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El fanático de las transformaciones

17 de Abril de 2006 | 16:05 |
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Roberto Giordano nació el 27 de marzo, pero no dice de qué año, sólo cuenta que tiene 60, que corre seis kilómetros y hace 400 abdominales al día. "Cuando me levanto a las seis menos cuarto cada mañana, viene un profesor a buscarme, es ritual para mí. Hago fuerza de brazos, ejercicios y eso me permite tener el estado de un hombre de 20 años".

Se crió en una localidad cercana a Buenos Aires, Quilmes, la misma de la conocida cerveza argentina. Su padre era electricista y su madre dueña de casa. Tiene muy buenos recuerdos de su infancia: "era un barrio muy lindo, donde había mucho espacio. Mi casa era una de esas casas chorizo, donde había que mojarse para ir al baño, porque estaba atrás".

Es el tercero de cuatro hermanos, tres hombres y una mujer. Muy orgulloso, relata que eran como un clan, con primos, parientes y vecinos, y que la comunicación con sus padres era muy fluida.

La televisión marcó un hito en su vida: "Indudablemente cuando salió la televisión el año 50, fue un acontecimiento; yo era muy chico, tenía 14 años, y me acuerdo que fue una alegría impresionante". (En este punto las matemáticas no parecen concordar, porque, sumando y restando, su edad es más cercana a los 70 que a los 60 que reconoce).

Aclara que durante su vida ha visto avanzar al mundo a una velocidad impresionante, desde las radios portátiles a la TV en colores. "Me acuerdo cuando fui a comprar el primer computador a los Estados Unidos ¡era lo máximo! Y valía oro. Hoy los hay hasta en los celulares. Como pertenezco a todas esas generaciones, me sigo sintiendo niño…"

-¡Pero acabas de ser abuelo!
"Sí, pero la siento como mi hija. Si mis hijos son como mis hermanos; uso el mismo talle que ellos, la misma ropa y tienen 26 años. Ellos se ponen mi saco, mis zapatos".

"Desde joven fui muy mimado por mis padres, porque era el menor de los varones. Ya había mucha más tolerancia que con el mayor", cuenta.

-¿Qué pensaron tus padres cuando te dedicaste a la peluquería?
"Al principio, en el barrio mío, era toda una cosa como rara, porque creían que yo era homosexual; me estaba dedicando a cosas que eran de mujeres. Mis padres no, estaban felices, porque me gustaba. Además, tenían muchas expectativas, ya que el primero que se dejó cortar el pelo fue mi padre y después mi madre.
"Siempre me esperaron a que llegara, aunque me viniera muy tarde de Buenos Aires, incluso cuando me quedaba haciéndoles clase a los que barrían la peluquería como lo había hecho yo antes, para ganarme unos pesitos más".

Roberto Giordano se casó a los 28 años con la misma mujer que hasta hoy es su pareja y de la que no da mayores señales. Tienen tres hijos, dos varones y una niña y, ahora, una nieta, de la que muestra orgulloso la foto que le tomó apenas nacida y que está grabada en su celular. "Ella es Isabella, tiene quince días".

-¡Hartos años de matrimonio!
"Es que mi mujer es muy compañera. Se dedica a la pintura y tiene un mundo interior muy rico".

-¿No tiene celos de todas estas mujeres que te rodean?
"No, me conoció en la peluquería y es una mujer de mi edad, con experiencia y que sabe cómo es estar con un hombre público y que, además, trabaja mucho. Ella me admira, yo la admiro mucho a ella y nos respetamos muchísimo; por eso, indudablemente, no tengo presiones para volver a casa, puedo disponer del tiempo y siempre hay comunicación".

-¿Te queda tiempo para algún hobby?
"Sí, sí, sí. Me apasiona el tenis, me gusta mucho cabalgar ¡y con montura chilena! Que es espectacular. Tengo campo y voy mucho a montar. Me encanta la naturaleza, también".

-¿Hincha de Boca?
"Acérrimo de Boca Juniors, fanático. Voy donde juegue Boca, fui tres veces a Japón, a todos los países que va. Ahora me voy al mundial a ver a los jugadores de Boca. Programa de televisión en el que hablan de Boca, me llevan".

-¿Algún deseo no cumplido?
"Sí, porque el deseo más importante para mí es ver que mi país se realice, que la Argentina vuelva a la época de la estabilidad, de que la gente pueda crecer, que pueda tener estabilidad jurídica como tuvimos la década del noventa, con Menem".

-¡Sigues siendo partidario de Menem!
"Sí. Sabés, creo que yo y el 90 por ciento de la gente; lo que pasa es que la gente no tiene memoria, el argentino pierde la memoria muy fácilmente. La prensa fue muy dura con él, porque hizo las transformaciones, porque todo el mundo tenía que salir a trabajar, puso las reglas claras, hizo autopistas, caminos, intercambio con el mundo. Sacó toda la lacra del Estado y privatizó; bien, mal, pero lo hizo. Estos dos últimos presidentes tuvieron la caja que les dejaron Cavallo y Menem".

-Entonces por qué los juicios contra él.
"Estuvo preso, porque San Martín también estuvo preso; a O'Higgins también se le cuestionó… Pinochet ha tenido errores, pero también tuvo aciertos y la gente no se acuerda más que de los errores. Lo importante es que las transformaciones importantes son lo que queda y perdura".

-Cambiemos de tema ¿Cuál es tu vicio privado?
"Lo que más me gusta hacer, pero muchísimo, muchísimo, muchísimo, lo que me apasiona es cocinar, inventar comidas diferentes. Me apasiona agasajar. También con las mujeres, me gusta aconsejarlas, cambiarlas, mirar lo que tiene, transformarla. Mi pasión es transformar, en todo… en el campo, decorar, crear".
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