"Siempre tuve la inquietud de formar algo propio", María Paz Ojeda, (32), socia del Vivero Las Bandurrias S.A.
Su empresa orientada a la producción de plantas ornamentales del tipo bulbos y arbustos terminados nació en 1999 cuando María Paz se asoció con su hermana Paula y su mamá Isabel Margarita Risopatrón. El vivero existía en la familia y estaba ubicado en Pirque, pero como tenía poca venta surgió la idea de acercar sus productos a la ciudad. Hoy la empresa abastece de plantas a Homecenter, Easy y Jumbo, además de paisajistas. El cómo una historiadora se convirtió en empresaria, María Paz responde: "Los negocios giran en torno a las personas y mi formación humanista me ha facilitado las relaciones interpersonales dentro de nuestra empresa, con nuestros clientes y proveedores".
Además, ella vivió casi toda su infancia en el campo por lo que las plantas siempre han jugado un rol importante en su vida. "Siempre tuve la inquietud de formar algo propio. Me motiva junto a mis socias desarrollar un proyecto rentable que nos permite crear fuentes de trabajo estable". Este año la empresa incorporó a Alejandra Lobo como nueva socia y por contratación de servicios a terceros le dan trabajo a alrededor de 150 personas. Cree que esta nueva generación de emprendedoras se caracteriza porque "somos mujeres independientes, seguras, con espíritu creativo y mucha fuerza interior para plantearse proyectos de gran envergadura".
"Las mujeres tenemos olfato para prever situaciones", Loreto Seguel, (28), socia de Mundo Marino
Siendo alumna de Ingeniería Civil en la Universidad Católica, comenzó a distribuir pescados y mariscos congelados junto a su hermano Francisco (27). "Nos empezamos a dar cuenta de que los clientes no sabían cocinar los mariscos y entonces surgió la idea de vender platos preparados que fueran ricos, de calidad y ciento por ciento naturales". A mediados de 2003 dieron el salto apoyados por un fondo para la inversión tecnológica de Corfo, naciendo oficialmente Mundo Marino como empresa elaboradora, distribuidora y comercializadora de platos preparados congelados. Ahí entró un nuevo socio, Jaco Leopold, y hoy son 22 personas las que trabajan en la empresa. "Sin duda buscamos rentabilidad, pero para nosotros hay un tema social que es generar empleo".
Dentro del nicho de productos del mar tienen una línea de cóctel y este año incorporaron la venta de pastas congeladas. Partieron distribuyendo a domicilio, lo que significa el 25% de sus entregas y hoy se han ampliado al retail, que representa el 50% de sus ventas, más el reparto a restoranes e instituciones. "Para lograr desarrollar una empresa se necesita perseverancia y ganas. Además, creo que las mujeres tenemos un cierto olfato para prever situaciones en los negocios". Loreto está casada y asegura que el apoyo de su marido ha sido determinante para ella.
"Fue bueno abrir un nuevo nicho", Paula Goycolea, (31), Hands & Company
Estudió Publicidad, fue auxiliar de vuelo y hoy es una de las cabezas tras el éxito de Hands&Company, empresa dedicada al servicio de manicure y pedicure. Según cuenta, tras varios intentos fallidos, ella y su socia María Senta Wachholtz conocieron el concepto afuera y sin pensarlo arrendaron un local e iniciaron el negocio. "Nos pareció bueno abrir un nuevo nicho, no existía nada así en Chile y se venía un boom por el cuidado de las manos, era el minuto exacto". Partieron con un local de 17 mts2 en Plaza Perú, 3 manicuristas y una persona que se turnaba con ella en la caja. "Trabajábamos 14 horas diarias, fue un año agotador y tuvimos que aprender de todo: contabilidad, leyes laborales y patentes. Pero de eso se trataba, trabajar duro, sin rendirse, aprender todos los días cosas nuevas y estar abierta a equivocarse y corregirlo a la brevedad".
Después de dos años, el éxito es claro. El local se amplió a 170 mts2, tiene cafetería, y cuentan con 40 manicuristas. Sobre su rol reconoce que es de las que supervisa todo. "Tengo buen equipo y trato de delegar, pero igual estoy pendiente de todo".
El emprendimiento femenino y su valor |
Según datos del Banco Mundial, en Latinoamérica entre un 25% y un 35% de las personas que emprenden en los negocios son mujeres, una cifra insuficiente si se observa el valor agregado que ellan aportan al desarrollo. Tienen habilidades especiales para procesar varios problemas simultáneamente, y dada la diversidad y complejidad del ambiente donde se realizan los negocios, se necesitan líderes que sobresalgan por su inteligencia emocional. En ese sentido el aporte femenino es sustancial. De hecho, según encuestas realizadas por la Universidad del Desarrollo, una característica destacada de las mujeres que ocupan altos cargos en empresas es el buen trato, la comunicación y la confianza que generan. Para ellas, la decisión de iniciar un nuevo negocio está unido con la exigencia de tiempo y flexibilidad espacial, por sus necesidades familiares. En nuestro país la tasa de participación de la mujer es baja, por lo tanto el emprendimiendo femenino debe ser valorado e impulsado, para avanzar hacia un país con menor pobreza y con más oportunidades para todos.
Cristian Larroulet es director ejecutivo de Libertad y Desarrollo y miembro del jurado del premio Joven Emprendedora 2005.
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Sobre las dificultades iniciales, asegura que nunca pensó en desistir. "Cuando siento que no doy más, aparece mi socia full empuje y salimos adelante". Reconoce que el mayor activo de su empresa son las personas. "Me preocupa mi gente, y trato de ayudarla cada vez que puedo". A ello se suma una importante cuota de responsabilidad social, lo que explica que las manicuristas sean reclutadas en parroquias. "Formamos una escuela de capacitación, de donde egresan 6 manicuristas cada dos meses". Agrega que se han puesto un nuevo desafío: desarrollar un lugar con servicios de primera relacionados con la estética, al que asegura le pondrá la misma energía.
"Me siento una emprendedora porque partí de cero", María Carolina del Río, (36), directora de Clarke Modet&Cº Chile
El destino natural de esta abogada era trabajar con su papá, quien fue socio del estudio Otero por más de 30 años. De hecho, fue en ese lugar donde partiendo su vida laboral empezó a dedicarse a la propiedad industrial. En un viaje a un congreso en Estados Unidos conoció al CEO de Clarke Modet&Cº, una multinacional de capital ciento por ciento español que ofrece servicios de asesoría, consultoría y gestión en materia de protección y defensa de la propiedad industrial e intelectual, quien la invitó a formar Clarke Modet&Cº Chile. Era febrero del año 2000. Carolina arrendó una oficina, compró computadores, consiguió clientes y contrató a cuatro personas; hoy son 15. "A partir del segundo año de funcionamiento ya teníamos utilidades importantes y nos vimos en la necesidad de contratar más profesionales. Hay estudios de abogados que se dedican a propiedad industrial, pero había un nicho que a esa fecha no estaba muy desarrollado, que es el de I + D, por lo que vimos en éste una oportunidad de negocio. Se trata de asesorar a los investigadores y empresas que invierten en el desarrollo de nuevas tecnologías, desde su inicio, para que en definitiva su invención tenga una real aplicación en la industria".
Carolina se siente una emprendedora "porque tuve que partir de cero y decirle adiós a la inercia, aprendí a leer balances, a interpretar números, lo que no era mi tema. Ha sido un desafío también al tener que liderar un equipo de trabajo. Busqué mujeres porque son más aperradas para el trabajo y al principio había que luchar con estudios ya consolidados. Hoy hemos superado con creces nuestras metas iniciales de facturación. Me he demostrado a mí misma que puedo hacer mucho más cosas de las que creía que podía hacer".
"Hay que trabajar y aferrarse a los sueños", Verónica Larraín (31) y María Inés Irarrázaval (32), Agrícola y Comercial Mission Chile Ltda.
La historia de la empresa partió cuando sus socias estudiaban Agronomía en la Universidad Católica. "Nos preguntamos por qué en Chile, siendo buen productor de vinos, no se elaboraban vinagres de calidad. Vimos que había un nicho y nos propusimos hacer algo juntas. Cuando nos titulamos, partimos a Estados Unidos acompañando a nuestros maridos en estudios de posgrado, y aprovechamos de investigar para llegar a formar el negocio en Chile", cuenta Verónica. Regresaron a fines de 2001 y desde entonces no han cesado en la tarea de elaborar y comercializar vinagre de vino de calidad premium. Las primeras cinco variedades salieron al mercado en 2003, todas tinto. Al año siguiente ofrecieron también cuatro de blanco, y hoy elaboran 10 mil botellas al año. María Inés explica que el comienzo fue de mucha paciencia y experimentación.
"Nos tomamos el tiempo necesario hasta estar seguras de tener el vinagre que queríamos. Todo lo hicimos solas, no mandamos a hacer el vinagre a nadie, el único apoyo fue en envasado y etiquetado". Verónica agrega que tampoco fue fácil enfrentarse a temas administrativos, ni compatibilizar el rol de empresaria con los de esposa y mamá. Hoy celebran el espacio ganado, pero advierten que tienen el desafío de aumentar la cultura del vinagre en Chile, crear nuevas variedades y exportar. En lo personal, quieren ver crecer la empresa y hacer más conocida su marca. Acerca de lo emprendedoras que se sienten, María Inés dice que si algo han conseguido es porque se arriesgaron. "Estamos satisfechas por lo hecho hasta aquí, pero sabemos que queda montón por hacer y que se puede, sólo hay que trabajar y aferrarse a los sueños".
Segunda parte de esta historia