"Si hubiera que graficarlo de alguna forma, diría que la capacidad de atención es como un músculo: puede ejercitarse para sacarle el máximo de partido o puede atrofiarse si no se usa". Así es como la experta en temas de concentración y déficit atencional, María Elena Gorostegui, ejemplifica la importancia de desarrollar esta habilidad. Y mientras antes mejor.
"Claro, porque
por muy inteligente que sea el niño no va a aprender nada si no sabe prestar atención y focalizarse en una cosa", agrega la psicóloga de la Universidad Católica.
Un problema no menor si se considera que lo más probable es que afecte a la mayoría de los niños y adolescentes durante su etapa escolar, además de aquellos que lo sufren en forma crónica bajo el rótulo de síndrome de déficit atencional.
De ahí que no se pueda decir que la dificultad para atender sea necesariamente una enfermedad, sino que la mayoría de las veces es una condición pasajera que obedece a varias causas.
"Es esperable que venga un bajón en la capacidad de concentración durante las crisis como el paso de la etapa preescolar a primero básico y el comienzo de la adolescencia. Ambos son períodos en que están más lábiles emocionalmente y eso los afecta", dice la especialista.
Por lo mismo, el entorno es un factor que también incide en el tema. "Puede que perder un partido de fútbol o pelearse con una amiga sea tan importante para el niño, que le cueste concentrarse en clases", acota.
Primeros estímulos
Difícilmente los padres podrán evitar que los niños enfrenten situaciones que los afecten en el plano emocional. Pero sí pueden entrenar sus habilidades de concentración para que esos altos y bajos no afecten su rendimiento escolar.
Saber diferenciar |
Distinguir el síndrome de déficit atencional (SDA) -que es causado por la falla de ciertos neurotransmisores- de un problema de concentración provocado por causas externas puede ser clave para solucionar el problema.
"El SDA es un trastorno permanente, que acompaña al niño desde que inicia la etapa escolar, mientras que cualquier otro problema de atención aparece de un momento a otro y es un hecho aislado", aclara la psicóloga María Elena Gorostegui.
"Además, el niño con SDA mejora notoriamente con un tratamiento medicamentoso, mientras que el otro niño necesita un apoyo más bien psicológico y emocional". |
Lo primero es la detección del problema y descartar que se trate de un síndrome de déficit atencional (ver recuadro). "Es el típico niño que se sienta a estudiar y se para a cada rato, que no termina lo que empieza y que le cuesta mantener un tema de conversación. Bueno, y también es determinante la información que de él pueden entregar sus educadoras", dice la psicóloga.
En todo caso, todo parte por la prevención desde los primeros meses de vida, la que consiste en no someter al bebé a estímulos fuertes antes de los dos años. "Se supone que un niño ni siquiera debería ver tele a esa edad", sentencia la neuróloga de Clínica Las Condes, doctora Isabel López.
El uso de la televisión, el computador y los videojuegos deben limitarse y controlarse hasta la adultez, agrega. "No se le puede pedir a un niño que se concentre en clases si en la casa está todo el día rodeado de televisores, computadores y otros estímulos a su disposición".
En todo caso, explica, es en el período preescolar cuando se puede tomar un rol más activo para fomentar la concentración. "Ahí hay que permitirle al niño jugar y terminar las actividades que ha empezado. El problema es que los papás les exigimos que hagan todo rápido o los interrumpimos cuando están haciendo algo para tentarlos con otra cosa, y eso es nefasto".
Jugar a pensar
El tipo de juegos y entretenciones que ocupen al niño también deben estimular la reflexión. En ese sentido, agrega la neuróloga,
los ideales son los puzzles, juegos de encaje y libros. "En general, aquellos que lo hagan pensar antes de actuar son los más apropiados".
Tampoco se trata de pasarle un libro y dejarlo solo. "Es importante que un adulto le lea y le vaya preguntando qué entiende y qué opina de la historia y los personajes", recomienda la psiquiatra infanto juvenil del Hospital Clínico Universidad de Chile, Muriel Halpern. Y acota que "cuando el niño está más grande es súper bueno hacer ejercicios como pedirle que te cuente un cuento que él conozca: no importa que se salte partes o cuánto dure su relato, pero sí hay que motivarlo para que haga un discurso hilado y llegue al final".
Las especialistas enfatizan
la importancia de incentivarlos a terminar lo que empezaron. "Ésa es la base de la concentración, porque implica dirigir la mente hacia una cosa e inhibir el resto de los estímulos, que quizás pueden resultar más llamativos", sostiene Muriel Halpern.
Lo mismo se aplica cuando se trata de un preadolescente o adolescente que está experimentando problemas de concentración. En esos casos, la recomendación es que estudie en forma parcelada y que se imponga metas que vayan aumentando en exigencia en forma gradual.
Un ejemplo es estudiar por lapsos de 15 minutos, descansar y, luego, seguir estudiando. "
Lo ideal es que vaya cumpliendo metas, aunque sean pequeñas. Eso le enseña a dirigir su mente en una cosa por un determinado período de tiempo", explica Isabel López.
Mejor aún, si estos ejercicios se llevan a cabo en un ambiente familiar ordenado. "Una de las cosas básicas que les recomendamos a los padres cuyos hijos tienen problemas de concentración es crear una rutina con horas y rituales ordenados y lo más predecibles posible. Está claro que los papás almuerzan poco en la casa y llegan tarde, pero vale la pena que al menos se esfuercen en que todo se haga a la misma hora todos los días".
Y agrega que situaciones tan sencillas como un juego de naipes o un partido de fútbol pueden convertirse en instancias de aprendizaje si los padres están atentos. "Cuando están más grandes uno puede sacar provecho de esas situaciones de relajo. Por ejemplo, si le pasó la pelota a un jugador o tomó una determinada decisión durante un juego, lo ideal sería preguntarle por qué pensó que eso era lo mejor. La idea es llevarlos a reflexionar y meditar sobre sí mismos. Eso es clave para poder potenciar la capacidad de concentración".