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Una experiencia cercana que la marcó

03 de Mayo de 2006 | 10:18 |
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No es de las mujeres que baja los brazos ante la adversidad. En su camino por ayudar a los adultos mayores ha recurrido a la creatividad y el ingenio con tal de sobrevivir y su historia la convierte en una emprendedora adulta.

Con más de 30 años de trayectoria en la orientación familiar, carrera que estudió en el mítico Instituto Carlos Casanueva, desde sus inicios los adultos mayores la cautivaron.

Partió haciendo cursos sobre desarrollo de adolescentes y de la mujer en su media edad y después fue derivando a charlas sobre cómo envejecer y prepararse para la tercera y cuarta edad, de la que hoy se habla.

Primero los hacía en el mismo instituto, pero luego se independizó y pasó casi 10 años arrendando garaje o piezas donde fuera hasta que se convenció de que toda su labor tenía que ser sistematizada. Por eso, el 2000 dio vida a la Fundación Amanoz, una institución sin fines de lucro dedicada a formar monitoras voluntarias de adultos mayores.

-¿Hubo un hecho puntual que gatillara tu interés?
“Sí, mi suegra a los 60 años se decretó vieja, que no tenía en qué aportar, ya se sentía poco útil, pese a que fue una gran abuela y suegra. Su actitud hacia el envejecimiento fue muy triste para mí y me dije no quiero eso para mí y quiero ayudar; me salió una fuerza interior para convencer a la gente de que tenía que cumplir 60, 70 y 80 y agradecer todos los días a Dios.
“Cuando eres muy sensible al tema y ves una persona que envejece tan mal, con tanto rechazo a algo tan natural como ese eso. El proceso de envejecer es tan natural como la muerte, es algo que tenemos cierto”.

A esto se sumó la larga enfermedad de su padre, que por 25 años padeció Parkinson, pero que mantuvo su mente lúcida hasta el final.

La Fundación capacita a monitoras en el manejo de adultos mayores que concurren a diversos hogares de ancianos a trabajar con ellos. El curso de dos meses las prepara para hacer frente a los diversos aspectos de esa etapa de la vida como la muerte, cuidando precisamente que a futuro estas voluntarias no se vayan a deprimir.

-¿Qué es lo que hacen estas voluntarias?
“Ellas desarrollan, en grupos, talleres de desarrollo afectivo. Nuestra misión es mejorar la calidad del adulto mayor mediante un compromiso solidario, para eso promovemos su integración, su participación activa y elevamos su autoestima.
“Les enseñamos técnicas, métodos, incluso hasta cómo tocar a los ancianos porque la realidad de las instituciones de beneficencias que tienen adultos mayores no es nada que ver con lo que se ve en los seniors suites”.

-¿Qué compromisos implican?
“Nuestras monitoras deben ir una vez por semana a estos hogares de ancianos y deben cumplir. Por eso, tenemos además, supervisoras voluntarias que están pendientes de que ello sea así porque cuando no van se produce una frustración muy grande. Se les entrega todo el material por escrito y deben tomar apunte de las dinámicas de los grupos de ancianos.
“En la Fundación Las Rosas nos permitieron hacer la práctica al comienzo y ahora trabajamos en 20 hogares de la zona metropolitana que son también de San Vicente de Paul, el Hogar de María. En el Hogar de Cristo no porque ellos tienen sus propios monitores”.

-¿Qué motiva a una mujer a querer ser voluntaria?
“Partí invitando a mis amigas y no es fácil, porque cuando se van uno se siente herida. Lo ideal es que venga gente que quiera ayudar, que sienta que lo puede hacer. Cuando convocamos a los cursos llegan muchas, la última vez 40, pero sólo fueron elegidas 14 porque deben tener un perfil adecuado.
“Una de las cosas que aprendimos es que no tomamos voluntarias sin que antes se sometan al curso de capacitación. Ya tuvimos la experiencia y no sirve porque deben prepararse en temas como el dolor y la muerte. Somos pioneros en Chile, todo lo tenemos registrado de modo que pueda seguir cuando yo no esté en el mundo”.

En 6 años han logrado formar 55 monitoras que atienden a 419 adultos mayores. Como toda institución de beneficencia, el financiamiento de la Fundación Amanoz sufre de buenos y malos momentos, pero Patricia Pupkin no se amilana.

Cansada de pedirle a su marido que fuera su salvavidas en momentos de estrechez, resolvió crear un instituto de formación técnica denominado Nova Data Ltda. que dicta cursos para auxiliares y cuidadores geriátricos y cursos dirigidos a empresas e instituciones sobre técnicas y desarrollo de habilidades para el control del estrés y otros, que pueden hacerse utilizando la franquicia Sence para la capacitación.

Además, organiza charlas sobre la adultez y la vejez como “¿Y después de los 40, qué?” que tendrá lugar el próximo 10 de mayo en el auditorio de la Municipalidad de Vitacura. “Se trata de cómo sacarle partido a la segunda mitad de la vitad, si hablas de aprender a envejecer a todos les carga”, relata lúdica.

Su proyecto futuro es que las fundaciones a las cuales le prestan servicios puedan servir de canal para que Amanoz capacite a voluntarias cercanas a los hogares. “La idea es expandirnos”, señala entusiasmada.


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