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La conducción educativa de la sexualidad

Entre una sexualidad reprimida y una adictiva, mejor la primera. Ricardo Capponi aseguró que es fundamental hacer un trabajo emocional previo para no vivir la sexualidad con disociaciones.

10 de Mayo de 2006 | 16:47 |
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La disyuntiva es falsa. Los jóvenes no tienen por qué estar destinados a vivir su sexualidad en los extremos, es decir, en forma reprimida –en un lado- o en forma adictiva- en el otro-.

No, ellos tienen la posibilidad de vivir su sexualidad en forma íntegra y plena vinculada afectivamente con su ser y el de la otra persona y ésa debe ser la apuesta que los padres debieran hacer, junto a los demás actores que participan en su proceso educativo.

Así lo postula el psiquiatra Ricardo Capponi, quien, invitado por ComunidadMujer, planteó los riesgos que se están observando en aquellos jóvenes que están viviendo su vida sexual de manera adictiva.

A su juicio, vivir la sexualidad de manera reprimida tiene muchas menos implicancias a futuro que hacerlo de manera adictiva. Quienes tuvieron una educación restrictiva, que los inhibió, pueden superar el problema con trabajo. Mientras, quienes vivieron sin límites ni restricciones y han derivado a la sexualidad donde sólo se busca la excitación que provoca el cuerpo del otro, difícilmente podrán revertir sus conductas.

Capponi abordó las dificultades que se presentan en el proceso de guiar a los adolescentes en su descubrimiento sexual y conseguir que ello no derive en disociaciones que luego harán compleja su vida.

“Los jóvenes deben explorar la sexualidad”. Ése es el predicamento de Capponi, quien asegura que es el camino para conseguir que haya una integración entre el deseo erótico y la excitación. El primero es motor de la sexualidad humana y el segundo, motor de la sexualidad animal, explicó.

El especialista manifestó que este proceso lleva muchos años y debe estar basado en dos pilares: la exploración sexual y la conducción educativa. Y en este ámbito se debe tener claro que los roles que cada uno debe cumplir, o sea, la exploración sexual es algo que los jóvenes deben hacer con sus pares, mientras que el colegio debe educar en sexualidad y los padres acompañar.

“Es un error pensar que los padres deben hacerse cargo de ello; eso genera angustia”, dijo. Y precisó que es labor de los profesores informar, mientras que los padres deben estar atentos para establecer una comunicación con sus hijos cuando éstos lo necesiten.

Sexualidad desatada

Uno de los temas tratados por Capponi fue la sexualidad desatada que practican hoy algunos jóvenes, indicando que hay muchos adolescentes que hoy están literalmente abandonados, mientras que otros parecieran tener una relación cercana con sus padres, pero ésta se basa en el antiguo esquema autoritario donde los padres piensan que hablar de esos temas con sus hijos es darles ideas. En esta estructura se replica el esquema asimétrico de relaciones de pareja donde la mujer no debe tener ningún tipo de conocimientos porque si no va a ser una “casquivana”, mientras que los hombres deben ser experimentados.
La homosexualidad
Definitivamente, éste sigue siendo un tema delicado. Ricardo Capponi señaló que es insostenible afirmar hoy que la homosexualidad es una degeneración y que todavía se discute si se le puede catalogar de enfermedad.

Agregó que algunos la plantean como una perturbación en el desarrollo, es decir, una dificultad que se tuvo para elegir vincularse libidinosamente con el sexo opuesto, y otros la califican de normal.

Más allá de eso, Capponi dijo que lo importante no es la homosexualidad en sí, si no que la estructura mental en la que se da. Aclaró que si esa estructura es normal, los homosexuales podrán llevar una vida afectiva estable con relaciones con vínculo amoroso, mientras que si la homosexualidad se da en una mente limítrofe o narcisista ésta se expresa en forma caótica.

El psiquiatra indicó que en los adolescentes homosexuales es donde se está dando la mayor tasa de suicidios, depresiones y otras conductas sicopáticas. Explicó que algunos no quieren ser homosexuales y pueden revertir la tendencia, y otros se sienten y desean serlo, pero les cuesta asumirlo públicamente.

En ambos casos, planteó que si los padres están frente a esta situación, deben estar abierto a enfrentarlos y se debe recurrir a un especialista.

“La sexualidad adictiva la están experimentando algunos jóvenes y de ahí la promiscuidad”, apuntó.

Según explicó Capponi se les debe enseñar a los jóvenes que la sexualidad requiere de una integración de lo afectivo, que no se puede vivir plenamente la sexualidad si se hace esa disociación y que las relaciones de pareja deben plantearse en un plano de simetría en lo sexual.

A su juicio quienes vivieron una educación restrictiva y se inhibieron tienen mucho mejor pronóstico que quienes no tuvieron límites. Añadió que “todo aquello que no tenga un trabajo emocional, claramente va a producir una adicción” y en ese plano colocó las drogas, el alcohol, los juegos de azar, las compras impulsivas.

“No hay adictos a la pareja, porque la relación de pareja necesita un trabajo emocional, sin ese trabajo es muy difícil sostener el vínculo”, indicó.

Capponi sostuvo que los jóvenes que viven su sexualidad en forma adictiva y disociada son aquéllos que se centran sólo en la excitación que les provoca el cuerpo del otro y eso termina en una sexualidad impulsiva, que además es sustituible, o sea, es fácil de reemplazar un cuerpo por otro porque no se crea ningún vínculo afectivo. Y finalmente, esto se agota, se agota el deseo.

Al contrario, quienes tienen un vínculo con el mundo interno del otro, nunca verán agotarse el deseo. “El clima de liberalización que se vive nos está llevando a la apatía sexual, es lo que llamo ‘los asesinos del deseo erótico’ y estamos viendo más casos de eyaculadores precoces y frígidas”, dijo.

La virginidad

Ricardo Capponi afirmó que, a su juicio, no hay ninguna incompatibilidad entre la postura que sostiene (los jóvenes deben explorar sexualmente) con los principios del catolicismo porque el espectro es lo suficientemente amplio para dar cabida a esto.

Señaló que él no descalifica la opción de la virginidad, pero plateó que esto debe ser presentado a los jóvenes con argumentos sólidos. Y añadió que se debe atender a que se ha caído en actitudes hipócritas donde se plantea la virginidad sólo como un resguardo del himen sin considerar que se ha tenido otro tipo de penetraciones y exploraciones sexuales.

Capponi sostuvo que la sexualidad no se puede reprimir, pero que la virginidad se entiende como un sacrificio y eso tiene que ser bien llevado. “En la virginidad la sexualidad se sacrifica y eso no puede ser impuesto como una suerte de castigo”, manifestó.

Añadió que la abstinencia sexual favorece procesos de idealización que no son buenos. “Creo que se puede optar por esta alternativa, pero se deben tener presente todos los problemas posteriores y no se puede imponer porque los jóvenes nos van a pasar la cuenta”, insistió.

Edad para iniciarse

Uno de los temas que analizó el especialista buscó despejar las dudas de los adultos respecto de cuándo es el momento adecuado para que los jóvenes se inicien sexualmente. Capponi dijo que ello es clarísimo en el sentido de que no se pueden tener relaciones sexuales en la infancia porque eso provoca una fragmentación; tampoco se deben tener en la preadolescencia porque eso genera un trauma y tampoco cuando no se está preparado, porque eso genera una disociación del afecto-excitación.

¿Y cuándo se está preparado? Capponi aclaró que se debe entender como relación sexual todo el proceso de pre coito, coito y post coito con todas las cargas, demandas y exigencias que tiene cada una de esas etapas y ahí lo que determinará la calidad de la relación sexual es la capacidad de enamorarse.

Según señaló los jóvenes tienen capacidad de enamorarse cercana a los 18 años y eso se mide con parámetros objetivos: se tiene que tener capacidad de separarse de los padres y no se apollerados; se tiene que tener capacidad de separarse de la patota y no actuar impulsado por el grupo; hay que haber vivido la soledad que el otro podrá llenar; y se tiene que tener capacidad de proyectarse.

Además, se tienen que generar las condiciones para tener una relación sexual sin angustia. En esto fue clarísimo: aunque se usen los mejores preservativos y anticonceptivos, siempre habrá posibilidad de embarazo y por lo tanto, el joven debe, en el imaginario, tener presente que el otro puede ser la madre o el padre de su hijo.

La influencia de los medios

Ricardo Capponi no tuvo miramientos para afirmar que los medios de comunicación masivos son una amenaza y por lo tanto, los padres deben estar atentos y mucho más preocupados que antes del tema.

En esto no dejó lugar a dudas: se deben tener actitudes prohibitivas claras en la infancia respecto de a lo que pueden ver en la televisión y recordó que los niños necesitan restricciones porque eso les forma la identidad moral. En la adolescencia, aunque se entra en una etapa de diálogo, igualmente no se debe permitir la exposición a material pornográfico, porque es un sexo rápido que conduce a conductas adictivas.

Y fue más allá, indicando que no se debe dejar que los jóvenes tengan acceso a Internet en privado, porque sólo en público se puede controlar los chateos y web eróticos. “No deben tener Internet en la pieza”.
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