Si el afamado ratón de los dientes tuviera que evaluar el botín que recolecta cada noche, dudaría seriamente en dejar una recompensa bajo la mayoría de las almohadas. Se estima que en Chile cerca del 84% de los niños de entre seis y ocho años presenta caries. Y no en una o dos piezas, sino en un promedio de cinco, del total de 24 que pueden tener a esa edad.
Revertir esa tendencia es una misión que empieza incluso antes de que los dientes asomen. Esto implica empezar a preocuparse apenas el bebé comienza a ser amamantado y no descuidar jamás los dientes de leche con el argumento de que "igual se van a caer".
Caries. Aun antes de que asomen los primeros dientes, la boca del bebé ya puede estar ampliamente colonizada por la bacteria Streptococcus mutans, principal causante de las caries. "
La principal vía de infección es la madre, cuando le da besos en la boca al niño, limpia el chupete con su saliva, prueba su comida con la misma cuchara o sopla la comida caliente", dice la doctora Roxana Jara, odontopediatra del Hospital Clínico U. de Chile.
"Por eso es importante evitar esas conductas y que la mamá se haga un buen chequeo bucodentario, especialmente en los últimos tres meses de embarazo. Esto reduce el riesgo de transmitir en cantidades altas este microorganismo que está en su boca", dice la doctora Gisela Zillmann, profesora de Microbiología y Odontopediatría de la Facultad de Odontología de la U. de Chile.
Limpieza de boca y dientes. La cavidad bucal del bebé debe asearse incluso cuando aún no hay dientes. Para eso se aconseja
pasar una gasa limpia y húmeda por sus encías y lengua después amamantarlo o darle mamadera.
"Con cuatro incisivos arriba y cuatro abajo ya puede empezar a usarse un cepillito para el aseo bucal", dice Zillmann.
El cepillado deberán realizarlo los padres hasta que el niño tenga la motricidad fina que le permita hacerlo solo. Sin embargo, Roxana Jara sugiere que
se deje al niño jugar con el cepillo en la boca, para que se vaya acostumbrando a manipularlo.
Por ningún motivo se debe dejar que el niño se quede dormido tomando mamadera. Esta conducta es causante de las llamadas "caries del biberón".
Pasta de dientes. Los especialistas subrayan que ésta debe usarse sólo a partir de los tres y medio a cuatro años. Antes de esa edad el niño no controla la deglución, por lo que no puede mantener líquidos en la boca y termina por tragársela.
| Control en el Auge |
Dentro del Auge se incluye la atención odontológica de los niños de seis años, tanto en Fonasa como Isapres. "Se eligió esta edad porque a los seis años sale el primer molar permanente y se inicia el cambio de dentición", destaca la doctora Gisela Zillmann. El programa incluye eliminar las caries en los dientes de leche y definitivos. La prestación se prolonga hasta que hayan salido los cuatro primeros molares definitivos, los que se sellan para proteger la superficie que muerde y facilitar la limpieza. "La idea es dejar la cavidad bucal totalmente sana y protegida", dice la odontopediatra.
Alerta dental
Cambio de color o textura en un diente, encías inflamadas o que sangran y dolor que impide comer o succionar el chupete, son motivos de consulta.
20 A 30% de los niños menores de 4 años tiene caries asociadas al uso de mamadera. |
"El riesgo es que el niño sufra fluorosis, condición provocada al ingerir mucho flúor durante los años en que se está formando el esmalte y cuyos efectos se verán después de los seis años, cuando salen los dientes definitivos", explica el doctor José Hassi, presidente de la Sociedad Chilena de Odontopediatría. Dependiendo de cuánto flúor se haya ingerido, esos dientes tendrán estrías, irregularidades, manchitas blancas o marcas café.
Por la misma razón,
hasta los seis años el niño debe usar sólo pastas infantiles, que tienen dosis de flúor más bajas y deben enjuagarse muy bien la boca.
Chupete.El chupete recreacional debe usarse sólo hasta los dos años y el de la mamadera no más allá de los dos y medio.
Prolongar su uso puede alterar la formación de los dientes y maxilares e, incluso, el desarrollo del lenguaje.
Esto se debe a un fenómeno llamado interposición lingual. "En estado de reposo la lengua permanece adosada al paladar. Pero el chupete desciende la lengua y si esto se prolonga en el tiempo, la musculatura se acostumbra y la lengua queda descendida en el maxilar inferior", explica la doctora Zillmann.
Como resultado, el niño no puede pronunciar bien los fonemas D, T y S, y habla con la dicción de un niño chico. Para hacerse una idea, lea estas líneas sin levantar la lengua.
Además, este fenómeno -que también se puede producir porque el niño no respira bien por la nariz- hace que la boca no cierre bien al paso del aire, lo que favorece el riesgo de amigdalitis e infecciones respiratorias.
Primer control. La primera visita al dentista debe hacerse entre los dos y tres años, cuando todos los dientes temporales ya han aparecido. "Si no hubo una buena prevención, a esa edad nos podemos encontrar con caries, encías inflamadas, algún grado de deformación de los maxilares por el uso de chupete o algún trastorno ocasionado por malos hábitos u otro problema", advierte Hassi.
A partir de este control, debiera seguirse cada seis meses o según indicación del odontólogo.
Preguntas frecuentes. Una de las más comunes es qué hacer si un diente de leche no se ha caído y el definitivo ya está asomando. "Hay que sacar el de leche para dejar espacio al que viene", dice Hassi. Si por un trauma o caries un niño pierde un diente de leche, "el odontólogo evaluará poner un dispositivo que evite que ese espacio se cierre sin dejar cabida al diente permanente", dice el experto. "Esto no sólo resguarda el espacio sino la función de esa pieza, porque si el niño no la tiene, va a masticar por el otro lado, alterando la formación de la zona afectada".
