Tiene 65 años, nació el 13 de diciembre y dice ser un Sagitario neto; es decir, con los pies en la tierra y la cabeza en el aire, con un gran espíritu de aventura. Es el mayor de dos hermanos y perdió a su madre muy niño, antes de los 4 años.
"Fue una tragedia, porque era la época en que la gente se moría de tuberculosis; se murió mi mamá y a los pocos meses, mi hermana Marieta. Te puedes imaginar cómo quedó mi papá".
Vivían en Antofagasta y Leonardo debió irse lejos para no contagiarse. "Llegó mi tía Francesca, una de las hermanas de mi padre, y partió conmigo pa' Taltal; si no es porque mi tía hace eso, termino también muerto de tuberculosis. Esa es la razón por qué me crié en ese viejo teatro".
De su madre no recuerda casi nada, sólo lo que le han contado. Su padre se volvió a casar y tuvo dos hijos más. El año '50, Leonardo vuelve a Antofagasta, pero las cosas con su madrastra no van bien y por eso termina estudiando internado en Talca, al cuidado de otro de sus tíos. También le adjudica algo de culpa a su hiperkinesis, que vino a descubrir como tal cuando a una de sus hijas le diagnosticaron hiperactividad.
Después de sus estudios de varias carreras, se casó por primera vez con la actriz Peggy Cordero, madre de su hijo mayor, Camilo, que tiene 34 años y trabaja en una productora de cine y televisión. "Hoy hemos podido recobrar cierta relación, porque Camilo es el hijo del golpe: tenía un año y medio y me volvió a ver después de cumplir los cuatro, cuando se fueron a La Habana".
A los cinco años, se separaron y ellos volvieron a Chile, Leonardo Perucci se fue a vivir a Costa Rica y se volvió a casar con Arabella Salaberry, con quien tiene tres hijos, Andrea, Valeria y Leonardo. Por eso, explica, no existe ninguna posibilidad de que la familia se traslade a Chile, a pesar de su trabajo aquí, porque, como él dice "con un exilio en la familia basta".
-¿Por qué?
"Mira, vienen de vacaciones, lo pasan la raja, pero como yo sé que el exilio no fue fácil, no quiero someterlos a ellos a nada gratuito ¿Pa' qué? Entonces estamos en esta locura de ir de allá p'acá. Llevamos tres años sobreviviendo así".
-¿Algún deseo no cumplido?
"Te diría que no. No sé… me encantaría estar con mi familia, pero no se puede tener todo. Soy de los que piensa que el que ganar quiere algo, algo tiene que perder. Hay que escoger, de repente, y eso implica una cuota de sacrificio".
-¿Qué música te gusta?
"Tengo los gustos más diversos, el único requisito es que sea buena música; no hago ninguna diferenciación, lo mismo Mozart, Beethoven o Tchaikovski, que Metallica, Lucho Barrios… lo que sea que me llegue.
"El jazz también me fascina, me encanta la música brasilera, los Beatles; soy de toda la generación roquera, soy un viejo rockero que acompaño a mis hijos a los conciertos… Eso me hubiera encantado ser, ves tú, un cantante de rock para actuar en un estadio pa' 250 mil weones pegando gritos y yo ahí, al medio".
-¿Y eso por qué?
"Por la adrenalina, por la energía que te entrega y por la energía que tú das. Además, lo que pasa es que los que pertenecemos a la generación del rock, nos pasa lo que a los Rolling Stone, que tú ves que tienen sesenta y tantos, casi 70 –un día el viejo de la batería se va a caer muerto arriba de la wevá- y nos hemos quedado como eternos, lo que es una maravilla".
Aunque reconoce que "en mi época era bien farrerón", dice que la única manera de mantenerse en forma es cuidarse y hacer deporte. "Es que si me pego una borrachera de las de joven, estoy tres días en cuidados intensivos, sin poder hablar… no, no, no se puede ya".
-¿Te gusta leer?
"Me fascinan todos los latinoamericanos. En la época del liceo, me encantaban los franceses, Balzac, todos esos. Pero no tengo tanto tiempo como antes, porque, además, reconozco que soy teleadicto".
-¡Cómo!
"La televisión para mí es un vicio. Puedo estar todo el día sábado echado y weviando con el control p' arriba y p' abajo. Hay cosas que veo recurrentemente como C.S.I., la serie de los forenses y la busco además, el weón, a las 10 de la noche. Me encanta ver los sketchs de "Morandé con compañía", porque me recuerdan mi época del Bim Bam Bum y el Picaresque.
"No te creas que me quedo pegado, pero eso me causa más gracia que esos programas 'inhuelibles' que llaman estelares y que son una graciosa herencia de la época de la dictadura, donde no pasa ni mierda y miren qué felices que somos, miren como retozamos, miren cómo está el país, qué maravilla ¡Chucha, no me jodan!
"Entre paréntesis, creo que la tv de este país necesita una reingeniería urgente, porque hace rato que se pisó la cola. Hay programas que no tienen razón de ser y son todos la misma basura".
-¿Vicio privado o placer culpable?
"Mmmm, agarrar una lata de manjar blanco hecho con leche condensada y, a pesar de que esté en la dieta más rigurosa y la weá, hartármela, entera, con cuchara, porque es una reminiscencia de niño.
"Un día, me has de creer, como ahora viene en bolsa, le corto con la tijera la punta y me siento a ver televisión así (hace gesto de chupar todo el contenido de la bolsa) ¡Qué rico!"