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No rendirse a la fama y la frivolidad

27 de Marzo de 2006 | 11:12 |
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Willy Semler es un artista múltiple, qué duda cabe; sólo durante el año pasado y éste ha estado en varios papeles de telenovelas de TVN – "Ídolos", "Entre Medias", "16", "17" y "Los treinta"-; en Geografía del deseo", de una productora independiente; en obras de teatro como actor y director, y en cine.

-¿En qué papeles te sientes más cómodo?
"No me sitúa en la comodidad algún género o estilo en particular. Me sitúa cómodamente el hecho de que a través de un personaje, como actor, o a través de una obra, como director, encuentre resonancias personales y pueda hablar de alguna forma de lo que yo entiendo, a propósito de lo que yo he vivido, en relación con la obra.
"Cuando yo monto, qué se yo, 'La Negra Ester' o 'Un largo viaje del día hacia la noche' o 'Romeo y Julieta', sepa vivenciar fenomenológicamente lo que estoy hablando y me sienta cercano a la obra y que ésta me interprete, para poder generar el fenómeno de la identificación. Y que eso rebote hacia el espectador".

-¿Cuál es el secreto?
"El secreto de los secretos del éxito, es la identidad, la identificación. No sabemos cómo producirla, no tenemos una fórmula, porque si la tuviéramos seríamos exitosos y millonarios ¿cachai? Pero siempre que el éxito se produce, como fenómeno -y lo digo en términos legítimos, no frívolos- está presente el fenómeno de la identificación de los intérpretes con la obra; del público con los intérpretes hacia la obra.
"También está presente el fenómeno de la originalidad en el lenguaje y el de la contemporaneidad de los temas que se están planteando".

-Por eso hacer "Esperando a Godot" con el tema del derrumbe de las torres gemelas como fondo.
"Claro. No es buscando un truco, si no cómo entendemos hoy en día 'Esperando a Godot', dónde está el mayor fenómeno social e histórico en este momento del sinsentido. Nos pareció que lo podíamos situar ahí, aunque fuera un poquito artificial; pero fue un experimento y los experimentos tienen esas cualidades y esos riesgos".

-¿El cine es otra experiencia enriquecedora?
"Siiiií, por cierto. Pienso, hace harto tiempo, que los tres medios (el teatro, el cine y la televisión) son universos propios. El oficio es prácticamente el mismo: uno tiene que convertirse en otro en forma verosímil. Pero el medio, la naturaleza en que cada uno transmite, en el que se desarrolla, tiene características muy particulares y muy propias".

-Vamos de a uno, entonces. El teatro…
"Todos nosotros decimos que es nuestra esencia ¿no? Es porque el fenómeno es lo más efímero que hay. Haces una función de la obra que estás representando y esa función empezó, terminó y mañana de nuevo, pero es otra. Cada vez es primera vez y, además, tiene la particularidad de que tienes al público ahí. La química que se produce, el feedback, es un fenómeno orgánico, es real".

Para Semler, el teatro, particularmente, tiene otro sentido. "Eso de que estás encerrado dos o tres horas en un espacio que es virtual y del cual no puedes escapar. Llegaste al camarín, te empezaste a preparar y hasta que no sales del camarín duchado y te vai a comer o a tomar un trago, estuviste en un lugar del que no puedes irte bajo ninguna circunstancia. Además, después de eso, uno se pregunta ¿pa' qué, cuál es la utilidad del teatro, para qué sirve?; para que estas personas vengan y se entretengan mientras uno trabaja… en el teatro los demás se entretienen mientras tú estás trabajando. A mí eso me provoca una cosa un poquito claustrofóbica, con todo lo que me gusta".

Explica que se le produce una paradoja, porque cuando una obra tiene un éxito muy grande, como "El rey Midas" por ejemplo, y va en la función 250, a él le empieza a entrar " ¡un agobio! ¡maldita esclavitud".

-¿Cómo lo hiciste con ' La Negra Ester', que estuvo seis años en cartelera?
"Sufrí, al final, horrores. Los días críticos eran los sábados. Además yo necesitaba dos horas y media de maquillaje y peluquería (representaba a un travesti), mucho más que los demás. Los días sábados me sentaba en el camarín y me echaba una llorá, más encima con la cara hecha piure, porque la cara ya no resistía, era como maquillarte con lija".

Se ríe a carcajadas cuando recuerda la última vez que la remontaron, para la muerte de Andrés Pérez: "Fue muy gracioso ensayar, porque antes veníai corriendo y sshuu, una pirueta y un giro y ahora egggggpa (como movimientos de robot) y de poto al suelo. ¡Ponte a dieta antes del estreno, por la cresta! Todos viejos y gordos. Nos reímos harto".

-Retomemos el tema ¿cuál es la particularidad de la televisión?
"Así como el teatro es desechable, pero profundo y trascendente, la televisión es desechable. No es un comentario despectivo, es su naturaleza. Tú grabas en el día 15 escenas; las grabas una vez para que salgan al aire una vez. Se produce un fenómeno súper raro: una memoria desechable. Así como en el teatro cuesta tanto aprenderse los parlamentos –yo suelto el libreto justo antes del estreno y lo he tenido dos meses-, en la televisión agarro la escena, la leo, la hago y se me olvida.
"Como hay poco ensayo y todo depende mucho de lo técnico, de parte del actor se requiere en la televisión, una capacidad como de pseudo improvisación, de frescura, de llegar altiro a los estados, a las emociones; que no te pongai pajero y la cuestión. Eso es un ejercicio vital, también".

-¿Y en el cine?
"Por lo general, aunque se hace cada vez más digital, todo el mundo quiere por lo menos filmar en súper 16 y ojalá en 35. Y es foto ¿cachai?, es foto y tú haces una toma, con cue'a cuatro tomas, en el día. En el cine sí que te pagan por esperar… estai todo el día en el camarín, dando vueltas alrededor del catering, picoteando la fruta y ehhh, ya ¡te toca! Tres minutos ¡pum! y esperar de nuevo.
"Eso sí que, como está hecho en celuloide, la toma queda como para 200 años más. Cada vez que la vean, va a ser la misma. Entonces requiere mayor grado de concentración. Además el cine es súper fetichista, que los lentes, el travelling, los rieles… uno se siente importante cuando está filmando, de alguna forma y todo el mundo está imbuido de eso. Cuando viene la toma, todos se quedan callados y, cuando resulta, todo el mundo se para y aplaude. Todo el mundo está muy involucrado y hacia el actor. Porque, independiente de las discrepancias que puedan existir, los tres medios los hacemos los actores (se refiere a la televisión dramática); lo demás es imprescindible, pero está puesto al servicio del actor".

Asegura que la última película en la que participó, "Fuga", del joven cineasta Pablo Larraín, que se estrena simultáneamente en Santiago y Buenos Aires el próximo jueves, se arranca de la temática banal de nuestros días.

Tanto así, que reconoce que cuando le pasaron el guión hace 4 años, le dijo a Larraín que estaba loco: "te creo que Fellini o Jodorowski se meta en un proyecto así, pero quién soy vos pa' meterte con un guión de este calibre"

-¿Por qué?
"Nuestra confusión entre cultura y farándula hace una sopa cada vez más amarga, desde la dictadura hasta nuestros días. Como herencia de que la dictadura definía como culturales a 'Los Huasos Quincheros' y 'El patito chiquito' era como muy profundo -(con la más intensa de las ironías)- hasta el humor de hoy, que no entiendo… ¡tengo que estar muy out!"

-Pero te convenció finalmente.
"Me dijo ¡te juro weón que la hago bien, te juro por mi madre que la filmo!. Y me convenció, le creí. Por eso actué en la película, porque era infilmable. En el papel, te juro, era como leer el guión de 'Amarcord'… Nooo, patúo el weón.
"Tiene una factura, tanto en su cinematografía como en todo el tratamiento técnico, en su narrativa, etc, que yo creo que la va a hacer una película que va a viajar mucho en festivales internacionales".

-Detengámonos en la cultura ¿qué te parece que está pasando?
"Está claro que lo que marca rating en televisión son tetas y potos y un par de chuchás… o sea, está demasiaaado claro, excepto algunos fenómenos que son como una guinda del verano, como Ruperto, que entran y salen, porque son automáticamente rechazados.
"Hay que redefinir la cultura en nuestro país, y no sólo en la televisión. Tenemos que descubrir que estamos entendiendo por cultura".

-Pero también ha variado el concepto en ustedes los actores. Muchos optan por montajes más comerciales.
"No creo que para ser un artista haya que hacer solamente a Shakespeare. Uno puede pasearse por todo el espectro, pero sin engañarse a sí mismo. Creo que es importante para ser un artista integral pasearse por todo el espectro: hay que hacer sainete, comedia liviana, qué se yo, ¡pero hay que hacerlo bien! Y sin vender peras por manzanas. Si haces sainete que la gente se ría de buena gana, pero no esperes que salga pensando de más.
"Hay que manejar la dinámica de la variabilidad, desperjuiciarse y no quedarse en un solo lugar. Tampoco rendirse a la fama y la frivolidad, en términos de gano buena plata, aparezco en las portadas una vez al mes, estoy dado, porque además, es sólo Santiago de Chile. Para mí, mantener la proporción y el equilibrio entre todas las cosas implica sanidad".

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