Sabe que su tema no es del agrado de la mayoría de las personas. Sabe que a muchos les cuesta siquiera pensar en la vejez, mucho más vivirla. Pero a ella no le importa.
Patricia Pupkin se ha convertido en una predicadora entre todos aquellos que la rodean y, aunque algunos se alejan indiferentes, ella está dispuesta a dar la pelea en pos de conseguir que los adultos mayores, ya ni siquiera en la tercera edad, sino en la cuarta, puedan tener un mejor pasar.
Directora de la Fundación Amanoz, está ciento por ciento concentrada en conseguir que los ancianos de este país, una población cada vez mayor, tenga “un nuevo comienzo”.
“Sumar años no es envejecer” dice el lema de su cruzada, que la entusiasma hasta la última célula. Las mismas donde la palabra viejo no está registrada.
-¿Pareciera que en Chile, no tiene nada de dorado llegar a la tercera edad?
“No es fácil llegar. El 70% o un poco más de los adultos mayores están bien, son auto o semivalentes, pero lo que pasa es que se piensa que están enfermos y eso no es así. Es un prejuicio que tiene la sociedad.
“En Europa, los adultos mayores son autónomos, hacen sus cosas, pero acá, en Chile, quienes llegan a esa edad se consideran viejos y no quieren hacer muchas cosas.
-¿Cuáles son los prejuicios?
“Las generaciones mayores se van alejando de los demás; al momento de jubilar, dejan de tener actividades importantes como para nutrirse y los jóvenes tienen una actitud de aburrimiento frente a ellos. Mira a un lolo cuando escucha a su abuelo que le cuenta su vida, una vida llena de sabiduría, la cara es de aburrimiento”.
-¿Será que no estamos preparados para llegar a viejos?
“Absolutamente. Hace 15 años hago cursos sobre cómo aprender a envejecer y no te digo lo que me ha costado. Todos me dicen
tú estás loca, qué aburrido, quién quiere aprender a envejecer. Pero, sí, hay que aprender y hay que prepararse desde los 40 años”.
-¿Como país tampoco estamos preparados para ser país de viejos?
“Exacto, las cifras son clarificadoras. En 1950, había 18 adultos mayores por cada 100 menores de 15 años; en el 2000, los adultos se duplicaron, pasaron a ser 36. El 2010 habrá 50 adultos mayores por cada 100 menores de 15 años y el 2030 se igualarán o los superarán.
“Te das cuenta lo que se nos viene. Los grandes consumidores van a ser los adultos mayores y eso va a implicar un importante cambio en la economía. Aún así no hay una manera de pensar cariñosa ni respetuosa hacia ellos. El Gobierno está haciendo algo, tiene el Servicio Nacional del Adulto Mayor, Senama, y las municipalidades también tienen servicios y clubes, pero apuntan a los de 65 o 70 años. ¿Qué pasa con los de 80 o 90 que están solos en sus casas?
Patricia Pupkin tiene claro que los adultos mayores de clase media y alta tienen un mejor pasar que otros, pero viven en soledad igual que el resto, porque las familias están abocadas a sus actividades y no se plantean la posibilidad de que ellos ingresen a los “seniors suites” que en el últimos tiempo han surgido en el barrio alto. “En Chile aún no entra esta filosofía de vida” dice.
-¿Hay poca conciencia del valor de los ancianos?
“Sí, mira cuando un adulto mayor cuenta una historia repetida y la otra persona le dice que eso ya lo contó. Eso duele en el alma. El adulto mayor narra sus historias, que a otros latean, porque quiere transmitir su experiencia.
“Aunque no generalizaría, la mayoría de las personas jóvenes no tienen interés por el tema y me preocupa por el hecho de que las actuales generaciones van a tener que hacerse cargo de padres cada vez más longevos”.
-Hacerse cargo económicamente…
“Pero no afectivamente. Sí, ése es el tema, y nosotros queremos ser un referente en el adulto mayor para cambiar la mirada, para mostrar a la sociedad que ellos tienen mucho que dar, que sienten igual que todos, que los niños y jóvenes. Se les subestima, cuando ellos tienen mucho conocimiento y sabiduría. Mira como en los países orientales se venera al adulto mayor… creo que es un deber preocuparse”.
-Por la situación económica del país, en Chile hay mucho anciano que vive abandonado y en la miseria. Son pocos los que tienen autonomía.
“Es verdad que hay bastante miseria. Hay fundaciones como Las Rosas, Conapran, San Vicente de Paul y el Hogar de Cristo que reciben a personas con un pago mínimo y tienen un buen pasar, pero hay otra serie de hogares, no certificados y que hemos visto en televisión, que no dan ese servicio, que no tienen infraestructura, auxiliares, nada, son informales”.
-Vuelvo al tema, ¿estamos preparados?
“No, y ni siquiera en el plano más íntimo. El adulto mayor que necesita ayuda requiere de una persona calificada, preparada para hacerlo, pero en el caso particular, tenemos que saber cómo serán nuestros padres, así como nos preocupamos de saber cómo son los adolescentes. Tenemos que saber que los adultos mayores se ponen difíciles, que no se les debe herir, que no se les debe hacer presente que están repetitivos”.
-¿Será que nos cuesta relacionarnos con esta realidad porque nos cuesta proyectar la vejez, incapacidad y muerte personal?
“Así es, la no aceptación de cada uno de que se va a llegar a adulto mayor explica está lejanía. Y resulta que todos nos vamos a ver como los viejitos sonrientes. Hay como un rechazo, decimos
no quiero ser así, pero si no se llega a eso es, simplemente porque te mueres antes. No hay otra opción”.
-¿Cuánto influye el hecho de que vivamos en un mundo donde se exalta la belleza y la juventud?
“Obviamente muchísimo. El adulto mayor que lleva su vejez en forma natural es un pez raro, está en un mar solo donde los mensajes son
mantente joven. En todos los años que llevo en esto ha sido duro escuchar algunas veces, cuando llamo para pedir ayuda, que me contesten
para que la necesitas si ya se van a morir luego. Les falta saber que la sobrevida es altísima.
“Hay que tratar que los niños, los adolescentes se conecten con los adultos mayores; que los jóvenes, que viven intensamente la vida, no se mantengan al margen”.
Patricia Pupkin cree que a la larga esta realidad será imposible de soslayar y caerán las cosas por su propio peso. Pone como ejemplo el hecho de que las grandes tiendas tendrán que cambiar su mirada y no sólo preocuparse de los jóvenes, cuando la mayoría de sus compradores van a empezar a tener 50, 60 o 70 años.
-Sorprenden las cifras: hay 400 mil ancianos abandonados en hogares, pero los chilenos dicen en un 78% que los hijos deben cuidarlos. ¿Esto es otra muestra de nuestro doble discurso, de inconsecuencia?
“Me cuesta ser tajante, pero muchas veces hay algo de eso. La gente joven está apurada y pareciera que no tiene un minuto para la reflexión y los adultos mayores son relegados. Velo en lo cotidiano, te invitan a un almuerzo familiar o un matrimonio y se ve la típica mesa de los mayores todos juntos”.
-Los privados y municipalidades a través de fundaciones están haciendo cosas. ¿El Estado está haciendo su parte?
“Pienso que sí. El Senama lo está haciendo, además se está avanzado en temas como la salud donde los mayores de 60 años no pagan en el sistema público. Pero falta mucho, los gobiernos tienen que tener una mirada de largo plazo.
“Una cosa que me preocupa es que no sé si en su momento van a haber suficientes médicos para atender a tantos adultos mayores. La gente mayor se asusta mucho, va mucho al doctor y eso requiere infraestructura”.
-¿La geriatría es tema?
“Sí, cada día se están formando más geriatras, conscientes de lo que se nos viene. Es un boom… uno me dijo que uno tenía que ir a los 50 años al geriatra para prepararse para la vejez, pero quien va a querer hacerlo. Uno va a los 80”.
Continúe leyendo:
Una experiencia cercana que la marcó
“Esto no es un hobby y quiero salir del alero de mi marido”