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"Más que hacerme una plata, lo que gano en el polo, lo invierto en el polo"

10 de Abril de 2006 | 10:03 |
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Desde su más temprana infancia, sus recuerdos están ligados al Polo; sin embargo, tiene los pies muy bien puestos sobre la tierra y claras sus prioridades, por lo menos en el momento actual.

Aunque tímido, no esquiva preguntas y, en pocas palabras, explica los secretos de un deporte que es parte de su vida. Alejandro Vial asegura que, en la cancha, la diferencia, la mayoría de las veces, la hace el caballo y no sólo los talentos de los jugadores. Gana bien, pero el polo se come casi todo, porque, qué duda cabe, es uno de los deportes más caros.

-¿Te pagan como profesional y como semi profesional?
"Sí, pero no es lo mismo, los rangos son bastante distintos".

-O sea también te haces tu plata, jugando.
"Más que hacerme una plata, lo que gano en el polo, lo invierto en el polo. Tienes que estar todo el tiempo comprando un caballo, comprando tacos, comprando frenos, una montura, lo que sea.
"Hay que mantener los caballos que tienes. Entonces, la plata que gano, la trato de invertir toda en el polo".

-¿Y cuántos caballos tienes?
"Ahora, acá en el Polo, tengo 7. Mientras más caballos tengas, más vas mejorando".

En la categoría en que juega Tano, los partidos se juegan a seis chukkers; es decir, a seis tiempos y en cada uno de ellos se mete un caballo distinto. Se pueden repetir, claro está, pero la idea es tener un animal para cada tiempo, para evitar el cansancio.

-¿Cómo sabes que un caballo es mejor que otro para comprarlo?
"Uno los prueba y ve si le tinca o no; como que uno aprende a darse cuenta si va a ser o no bueno.
"La mayoría de nosotros compra caballos nuevos, que están amansados, pero que hay que enseñarles a jugar polo".

-Eso también debe requerir harto tiempo.
"Sí, poh, te demorai dos años en enseñarlo y, además, te puede salir un caballo malo, que no aprendió nunca. También puede ser que se te lesione en la mitad o cualquier otra cosa; entonces, es bien complicado".

-¿Cada cuánto tiempo hay que comprar uno nuevo?
"La idea es comprarse un caballo, cada vez que uno tenga la opción".

-¿Entre que valores fluctúan?
"Hay desde 500 mil pesos, si se lo compraste a un viejo que viste que tenía un caballo bonito en el campo, hasta otros que ya juegan polo y que te cuestan 6, 7, 8, 9, 10 millones de pesos. O sea, hay de todo.
"Para empezar uno se compra los de 500 mil pesos, pero después ya necesitas los caballos buenos o entrenar uno de ésos".

-Además, supongo que te empiezas a engolosinar con el tema.
"Claro, lo que pasa es que si tienes talento para el deporte, pero el caballo no te acompaña, estás fregado. Al final, la diferencia entre yo, que tengo cinco goles, y otro, también con cinco goles –aunque tengamos los mismos talentos-, la va a hacer el caballo. El animal es el 70% o casi el 80% del partido… los caballos.
"De repente, estás en un partido apretado, y entras en un caballo bueno… ¡y diste vuelta el partido!; entraste en un caballo malo, y te van a tirar la pelota por donde…"

Habitualmente, Vial jugaba de 4, es decir en la retaguardia, como "back", el hombre que arma el partido o comanda al grupo (son cuatro jugadores por lado). Esta temporada ha jugado de 3, en el equipo "Casa Silva".

-¿El amor por los caballos es un requisito indispensable?
"Sí. Si no te gustan los caballos o te asustan, estai frito".

-No me refiero a tenerles susto, sino un cariño especial.
"Sí poh, son seres vivos también: hay que cuidarlos, venir a verlos y así te da más confianza".

-Te van conociendo.
"Supongo que sí. O sea, uno no le habla a los caballos para que hagan cosas, jajajaja, pero los amansas y tienes un caballo regalón, sabes cuál es el malo… ¡todo!"

-¿Cuál es tu regalón esta temporada?
"Es una yegua, la Tormenta; cría de nosotros. La metí a jugar yo, salió buena y ahora se convirtió en la regalona".

-¿Nunca tuviste otra afición deportiva?
"La verdad, es que desde chico la casa funcionó en torno al polo; el papá siempre juega, entonces veníamos los fines de semana y, nada, ¡rico! Veníamos a un club rico, en que la mamá se podía estar comiendo un sándwich con todas sus amigas o se iba a la piscina, y nosotros podíamos jugar en cualquier lado, mientras el papá jugaba polo.
"Pero desde chico fui bien deportista, hice atletismo en el colegio; jugaba harto tenis, fútbol, pero invariablemente fueron los caballos lo que más me llamaron la atención. Lo encontré siempre súper entretenido".