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“Las ideas geniales que se transmiten en una frase son muy infrecuentes”

El último vocero del Gobierno de Ricardo Lagos ha crecido como figura pública durante estos meses de su gestión. A pesar de que está consciente de que no puede agradar a todo el mundo y, menos, desde un cargo tan expuesto, asegura que se ha ido ganando un espacio y que está acostumbrado a las bromas que genera.

02 de Mayo de 2006 | 09:00 |
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A los 53 años, Osvaldo Puccio Huidobro tiene absolutamente claras sus fortalezas y debilidades. Con un humor a toda prueba, reconoce que desde que asumió la Secretaría General de Gobierno, en mayo del año pasado, "me ha tocado duro, ¿ah?" y se lo atribuye, principalmente, a la diferencia de estilo con su antecesor, el ministro Francisco Vidal. No obstante, asegura que se ha ido ganando un espacio entre la gente.

Es de hablar pausado, con un tono que al principio desconcierta, pero que, después de un rato, ya no incomoda. Tiene historias por montones y las cuenta con una gracia y simpatía inigualables; también momentos serios, en los que relata episodios más duros y aquello que lo enoja.

-¿No le molestan las bromas?
"No, me da lo mismo. No tengo ni una pinta, ni una figura ni una voz que sea para que no… a ver, a mí me hueviaron desde primera preparatoria, así que estoy acostumbrado".

-¿Por qué? ¿Por la figura?
"No era especialmente gordito, pero siempre he sido un roto muy poco ágil, era pésimo para los deportes…"

-¿Bueno para las fiestas?
"No, en las fiestas soy una lata, porque soy de tiro muy corto. A las once de la noche soy un ser humano muerto, muerto, muerto, pero fí-si-ca- men-te muerto (recalca las sílabas). Cuando paso de las doce es porque he dormido siesta y lo estamos pasando increíble".

-¡También para el Año Nuevo!
"Siií. Generalmente doy los abrazos y me voy al tuto, también de joven. Nunca fui un carretero, nunca".

Se ríe a carcajadas cuando se le recuerda que en estos últimos días de gobierno del Presidente Lagos, el chiste que corre es que, entregado su actual cargo, se iría de vocero a Piedradura, por su evidente parecido a Pablo Mármol, de "Los Picapiedras".

El humor es una de sus principales características y durante toda la entrevista la sonrisa y la carcajada fácil aparecen una y otra vez. Tampoco tiene pelos en la lengua, así que contesta sin evidenciar molestia frente a pregunta alguna, excepto cuando se trata del episodio de Codelco y las informaciones respecto a sus asesorías que aparecieron en "El Mercurio".

Asegura que la Secretaría General de Gobierno es uno de los ministerios más difíciles, porque es el más expuesto, por lo tanto "la posibilidad de hacerlo mal es muy alta".

-Y está sometido diariamente a la crítica.
"Claro, y con justicia, además, porque es imposible darle en el gusto a toda la gente".

-¿También de los periodistas que cubren La Moneda?
"Sí, pero, indudablemente, se generan complicidades; nosotros hemos establecido muy buenas relaciones con los cabros de "la Copucha" (la oficina de la prensa en el Palacio de Gobierno), se genera una buena química, prácticamente con todos".

-Pero ¿ha cambiado la percepción pública hacia usted?
"Hay un clic, marcado por la entrevista de la Viví Kreutzberger. Hasta ahí tenía un perfil bajo –en algún momento lo tuve más alto como dirigente socialista-, pero como me fui a las embajadas… a ver, de carácter no soy un tipo muy pintamonos, así que, al menos que tenga algo que decir, trato de no figurar.
"No soy una personalidad mediática, en el sentido más usual del término; entonces, todas las entrevistas que yo di, que no fueron pocas, eran de media página y hablando de temas específicos… no era un señor mediáticamente muy conocido hasta esa entrevista que mostró mi faceta más personal".

-Además tiene un tipo de humor muy especial.
"Probablemente, claro, cuesta entenderlo, pero la gente se acostumbró".

-¿Por qué fue designado en este cargo?
"No lo sé… conozco al Presidente hace muchos años (fue su alumno en la universidad) y creo que hizo una evaluación muy positiva de mi gestión como embajador en Brasil e hizo, también, una apuesta, supongo; nunca lo he hablado con él.
"Además soy un tipo que tiene una cierta formación, tengo una visión más global de las cosas, soy un histórico del PS…"

-¿Dudó en aceptarlo?
"Ni por un segundo, por dos razones. Primero, cuando a uno le ofrecen un ministerio no lo duda y si lo ofrece el Presidente Lagos, lo duda menos. Y, segundo, algo de vanidad tenemos todos y uno supone que lo va a hacer bien.
"Es más, siempre estuve seguro que, a las finales, no me iba a ir tan mal. Soy un optimista y no puede ser que, como dicen ahora los modernos, no haya nicho de mercado para una aproximación más reflexiva a la política".

-¿Cómo es eso?
"Es que las ideas uno no las puede reducir a cuñas (la breve grabación que aparece en radio o televisión), a menos que sean ideas geniales, y las ideas geniales que se transmiten en una frase son muy infrecuentes, son los grandes logros de la humanidad ¡Eso no resulta todos los días!
"Las cosas complejas, en general, uno tiene que transmitirlas por lo menos en cuatro frases, si no, no da".

-¿Lo ha logrado?
"Sí. Creo que se produjo una doble cosa. Por un lado, la prensa fue siendo generosa conmigo y me dio una línea más y, por otro lado, yo fui aprendiendo a cortar tres líneas… ahí llegamos a una media razonable".

-Ser Doctor en Filosofía y, al mismo tiempo el vocero…
"Pero por qué no. Es raro, pero posible… Se ha dado en el tiempo una buena relación y me he sentido cómodo, aunque me afectó mucho la carajada que me hizo 'El Mercurio'".

Se refiere a las informaciones aparecidas en junio del año pasado, cuando cumplía un mes como ministro, que señalaban que mientras fue embajador en Brasil (julio de 2003 a mayo de 2005) siguió recibiendo honorarios por informes de coyuntura internacional que su consultora, Asyan, vendía a Codelco.

Puccio reaccionó con una de las conferencias de prensa más masivas que se tenga recuerdo en Palacio. Respondió por él y por su socio Álvaro Briones, asegurando que la información era "falsa". Su postura se basó en dos cuestiones claves: Asyan trabajó exclusivamente con la empresa minera, y que, cuando fue embajador en Brasil, dejó de contribuir con los informes que se realizaron desde agosto de 2000 a junio de 2004.

-¿Por qué le afectó tanto?
"La sentí humanamente muy injusta. Lagos ahí se portó fantástico, me dio un apoyo a todo trapo. Yo le decía Mire Presidente, incluida la semana que me torturaron sistemáticamente, no tengo recuerdo de haberlo pasado tan mal en la vida como esa semana en que 'El Mercurio' me tuvo en primera plana.
"Es la impotencia, la injusticia, la humillación sin capacidad de réplica en el mismo plano".

-Pero usted ha dado muestras de creer fervientemente en la 'reconciliación'.
"Pertenezco a una generación que vivió conscientemente lo que pasó en Chile, pero no tuvo ninguna responsabilidad. Hoy sí tenemos responsabilidad, que es que nunca jamás vuelva a ocurrir nada parecido.
"Yo, por lo menos, me lo tomo súper en serio. Todo este tema de la reconciliación no es poesía, no es demagogia. Es que este país lo pasó muy mal, muy mal".

-Aún así hay gente que tiene mucha rabia.
"Es que son dos cosas. Yo no puedo tener más que comprensión para la gente que tiene dolor y no sólo dolor, sino rencor y no sólo rencor, sino bronca. Hay gente de esa que yo quiero entrañablemente. El punto está en que, si yo opto por hacer política, mi responsabilidad es pública, no privada. Entonces, mis broncas personales son un tema mío, de mi familia, de mi casa, de la ducha".

-¿Tan privado como para sacar a pasear a uno de sus torturadores cuando era embajador en Austria?
"Uno puede hacerlo. Ahora, depende de las personalidades; yo no soy especialmente bueno, ni especialmente sanito. A mí, un amigo mío, un gran periodista que me tuvo viviendo un tiempo largo en su casa en Berlín, me decía es que vos no servís pa' revolucionario, porque no eres rencoroso. Creo que ese es un gen que uno tiene o no tiene y yo no lo tengo".

-¿Nunca siente rencor?
"Sí, pero por poco rato. De verdad, con 'El Mercurio' tengo más amargura que con los milicos que me torturaron. Ahí reconozco una cosa de pequeñez personal, porque me atacaron en la fibra que más me dolía. Yo vi como terminó de pobre mi papá, mi abuelo… y era una cosa muy enorgullecedora, lo aprendí desde que nací. Pero ese era un país distinto, porque eso era un éxito, era un éxito (reitera). Decir este chato no tiene un peso, pero pucha que sabe de historia de Egipto era muy honorable, hoy día…. (se queda reflexionando)".

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