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Vanidoso, marquero y llorón

15 de Mayo de 2006 | 12:34 |
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Lleva varios años casado con la animadora Ivette Vergara y tienen tres hijos, todos de nombres bien vascos como el apellido del padre: Nicolás Imanol, Maite e Iñaki. "La dejé embarazada dos años seguidos (risas)".

Hijo de un empleado bancario que debió jubilar por una lesión a la columna y se convirtió en el librero del pueblo, Fernando extraña la vida tranquila y de barrio de su ciudad natal; incluso cuenta que, cuando va de vacaciones con sus hijos, a ellos les resulta increíble la libertad de poder salir jugar a la calle o visitar cualquier casa del barrio, porque todos son amigos.

Allá sólo viven sus padres; su hermano menor vive en Finlandia y su hermana, en Ecuador. "Los tres fuimos enseñados a no conformarnos con lo mínimo, sino a buscar realizar lo que soñábamos. Ha sido una enseñanza maravillosa, pero muy dolorosa para mis padres, porque ellos se quedaron sin hijos en la casa muy temprano, ya que nos fuimos a estudiar a Punta Arenas como a los 13 años. Fue un acto de generosidad muy grande", dice y se nota la gran admiración y cariño que siente por ellos.

-¿Nunca te molestaron por ser provinciano?
"Sí, en la universidad era objeto de las más variadas y crueles tallas. Además, estudié en la Gabriela Mistral que es de un nivel socioeconómico altísimo y yo veía como mis compañeros llegaban BMW o en Mercedes Benz y yo me iba caminando para ahorrarme la plata de la micro ¿cachai?
"Evidentemente, allí había una diferencia notoria, que se daba en la forma de vivir, de vestir…"

-De hablar.
"Imáginate, yo hablaba cosas como tengo ganas de ir al cine y me decían tiatro, tiatro, cómo cine (lo dice con un tono muy irónico)". Decía tomar once y aquí se toma el té. Pero quise mucho a mis compañeros, aunque tengo poco contacto con ellos, por culpa mía más bien. Yo nunca he sido muy sociable, pero en la universidad lo fui menos. No establecí grandes relaciones, mi nexo estaba dado más que nada con la gente del fútbol".

-¿Tienes algún deseo no cumplido?
"Sí, varios. Soy un inconformista por naturaleza y por educación. El no haber jugado al fútbol de manera profesional debe ser un deseo no cumplido. Alemania 2006 es otro, pero que espero se cumpla dentro de unos días más. En lo profesional, me gustaría ser el número uno en algún momento, el mejor, no me conformo con menos; a lo mejor no lo logro, pero, por dios, que voy a luchar para conseguirlo".

También, asegura que le agradaría manejarse mejor con los afectos, porque reconoce que le cuesta llamar a sus padres, hermanos y amigos por teléfono. "Son ellos los que siempre están preocupados de mí. Hay un tema ahí, tengo que mejorar la forma de comunicar mis afectos, porque el fondo está".

-¿Frustraciones?
"Sería un tipo muy desagradecido si te dijera que he vivido grandes frustraciones en mi vida personal o profesional. Soy de aquellos que agradecen infinitamente lo que Dios les ha dado. Me cuesta encontrar frustraciones en mi vida y ¡por Dios que es importante poder decir eso!"

-Has nombrado a Dios varias veces ¿eres creyente?
"Mi mamá es muy católica y estuve 12 años en un colegio católico, los Salesianos; sí creo mucho en Dios y en la Virgen, soy un creyente muy ferviente, pero como todos los católicos, practico a mi manera que, en el fondo, es una buena forma de sacarse que uno no cumple con ir a misa ni eso".

Dice ser machista, pero "no de esos que creen que la mujer es inferior al hombre, porque eso es una ridiculez cavernaria". Agrega que su machismo "radica en pensar que efectivamente estamos diseñados para cosas un poco distintas. La mujer tiene roles en lo que definitivamente, por género, no por características personales, se siente mucho más cómoda y el mucho mejor que el hombre; y el hombre, al revés. Esa situación yo la marco. Ella tiene un rol genérico para ocupar espacios que, durante mucho tiempo, nosotros ocupamos con los malos resultados a la vista. La mujer está llamada en este siglo a ocupar lugares súper importantes, lo único que les pido es que nos dejen el fútbol tranquilo, jajaja".

-Pero si viviste solo tanto tiempo debes saber hacer de todo.
"Sí, sí, hasta cocinaba; ahora ya no. Es que fui muy, muy regalón de mi mamá… yo tomé mamadera hasta grandecito, pasados los 10 años, y era un lío porque llegaban mis compañeros a buscarme y yo tenía que esconder la weá bajo la cama. Más que machista, es que soy muy regalón… ¡no se me va a caer la corona por lavar un plato!, es que soy muy regalón (insiste)".

-Y llorón ¿o no?
"Primero, quiero aclarar algo: yo soy periodista y entiendo a quienes me critican por mi desborde emocional, comparto que en un periodista no corresponde; lo que pasa es que en ese instante, en los Juegos Olímpicos, yo era relator y mi función era señalar lo que se estaba viendo y entregar la emoción de eso.
"Bajo esos parámetros, es que sufrí ese desborde emocional; estaba en una función distinta al momento de relatar las medallas de oro de los chicos. Lo que me pasó fue algo totalmente sincero, no lo programé, no lo pensé, simplemente me pareció oportuno comunicarlo, decir no sé ustedes, yo estoy llorando. Y no fue sólo el logro deportivo, yo estaba llorando hace mucho rato y Michael (Müller) me calmaba, por el gran corazón, el esfuerzo, el ejemplo de vida que el tipo (Massú) estaba dando. Lo escuché decir en el court De aquí me sacan en camilla, conchae…, pero la medalla de oro no me la robas.
"Qué ejemplo dio este chico para un país que suele ser conformista, y a mí me toca la fibra eso".

-¿Cómo evalúas ese "desborde emocional", ahora?
"Mis mejores contratos, los únicos en publicidad los firmé después de eso. Evidentemente, hay un cambio en mi carrera; hay un antes y un después de ese relato y, eso, es un termómetro".

Por herencia de su madre, se declara fanático de Julio Iglesias y la música romántica; también le gusta todo lo anglo de los '80. En lectura, cómo no, está permanentemente al día en todo lo que a literatura deportiva se refiera y, a veces, lee novelas históricas. Además, le gusta mucho el cine, sobre todo el latinoamericano y el español.

Se confiesa vanidoso: va cuatro veces a la semana al gimnasio, se ha hecho visos en el pelo ("tal vez la cagué y me subieron al columpio, pero me gustaba"), se siente arrugado, deteriorado y a mal traer, y se ríe nervioso si se le pregunta si se encuentra buenmozo. También le encanta la ropa y de marcas conocidas -"para eso soy futbolero, me encanta Armani"-, que, además, se noten como la gran hebilla de su cinturón o las letras de su bolso. "La Ivette me reta, porque dice que no se hace; yo le contesto ¿para qué me lo voy a poner si no se va a notar de qué marca son?".

-¿Vicio privado?
"Comer y mirar películas o fútbol en televisión; o sea, es como una conexión directa, si estoy viendo algo que me entretiene, tengo que estar comiendo mis cuchuflís rellenos con manjar y bañados en chocolate.
"También el sushi, que ha sido una buena solución, porque salía a comer por lo menos tres veces a la semana fuera, pero eran pastas, comida árabe y después de los 30 el metabolismo te va cobrando la palabra".
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