiene como foto en su llavero.
-¡Estás igual que Sebastián Piñera con León!
"No, pero mi nieta es mucho mejor que el nieto de Sebastián" (se ríe).
-¡Puras mujeres!
"Si, poh, si yo vivo rodeado de mujeres, vivo en un matriarcado, por eso te digo que pa' mí lo de la Michelle es miel sobre arena.
"En la municipalidad la relación debe ser dos mujeres a un hombre. Te voy a decir una cosa, ¿por qué habiendo la posibilidad de tener mujeres, me voy a quedar con hombres?"
Insiste que aprendió a vivir el matriarcado hace muchos años y que todas sus mujeres tienen mucho carácter; además de Pelusa, sus hijas María José y Francisca, que ya están casadas y Javiera. Su único hijo es Raúl, "el Tronquito", lo que le valió que su mujer le dijera ¿cómo le ponís ese nombre, si es horrible?. "Pero, quién creís que lo fue a inscribir; yo, y mi papá también se llama Raúl", se burla.
Dice que son muy amigos, "los dos cruzados, pero cuando vamos al estadio, yo me voy a mi asiento (tiene uno con nombre) y él a la barra". Es una pasión que reconoce sin prejuicios; dice tener "el alma cruzada", por eso uno de sus deseos no cumplidos es que la Católica sea campeón de la Copa Libertadores.
-¿Cómo es tu familia?
"Súper participativa. Primero que nada, no hay autoridad, estamos todos en el mismo plano. Segundo, no hay tema vedado".
-¿Todos son aliancistas?
"Unos más y otros menos. En mi casa, vamos desde la UDI hasta un PPD liberal".
-¿El costo de ser alcalde, es grande para la familia?
"Es que tengo una familia súper solidaria. Mis hijas me ayudan, participan. Mi mujer va. A ver… yo soy alcalde, pero mi familia está en la alcaldía conmigo y esa cuestión yo se las agradezco en el alma, porque podrían mandarme a la mierda.
“De verdad, me hacen más llevadero y más grato ser alcalde… a ver, si yo le puedo agradecer a Dios algo, es ser alcalde".
-¿Eres católico?
"Soy muy creyente; de misa todas las semanas y comulgo. Siempre que me veo apurado, le pido al Tatita Dios que me dé la mano, que me ayude y que me guíe".
Su única ambición para el futuro, dice es "ser feliz", y va por el lado de la familia y los amigos; insiste en que en política no tiene ninguna, pero que si su partido se lo pidiera, tendría que pensarlo.
Estos últimos diez años ha dedicado su vida a la alcaldía, pero en los escasos tiempos libres, juega futbolito y trota cuando se va a la playa. Ama a los Beatles y se da el lujo de tararear trozos de sus canciones más famosas. También le gusta la lectura, especialmente la historia novelada.
-¿Vicio privado?
"Los amigos, la amistad; pero férrea, con principios, basada en la lealtad".