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"A mí me encanta trabajar con mujeres"

Su amor por el teatro le sale por los poros; la cara se le ilumina cuando habla de su profesión y su intensidad natural se ve reforzada por el oficio de años, porque pareciera que hablara con todo el cuerpo no sólo con esa voz ronca y varonil que lo identifica. Esas mismas características que hacen que, a pesar de sus años, siga actuando de galán y en protagónicos.

18 de Julio de 2006 | 08:39 |
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Leonardo Perucci es un apasionado y, por sobre todo, de la actuación, ya que cree que es una carrera que nunca se acaba, porque un actor siempre está esperando qué le van a ofrecer en la próxima teleserie o qué obra montar. No por eso deja de lado a la política, otro de sus grandes temas, del que cuesta sacarlo y del que argumenta sus puntos de vista con lujo de detalles y subiendo el tono de la voz.

"Lo que me encanta de mi decisión es que cuando uno tiene una carrera que realmente le apasiona y le gusta, uno sigue en ella hasta que se muere. Mi padre fue empleado público y a lo mejor por eso, por ese cansancio eterno que yo le veía, por todas esas cosas que hacen los cajeros de los bancos; quizás por eso quise estar lo más lejos de esa parte, y por eso me fui acercando a esta historia del teatro", cuenta.

Cómo si no, si se crió en un teatro, en el de su abuelo. "Era como tener el cuarto de juegos soñado; además con figuras que se movían en la pantalla, porque yo tenía 5 años y estaba viendo películas. Tengo una cultura de cine que no tiene nadie, porque me crié entre latas de película, entre enrolladoras y proyectores", cuenta.

-Como en "Cinema Paradiso".
"Bueno, cuando yo vi esa película, si no me dio el infarto ahí, no me dio; porque, además, coincide plenamente con la etapa de mi vida; el personaje de Phillipe Noiret es mi tío Fortunato, que se encargaba del cine y andaba vestido exactamente igual a él. Fue impresionante para mí".

El teatro de su abuelo lo compró la Municipalidad de Taltal y es ahora el centro cultural del pueblo, "lo que me alegra mucho, porque nosotros, como familia, ya no lo podíamos mantener".

Pero antes, mucho antes, "todavía muchacho" y debido a los problemas con su familia y su no muy buen comportamiento escolar debió dejar el norte donde vivía y terminar sus humanidades en el Liceo de Talca, acogido por un tío. Su primera opción universitaria fue la odontología, pero al poco tiempo se dio cuenta que no era para él y entró a sociología "que era el polo opuesto".

-¿Y la actuación, cuándo?
"Cuando entré a estudiar sociología, que era durante las mañanas en la Chile, me inscribí en la escuela nocturna de teatro de la Universidad Católica. Por ahí me acerque al Teatro de Ensayo. Un día hubo una audición para un papel menor en 'La pérgola de las flores' y yo fui y me lo gané y debuté con mi poca experiencia teatral".

Igual siguió estudiando sociología dos años y medio más, hasta que ya no pudo más y debió optar y se quedó con la actuación.

-¿Estudiabas ambas carreras y, además, actuabas?
"Sí, sí, seguía actuando. Mi debut fue en 'La pérgola' en el teatro Caupolicán, aterrorizado ante 8 mil personas y yo era un mojón de 19 años".

De ese tiempo es su amistad con Héctor Noguera, con quien hoy comparte roles en "Descarados" de canal 13. Tito hacía a Cartucho y Leonardo a Tomasito. Después hicieron "El avaro", luego "Mucho ruido y pocas nueces", "Árbol viejo". "O sea, con Tito tenemos un caminito recorrido juntos. A veces, nos hace mucha gracia, porque yo tengo una memoria de elefante y me acuerdo de las cosas más insólitas. Tito, que es medio volado, se le olvidan algunas cosas, pero como yo me acuerdo, él se acuerda de otras y lo pasamos… pa qué te digo, nos matamos de la risa", cuenta.

Según Perucci, el teatro de esa época era de gran calidad. "Estamos hablando de los sesenta del nivel más alto del teatro en este país; porque a mí no me vengan con cuentos de que ahora se hace mejor teatro que antes ¡mentira!, yo no creo. A nivel de teatro norteamericano era de lo mejor que se hacía. Después de '73 todo eso se acabó, por supuesto y empezaron esfuerzos aislados".

-¿Qué diferencia ese teatro con el de hoy?
"El teatro era motivo de conversación en las casas, en las comidas; un poco ahora la gente habla más del cine y de la televisión. El problema del teatro de hoy es que se transforma, en muchos casos, en ocio inútil y hay que tratar, sobre todo la televisión, de ponderar el ocio útil".

-¿Cómo así?
"Puede que haya programas u obras que no entiendas a cabalidad, pero algo te va a quedar… por ahí comenzamos. Lo que pasa es que si la oferta es pura chimuchina y el cuento y el chisme, te conviertes en un viejo chismoso o en una vieja chismosa y en tu escala de valores, son más importantes las tetas de la fulana o el culo que se puso la otra, o el polvo que se pegó la de más allá con la de más acá. Si ese polvo incidiera en algo en la vida del país (sube el tono). No, poh, si hay que preocuparse de otras cosas. Entonces, tu escala de valores empieza a desmerecer y tu tema de conversación no sale de lo que hizo ésta o aquella. Y uno se pregunta de qué hablé yo, de nada; porque así como te entra por la oreja, te sale por la nariz, no alcanza a salir por la otra oreja. Se va creando una cultura de lo nimio, de lo poco importante; yo creo que son las armas que el propio sistema tiene para que no se cuestionen otras cosas como la desigualdad de la riqueza, por ejemplo".

-¿Ves aires de cambio?
"La incorporación de una mujer como un ente de verdad es parte de los pequeños cambios. A mí me encanta trabajar con mujeres, claro si la Verónica Saquel es la directora del área; la Daniela Castagno es la guionista; la Eliana Rozas, la directora del canal… ¡y yo estoy feliz! Las veo y se manejan maravillosamente bien y les tengo un respeto muy grande, porque valoro lo que están haciendo. Ese soy yo, el resto no sé. A ver si de algo sirve que la gente vaya cambiando un poco su manera de ser".

-¿Cómo llegaste a la televisión?
"Después del Mundial del 62 los canales se quedaron con unos camiones gigantescos y no sabían qué huevá hacer con ellos; felizmente canal 13 empezó a producir programas nacionales y como yo era del teatro de la Católica y el canal estaba en Lira en la Casa Central… me acuerdo que llegaron un montón de técnicos argentinos que le dieron un gran impulso a la televisión, el que más vuelo le dio fue Herval Abreu, el papá de Herval Rossano y a mí me llaman porque yo estaba haciendo el Tomasito, que era un galancito de buen ver, para hacer una miniserie "Los días jóvenes", donde estaba Mireya Latorre que era la estrella de los radioteatros, Silvia Santelices y Néstor Castagno, entre otros".

-¿Actuaba en ese tiempo?
"Él trataba de actuar (carcajada), no, actuaba y lo hacía muy bien, pero además ya escribía y escribía muy bien, porque para tener 20 años y escribir como él lo hacía, pucha, había que ser muy bueno ¿no? Siguió escribiendo y se convirtió en EL guionista de la historia de la televisión de este país".

El canal 13 empezó a crecer y hacer historia, incluso tuvo una planta de actores, donde Perucci no estaba, porque había otra empresa, Protab, que hizo novelas para el canal; la primera fue "El socio", dirigida por Helvio Soto y donde Leonardo hacía el papel principal.

"Empecé a degustar de este medio maravilloso que tenía una instantaneidad que no tenía el teatro. Todos tuvimos que aprender y fue muy lindo. En eso fue fundamental este grupo de técnicos y Herval, que siempre ha sido un monstruo de trabajo".

A ese equipo también se sumó Silvio Caiozzi, como asistente de Rossano, que venía de la mejor escuela de cine de Chicago. "En ese elenco estaban también Pepe Duvauchelle, Roberto Parada, Jorge Lillo… los grandes de este país, digo pa' uno, que tenía 19 o 20 años y estaba recién empezando".

-¿Siempre fuiste el galán?
"Claro, me convertí en el galán de todas esas producciones. Después vino "Amalia", también el protagonista joven. Después "Casa grande", "La amortajada" y con Pepe Caviedes, que era un muchacho muy talentoso que llegó de Uruguay a reemplazar a Helvio, pero faltaba el gran guionista de toda esta historia.
"Conversando con Pepe, no sé si fue idea de él o mía, pensamos en un tipo de la radio que era muy bueno… Arturo Moya Grau, que se integra a Protab".

Con Protab, Perucci hizo 12 novelas, todas adaptadas de grandes libros, porque "era otro el concepto de teleserie; fue Moya el que instala el culebrón como tal, la prueba está en su éxito internacional, fue un innovador y pone el melodrama en su justo punto. Con él aparece "El rosario de plata", "El padre gallo", todas esas que culminan con "La madrastra". Cuenta que así se fue quedando y le fascinó.

-¿Por qué los hombres siguen siendo galanes a tu edad y las mujeres pasan a ser madres, tías o abuelas?
"Es la estructura machista del país; ante eso, yo no tengo la culpa. Pero creo que esa percepción va a cambiar ahora; creo que ya está cambiando. El hecho de tener una mujer cincuentona, maravillosa, encantadora de Presidenta hace entrar a la escena nacional a un personaje un tanto despreciado por la mayoría de los chilenos, porque ya la mujer de 40 es una tía, una vieja ya… y ¡mentira! Si las mujeres no dejan nunca de ser estupendas, lindas, compañeras. Entonces, esta especie de misoginia que tienen los hombres que les fascina estar jugando cacho, en vez de estar en su casa regaloneando con su mujer, con la ascensión al trono de Michelle, se va a acabar. Se va a mirar a la mujer de otra forma y se la va a valorar más.
"Este país no lo han construido los hombres, sino es una obra conjunta de hombres y mujeres".

-¿Practicas lo que predicas?
"Yo he tratado de tener siempre más compañeras que mujeres a mi lado… y me ha ido bien. Yo llevo 26 años con mi actual mujer y es de todo, esposa, mamá, amante… ¡una maravilla! Entonces, yo digo, pucha, qué ser más privilegiado es la mujer que, además puede tener hijos, cosa que nosotros estamos cagaos. Además, las relaciones sexuales… la mujer cuando quiere y el hombre cuando puede.
"Por eso que te digo, el machismo es una especie de invento para que los hombres nos sintamos mejor, para quitarnos el estrés que nos provoca realmente ser hombre. Cuando descubres que el estrés no es tal, si no que es más fácil valorando a la mujer y entreteniéndote junto a ellas… ¡es genial!"

Asegura que este es sólo uno de los síntomas de un Chile marcado fuertemente por los años de dictadura, en los que la cultura tuvo un gran retroceso y se trastocaron los valores. "Hay una generación de jóvenes desesperados por convertirse en tecnócratas de cualquier cosa – y no me parece mal-, pero sin mucha capacidad de análisis, por eso el reino de la opinología y la farándula. Hay un concepto país que no me parece que sea realmente el adecuado".

-¿Por qué?
"Siempre he puesto al hombre en el centro del universo, siempre he sido un humanista y me parece que Chile ya no es así. Pienso que hay una sociedad muy competitiva, muy egoísta, muy ególatra también. Yo creo que tenemos que proyectarnos un poquito para el lado.
"Acabo de ver una encuesta que el 65% dice no a la franja para Bolivia ¿y qué sacamos?, es igual que la Guerra del Pacífico, los muertos los pusieron Perú, Bolivia y Chile y el salitre se lo llevaron los ingleses".

-¡Sigues igual de socialista!
"Y no voy a cambiar; si el que nació chicharra, termina de huesos bien colorados; podré ser durazno, pero el hueso bien colorado (se ríe a carcajadas)… Nooo, si es cosa de sentido común, siempre me he preocupado de entender la vida, de no comulgar nunca con ruedas de carreta, porque justamente yo llegué a esto por opción, no por imposición de nadie. Lo entendí así y la vida se me hizo más amable, más bella. Tener la profesión de bueno es mejor que tener la de malo".

Perucci dice que algunos lo podrán tildar de loco o idealista, pero que no le parece que así sea, porque existen varios pueblos latinoamericanos que están tratando de caminar por un sendero que les acomode más que el libre mercadista puro.

-Entonces vivir en Costa Rica te debe resultar bastante cómodo.
"Es una socialdemocracia maravillosa; claro que está como un gato de espaldas defendiéndose de los que quieren privatizarlo todo. Lo que ha marcado la diferencia con todos los demás países latinoamericanos es su pacto social, que surge de la Iglesia Católica, el Partido Comunista y un caudillo de centro derecha, ¡dime tú!... gente buena, que entre todos lograron ponerse de acuerdo; y no tiene ejército.
"Se ha conformado un país bien particular donde el Estado coexiste perfectamente con la empresa privada. Tengo asegurada salud y educación de lujo y ahí vamos, se defienden todavía".


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