Si de inversiones no convencionales se trata, Andrea Zondeck lleva la delantera. Hace 25 años apostó por contribuir al desarrollo de una nueva especie. Con su trabajo como empleada doméstica solventó la especialización de su esposo, Marcelo Trivelli.
-En Estados Unidos trabajaste de nana ¿cómo fue esa experiencia?
"Ser nana fue quizás el trabajo más importante que he desempeñado en mi vida. Fue espectacular, aprendí de todo. Me acusaron de haber robado, de firmar más horas de las que trabajaba; me retaron porque planchaba mal y tenía razón la señora. Me carga planchar. De hecho, en Estados Unidos a Marcelo le planchaba los cuellos y los puños de las camisas y le decía si te da calor, lo siento, tú te plancharás el resto. Pero por sobre todo aprendí que toda ocupación es digna y que sea cual sea el nivel del trabajo en que estés, cualquiera que falte rompe el ciclo y es un desastre".
-¿Es verdad que trabajabas para, entre otras cosas, comprarle los libros a Marcelo?
"¡Pero por supuesto!"(lo dice entre risas y al callar estalla en carcajadas).
-Entonces era un mantenido.
"¡Pero por supuesto, si ha sido la mejor inversión que he hecho en mi vida! Cuando nos decidimos a ir a Estados Unidos con Marcelo, él se fue sin beca y por lo tanto yo tenía que trabajar. Le pagaba la universidad, los libros, la comida".
-¿Se sintió herido en su orgullo?
"¡Pero por favor, si esto es una sociedad! Somos absolutamente socios en esto. Pero también teníamos nuestras labores divididas. Yo hacía el baño día por medio y día por medio lo hacía Marcelo".
-¿Cumplía?
"¡Pero por supuesto! El cocinaba un día y yo cocinaba el otro. Siempre hemos tenido esa cosa de que las labores son indistintamente del sexo. De hecho, cuando nació la Fernanda yo tenía mi día de salida en que me iba con mis amigas a pasear o al cine o qué se yo; entonces él se quedaba con la Fernanda, porque ambos somos padres".
Al regresar a Chile, Andrea comenzó a trabajar por primera vez en el campo clínico de su carrera, la terapia ocupacional. Apenas llevaba unos meses cuando una peritonitis y una torsión intestinal casi acaban con su esposo. Entonces, dejó el trabajo y se fue a la casa a cuidar a Marcelo donde por un tiempo realizó trabajos de diseño de una técnica indígena que había aprendido en Estados Unidos.
En 1985 Andrea dejó el trabajo de decoración y creó la Fundación Tacal para integrar al mundo laboral a personas con discapacidad mental. Su trabajo por los discapacitados continuó en Fundación Andes y en el Fondo Nacional de la Discapacidad que pasó a dirigir hace seis años.
Cuando habla de su trabajo se apasiona tanto que pareciera que nació con esta vocación. Incluso, la carrera que estudió se relaciona con la rehabilitación.
-¿Qué te llevó a estudiar terapia ocupacional?
"Fue de esas locuras que uno hace a los 18 años. En mi época postulabas y podías quedar en todo. Primero quise estudiar veterinaria y no encontré el código; afortunadamente, porque todas las cosas son por algo. Entonces postulé a diseño, obstetricia y a terapia ocupacional y quedé en las tres. Yo ya llevaba varios años pololeando y descarté obstetricia por el turno de noche y porque Marcelo no era médico. Aunque me encanta lo plástico, diseño no tiene toda el área de la biología que me fascina. Así, escogí terapia ocupacional que tenía el área biológica y el de la ocupación humana".
-Entonces no era tu vocación…
"No, fue de esas cosas que son tan irresponsables o con tan poca orientación, pero afortunadamente creo que le achunté medio a medio. Pienso que es la mejor carrera que podría haber escogido, porque no es una carrera que rehabilita un brazo o una pierna o una discapacidad mental, sino que rehabilita al ser humano. Si nosotros distinguimos una discapacidad en un niño de dos años, estamos pensando cómo lo insertamos en la escuela y cómo lo vamos a capacitar para que pueda insertarse en el mundo del trabajo. Lo rehabilitamos, pero siempre en su rol de ser humano".
-¿Por qué decidiste volver a dedicarte a tu profesión?
"En el momento en que yo estaba embarazada de mi tercer hijo, nos juntamos con dos amigas y armamos el proyecto de la Fundación Tacal. Fue un poco por frustración luego de haber hecho un seguimiento en un hospital de toda la gente que se había rehabilitado y que no tenía oportunidades de insertarse al mundo del trabajo. Vimos la tremenda depresión en que estaba viviendo la gente en sus casas. Entonces decidimos crear esta fundación para abrir puertas".
-Pero también había una necesidad de salir y de trabajar…
"Por supuesto, yo siempre he sido super inquieta. Si mi Mary es la dueña de casa, ella lo hace todo. Pero también era para abrir puertas a personas que si no tenían la oportunidad de incorporarse a la sociedad, de nada servía todo lo que se había invertido en ellos".
-¿No te da pena haber dejado la Fundación que creaste y estar distante?
"No, para nada. Yo creo que al igual que los hijos, uno los tiene un rato, los ve crecer y después ellos tienen su independencia. Fundación Tacal fue como un hijo que hoy es maduro, grande".
Hace seis años que Andrea es directora del Fonadis. Para ella, profesionalmente el trabajo desde el servicio público ha sido muy positivo: no le ve inconvenientes y reconoce la ventaja de poder hacer las cosas en macro.
-¿Qué te ha aportado en el plano personal?
"Un crecimiento enorme y distinto, porque sin duda que cuando tienes una responsabilidad nacional es muy diferente. Es de una retribución espectacular haber hecho crecer una institución que a mi antecesor le tocó formarla y a mí potenciarla. Me siento super contenta con todo lo que hemos hecho".
-¿También lo sientes como un hijo?
"Es un hijo adoptivo, porque claramente el padre es Sergio Prenafeta que lo creó; pero ha madurado como institución durante nuestra gestión".
-Y cómo hijo adoptivo maduro, también piensas dejarlo en algún momento…
"Por supuesto, el 10 de marzo a mí me corresponde dejarlo porque soy de confianza del Presidente Lagos. Yo creo que la Presidenta tiene que venir con su propio equipo. Además, es bueno irse a tiempo, no eternizarse en los cargos; es mejor irse cuando te van a echar de menos que cuando dicen 'hasta cuándo se queda apernadita'".
-¿Cuáles son tus planes para cuando dejes Fonadis?
"Bueno, quién sabe. La vida me ha tratado bien, siempre he tenido desafíos entretenidos. Por de pronto, ya firmé con la Organización Iberoamericana de Seguridad Social para generar el observatorio de la discapacidad acá en Chile y en el Cono Sur. Eso independiente de si quedo en algún cargo público o en uno privado o cesante, da lo mismo".