Al uso de vitaminas, coenzima Q10 y otros elementos de reconocida acción antiedad, ahora la industria cosmética suma una serie de nuevos activos no tradicionales. Se trata, en su mayoría, de sustancias que se encuentran en productos naturales como el tomate, el caviar o la soya y que tras variadas investigaciones han demostrado ser un aporte en la lucha contra los signos visibles del envejecimiento cutáneo. Aquí están las razones.
Tomate: Su poder antienvejecimiento está en el licopeno que posee, que es un pigmento antioxidante que le confiere su color rojo característico y que también se lo puede encontrar en la pulpa de la manzana, sandía, papaya y pomelo rosado. Se estima que este pigmento, de la familia de los carotenoides, aporta variados beneficios cutáneos. Facilita la circulación del agua entre las distintas capas de la piel y la fija alrededor de las células, logrando que permanezca hidratada por más tiempo. Actúa como antioxidante, neutralizando los radicales libres, principales responsables del envejecimiento prematuro. Y protege a las células del estrés oxidativo, facilitando la eliminación de residuos metabólicos.
Tan claras son sus propiedades que expertos de organismos como el Centro Internacional de Investigación en Antioxidantes de Londres han declarado que el licopeno posee propiedades antioxidantes que no sólo protegen a las células humanas de los radicales libres, y por tanto del envejecimiento prematuro, sino que también reduce la incidencia de patologías como el cáncer y algunas enfermedades cardiovasculares.
A estas virtudes se suma el aporte en vitaminas y minerales que puede entregar el uso de este vegetal, ya que posee importantes concentraciones de vitamina C, B y E, y una pequeña cantidad de betacarotenos, precursores de la vitamina A. Además de potasio, hierro, magnesio y fósforo.
Soya: Junto con ser uno de los grandes emblemas de Oriente y base de su dieta, esta legumbre suprema o tatou se ha convertido también en potenciadora de la salud y buen aspecto de la piel. Sus virtudes se basan en las propiedades de sus isoflavonas, un tipo de fitoestrógenos o estrógenos de origen vegetal, que tienen múltiples efectos beneficiosos para el organismo en general y que ayudan a combatir problemas a nivel cutáneo como la resequedad, así como a atenuar y retrasar las señales visibles del envejecimiento.
Usada en forma tópica, consigue un aumento de la respiración de la piel, y mejora el funcionamiento del metabolismo celular. Se dice que el mejor ejemplo de estas cualidades es el hecho de que las mujeres orientales suelen envejecer en forma más tardía en comparación con las occidentales, lo que tendría directa relación con el alto consumo de soya en su dieta.
Otro aspecto a favor es su alto contenido en minerales como el hierro, el yodo y el zinc, vitales para potenciar la eficacia de las vitaminas, la renovación celular y la estimulación cutánea. El zinc, además de combatir la piel reseca, el cabello frágil y las uñas quebradizas, interviene en procesos como el metabolismo de polímeros y ácidos nucleicos, claves en la regeneración celular, y en la destoxificación de las células y el metabolismo de proteínas y lípidos a nivel cutáneo.
Caviar: Éste se ha convertido en el activo más apreciado en los preparados cosméticos más selectos y exclusivos, debido principalmente a su costo. Sus propiedades desde el punto de vista estético se basan en su capacidad de favorecer una profunda regeneración de las pieles maduras, ya que posee un altísimo contenido en aminoácidos esenciales, péptidos estructurantes, proteínas, ácidos grasos esenciales, oligoelementos y yodo. A ello se suman las propiedades que se derivan de su aporte en sustancias funcionales como lo son las vitaminas A, E, B1, B2 y B6.
Sus cualidades han adquirido fama mundial, sobre todo a través de la marca suiza La Prairie y su línea Skin Caviar, que incorpora un original concentrado de este producto, se presenta en forma de diminutos huevos perlados y se aplica estallando esas cápsulas para que así liberen su poder en el mismo momento de la aplicación y preservar así toda su eficacia.
Oliva: En la cultura egipcia, el aceite de oliva era el preferido para dar masajes y se utilizaba como ungüento para el cuerpo y cabello. Después se empleó en infusiones de hierbas aromáticas para crear perfumes, o lo mezclaron con azafrán para hidratar la piel. Incluso hay quienes lo consideran el primer calmante cutáneo, no en vano los griegos y romanos lo aplicaron en atletas y luchadores por sus propiedades tónicas y cicatrizantes. Sin embargo, éstos no son los únicos beneficios que se le reconocen al olivo y su aceite.
Se estima también que debido a su alta concentración de vitaminas A, E, D y K actúa como una poderosa y efectiva sustancia antioxidante, capaz de combatir la formación de radicales libres, máximos responsables del envejecimiento. A ello se suman otras propiedades cosméticas, como el que sea una fuente muy rica en ácidos grasos esenciales que contribuyen a restaurar los niveles naturales de humedad de la piel. También que actúe como suavizante, relajante y tonificante, y que tenga la capacidad de proteger la piel frente a factores ambientales externos, y de mantener la estructura íntegra de la dermis, permitiendo una mejor regeneración y por lo tanto, una mayor firmeza.
Uva: Su acción antiedad depende directamente de su concentración de polifenoles, que impiden la oxidación de las células y garantizan la más eficaz de las protecciones antirradicales libres. La amenaza de los radicales se basa en que hacen que la barrera cutánea no desempeñe su misión fundamental de protección. Así, la epidermis se encuentra sin defensa y la piel sufre sus carencias, perdiendo energía y vitalidad.
En este sentido, los polifenoles actúan como microconstituyentes capaces de actuar a todos los niveles de la cadena de los radicales, y de ese modo impedir la oxidación de las células. Además, bajo su forma activa son fácilmente sintetizados por la epidermis a la que suministran inmediatamente todos sus beneficios, constituyendo una poderosa protección antiedad. Otras virtudes son la alta concentración de ácidos grasos esenciales en las pepas de la uva, la que posee propiedades suavizantes e hidratantes cuya misión es reforzar la protección de la barrera cutánea. Y la poderosa fuente de activos, tanto vitaminas como minerales, que la uva posee en su pulpa.
Cacao: Si ya se sospechaba de los beneficios cosméticos del cacao, estudios científicos de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Barcelona han venido a confirmar las virtudes que puede tener para la salud del organismo y la piel debido a su poder antioxidante. Ello, por su elevado contenido en flavonoides, sustancias que ayudan a prevenir el envejecimiento de las células. Se estima que el cacao es capaz de reducir la oxidación y evitar que las células sean dañadas y, de esta forma, frenar el deterioro de la piel así como el desarrollo de enfermedades cardiovasculares e incluso el cáncer.
En este sentido, hay estudios que dejan en evidencia además que el cacao contiene mayor cantidad de antioxidantes que el vino tinto o el té verde. Y que si se utiliza en forma de chocolate, el amargo es más beneficioso que el que lleva leche, porque al añadirle el producto lácteo se inhibe el poder antioxidante de los flavonoides y dificulta su paso a la corriente sanguínea. Se pierde su poder antioxidante.
Al cacao también se le reconocen grandes propiedades emolientes, razón que explica el que sea utilizado además en fórmulas cosméticas que hidratan, nutren y desintoxican la piel.