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Una economista que alentó a su hija a estudiar algo “más de mujeres”

06 de Abril de 2006 | 13:32 |
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Desde que tiene uso de razón ha desarrollado varias actividades a la vez, incluida ser madre y trabajadora. Ingeniera comercial de la Chile, su primer trabajo como jefa de créditos de Indugas lo desarrolló en momentos en que la cesantía golpeaba a su ex marido, Alejandro Saint-Jean.

Y de ahí no paró: ayudó en la administración de la empresa Sal Lobos, propiedad de su padre y una de las productoras de sal más grandes de Latinoamérica, pero emigró y se fue de ejecutiva de cuenta de un banco; muchos años más tarde la nombraron directora –una de las pocas en Chile- de otro, el BancoEstado.

Hizo clases de economía en la Universidad Austral mientras vivió en Valdivia, trasladada por el trabajo de su ex; con 30 años asumió de gerente de finanzas del Canal 11 y como se “aburrió de manejar poca plata” –en sus risueñas palabras- hizo un curso de marketing en la UC y se fue de product manager de aceites y arroz en Indus.

Ya independizada y con una consultora, administró en paralelo el fundo de su madre; cuando su padre enfermó, se involucró nuevamente con la empresa, y a su muerte, se hizo cargo del negocio como gerenta y presidenta del holding hasta que se vendió.

-¿Tu ingreso a Sal Lobos fue un paso obligado?
“En alguna medida. Emocionalmente obligado diría yo, porque cuando mi padre se enfermó no tuve más ganas de trabajar en otro lado, me empecé a sentir muy vinculada a él, a mi madre y empecé a participar de a poco. Empecé haciendo unas asesorías, después entré al directorio y lentamente me fui integrando hasta participar completamente en sus últimos 10 años antes de que la vendiéramos”.

-Pero ¿sentías que Sal Lobos estaba en tu sino? Qué ahí ibas a terminar de todos modos.
“Nunca había pensado trabajar ahí, jamás. Son esas cosas de la vida”.

-¿Y eso por qué? ¿Ser hija del dueño podría tener más contras que pros?
“Nunca pensé que me iban a necesitar, trabajaba en otros lados”.

-Todo esto fue hace algunos años y el mundo era distinto. ¿Nunca te sentiste presionada a tener que demostrar tus capacidades, que no estabas ahí por una cuestión de herencia?
“Nunca me preocupó ese tema. Me sentí muy realizada en Sal Lobos, fue muy lindo poder estar en una empresa grande donde pudiera aportar lo que sabía. Llegar a la empresa de la familia, en vez de a molestar y pedir un peguita, a aportar y entregar valor fue una satisfacción muy grande”.

-Hace 10 años el medio era más masculino que ahora. ¿Te fue difícil moverte en esas aguas?
“En casi todas partes donde iba, incluso hoy, hay mayoritariamente hombres. Es verdad que en el mundo de la economía y las finanzas las mujeres hemos entrado más lentamente. Si miras educación y salud, siempre ha habido más mujeres, en cambio este mundo ha estado más reservado para los hombres, es cierto.
“Sin tener mucha conciencia, reconozco que era difícil (moverse en esas aguas) y de hecho, a mi hija, que es ingeniero comercial de la UC, la trate de desanimar. Ella se ríe de mí porque sabe que ahora es mi mano derecha y es indispensable. Yo le decía estudia algo más para mujeres “(entre risas).

-Te escuchara la Presidenta.
(Sin parar de reír) “Pero si era hace 15 años. Yo le decía estudia algo que no sea tan difícil, pero tenía cero conciencia de qué se trataba, no me daba mucha cuenta y a pesar de las dificultades, lo pasaba bien. He hecho cosas entretenidas y he trabajo en cosas que me gustan”.

-La mujer tiende más a la seguridad y tú te has desempeñado en distintas áreas. ¿hay algo de tu personalidad que te impulsa a los desafíos?
“Yo creo que hay hombres que no se arriesgan nada y llevan 30 o 40 años haciendo lo mismo. Esto no tiene que ver con el género.
“Lo que me ha pasado es que he tenido cierta inquietud personal por hacer las cosas que me parecen más conveniente para mí y mi familia. La vida es dinámica, es cambiante, creo que he sido capaz de adaptarme a las distintas circunstancias; me encuentro, en ese sentido, una persona bastante flexible y con muchas inquietudes, muchas. He ido haciendo y realizando, en la medida de mis posibilidades, lo más que he podido; entonces, claro, nunca me habría quedado en una actividad marcando rutina.
“Siempre he hecho hartas cosas al mismo tiempo, afortunadamente, porque si no, no estaría entrenada para hacer lo que tengo que hacer ahora”.

De familia conservadora, en la universidad se vinculó al Mapu, siendo en esa época -plena efervescencia UP- una activista política, si es que se puede llamar así al perifoneo en las calles. “Fue una época muy linda, me alegra no habérmela perdido, fue una época en que estábamos todos preocupados de nuestro país; lo malo fue resolver los conflictos de la manera que lo hicimos. Creo que de eso tenemos que aprender, los conflictos hay que resolverlos con más generosidad”, dice.

Tras el golpe militar se concentró en su trabajo y la familia y recién en los albores de la democracia firmó la ficha para crear el PPD, colectividad en la que nunca ha ejercido cargo.

-Durante la dictadura, ¿qué pasó contigo, con tu pensamiento político, al moverte en un mundo donde reinaban los empresarios?
“Yo hablo del exilio interno. No me fui al exilio, pero sí estuve en una especie de, porque nosotros nos quedamos muy solos; muchos amigos se fueron. Nos encapsulamos, nos dedicamos a nuestros hijos, a nuestro trabajo, a llevar la vida lo más tranquilamente posible y creo que fue una reacción natural”.

-¿Y qué pasó con tu disco duro entre tanto Chicago boys?
“Personalmente, aprendí a escuchar, a escuchar lo que opinaban ellos. También evolucioné, en el sentido de comprender que los pensamientos fanáticos son una amenaza para la convivencia, por lo tanto, también comprendí que parte de mi pensamiento más extremo no era bueno. No era bueno para mí tener sentimientos muy duros; en eso creo que soy bastante tolerante”.

-O sea, te renovaste sin tener que haber vivido el exilio.
“Probablemente… fue una especie de renovación”.

-¿Cómo conciliaste el hecho de que tus amigos lo estaban pasando mal y el mundo en el que te movías negaba lo que estaba pasando?
“Siempre estuve bien informada, uno conocía los hechos y creo que todos estamos tratando de sobrevivir. Ahora, qué hace uno cuando alguien no quiere ver. Siempre tuve la esperanza que superáramos esa especie de oscurantismo”.
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