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Nadar o nadar

La natación involucra todo el aparato locomotor y cardiorrespiratorio. Y no es todo: su práctica es de bajo impacto.

30 de Junio de 2006 | 18:34 |
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Uno se adapta a lo que entrena. Para llegar a ser los humanos más rápidos en el agua, Ian Torpe o Michael Phelps debieron nadar muchas piscinas, debieron hacerse uno con el agua. Estos hombres son torpedos vivientes y el acuático ha sido su medio por muchos años. Pero en una carrera sólo uno tiene la mente y el cuerpo para ganar. ¿Qué hará la diferencia? ¿Un deportista nace o se hace? Además de sus genes responsables del talento innato, está su entrenamiento. Y es un entrenamiento al alcance de todos.

La natación es uno de los deportes que demandan más evolución en los atletas. Todos sus sistemas de producción de energía con oxígeno y sin oxígeno se ponen en juego. Y también todos sus músculos. Además de su gran resistencia aeróbica y anaeróbica, los nadadores necesitan músculos fuertes, resistentes y potentes.

Una carrera de cien metros involucra unas 48 brazadas, con un corazón latiendo a más de 180 pulsaciones por minuto para llevar a sus músculos las bocanadas de oxígeno que el deportista capta sincrónicamente mientras se sumerge y se propulsa. Sin duda es un ejercicio intenso, que requiere un gran entrenamiento para llegar al máximo rendimiento.

Un deportista de élite nada los cien metros en 50 segundos. Eso implica un consumo de oxígeno cercano a los siete litros por minuto. Un hombre sedentario consume como máximo sólo 1,2. La natación obliga a una gran evolución, y para eso hay que entrenarse mucho.
Equivalencia
Para hacerse una idea, el esfuerzo que se hace en los 50 metros de agua equivale al de los 200 metros de carrera terrestre.

La perseverancia es la base del proceso de entrenamiento. Sólo así se producen los cambios adaptativos que lograrán hacer a un deportista de élite o a un hombre sano. Y la natación es una gran herramienta de deporte y salud.

La natación confiere un gran fondo aeróbico, con un desarrollo corporal armónico, y con un trauma muy bajo en huesos, músculos, tendones y ligamentos; esto último por una menor acción de la gravedad, y por lo tanto de las fuerzas de impacto, tensión o tracción, en las distintas articulaciones. Porque en el agua somos más livianos, pesamos nuestro peso en tierra menos el agua que desplazamos, nuestro empuje. El empuje corresponde al volumen de nuestro propio cuerpo expresado para efectos del cálculo en kilos de agua que se restan a nuestro peso real para dar nuestro peso en el agua.

La natación es un deporte completo en el sentido que pone en juego todo nuestro aparato locomotor y cardiorrespiratorio, y lo que es mejor: es un deporte de bajo impacto. Es decir, salvo en la articulación del hombro, no hay trauma en huesos, articulaciones, tendones y ligamentos, como sucede en actividades como el trote, por ejemplo.

Así, junto al fondo físico que procura, el menor trauma en nuestro aparato locomotor y la liviandad que experimentamos en el agua, hacen de la natación un deporte altamente aconsejable para muchos de los procesos de rehabilitación de lesiones y discapacidades.

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