"Piensa antes de beber", interpelaba un imán pegado en el refrigerador de 50 adolescentes. Su problema no era la ingesta de alcohol, sino
la gran cantidad de bebidas endulzadas que niños y jóvenes están consumiendo a nivel global, y a los que se responsabiliza de contribuir a la epidemia de obesidad.
El imán fue una de las estrategias empleadas por investigadores del Hospital de Niños de Boston. Éstos siguieron durante seis meses a 103 adolescentes de 13 a 18 años. A la mitad se les pidió que continuaran con su ingesta habitual de bebidas. Al otro grupo les llevaban a su casa bebidas y jugos sin calorías para reemplazar los azucarados. Y una vez al mes los llamaban para reforzar el mensaje de reemplazar las bebidas azucaradas.
Resultado:
los adolescentes redujeron en 82% su ingesta de estos líquidos. Todos bajaron de peso, pero el impacto fue mayor en el tercio de los que tenían más sobrepeso. Durante los seis meses del estudio disminuyeron alrededor de tres kilos.
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La gente suele abrumarse por los consejos nutricionales y deja de seguirlos. Nosotros optamos por estudiar una conducta simple y de alto impacto, facilitando que los adolescentes reemplazaran los bebestibles azucarados por otros sin calorías", explica la investigadora Cara Ebbeling en el último número de la revista "Pediatrics".
El estudio propone amplificar sus resultados. "Los colegios podrían privilegiar la disponibilidad de bebidas no calóricas comprando grandes cantidades a menor costo", dice Ebbeling.
La propuesta apoya el fuerte cuestionamiento que están recibiendo en EE.UU. las gaseosas azucaradas, a las que se culpa de haber superado al pan blanco como mayor fuente de calorías en la dieta de la población.
En ese país, varios expertos objetan su consumo. El doctor Louis Aronne, presidente de la Sociedad Americana de Obesidad, sostiene que
aunque el consumo de bebidas light ha aumentado, esto no se ha reflejado en menores tasas de obesidad. Una explicación sería que al recortar calorías en las bebidas, las personas sienten que tienen una cuota disponible para redoblar el consumo de postres o dulces.
Datos |
160 Calorías, en promedio, tiene una lata de bebida. Su aporte nutricional es nulo.
En 60% aumenta el riesgo de obesidad infantil al tomar más de una lata diaria de bebidas azucaradas. |
El doctor David Ludwig, director del Programa de Obesidad del Hospital de Niños de Boston, agrega que las bebidas y alimentos infantiles que fomentan el gusto por lo intensamente dulce -aun cuando no sea calórico- están haciendo que niños y adolescentes pierdan la capacidad de disfrutar otros sabores.
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Desde que sus hijos son pequeños, los padres debieran formarles hábitos de alimentación saludable. Esto incluye tomar agua y jugos naturales, en vez de bebidas de fantasía", señala la doctora Karen Salvo, nutrióloga de Clínica Alemana. La experta agrega que si el niño debe controlar su peso y va a tomar bebidas, éstas deben ser light. Sin embargo, sugiere igualmente limitar su consumo, pues éstas aportan colorantes y cafeína, sin entregar ningún nutriente.