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Cuesta practicar lo que se predica

22 de Junio de 2006 | 13:02 |
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Casada con uno de los últimos candidatos a rector de la Universidad de Chile, Jorge Las Heras, Verónica Gaete tiene dos hijos de su primer matrimonio; una de 19 y uno de 16, ambos adolescentes. "Mi lola está llegando al momento en que vuelve la paz, cuando vuelven a valorar a los papás, siempre y cuando haya habido una buena relación previa. El otro está con sus cosas en pleno, pero para mí, mis chiquillos son fascinantes; bueno, por algo me dedico a esto", dice.

Muy buenamoza y preocupada de su look, tiene 44 años y se ve joven y vital, lo que también la ayuda a establecer nexos mucho más cercanos con los adolescentes. Habla con gran cariño del equipo que dirige y se nota un ambiente de gran fraternidad en la corporación.

-¿Eres una madre que practicas lo que predicas?
(Se ríe) "Trato (carcajada). Qué quieres que te diga, esa postura de los adultos de que tenemos que ser perfectos es pura mentira; todos los seres humanos tenemos nuestras fortalezas y nuestras debilidades y tenemos que ser capaces de reconocerlas para relacionarnos genuinamente con el otro, para ir resolviendo los conflictos con las otras personas.
"Te diría que cada hijo tiene su propio desarrollo y es re importante reconocer sus individualidades. Con mi hija, los desafíos han sido más bien la contención emocional, el poder sintonizarme con ella, porque es bien intensa. Me ha pillado en muy buenos momentos a veces, pero en otros, sencillamente, uno se ve superada y mete las patas. Lo importante es poder reconocerlo después e ir a pedir disculpas. Es muy crecedor para los chiquillos y genera un modelo de relación que es súper nutritivo. Eso no significa salirse del rol de padre, sino reconocer los propios errores y tratar de mejorarlos juntos".

-¿Y con tu hijo?
"Bueno, esto es una cosa de géneros, también. El desafío ha sido el control de la conducta y el aprendizaje… en casa de herrero, cuchillo de palo. Yo, alumna súper destacada, nunca necesité apoyo, mi karma vino con mi hijo, jajaja… bueno, los desafíos.
"Pero efectivamente uno, a veces, se pilla haciendo cosas que ha dicho hasta el cansancio que no se deben hacer, como recriminaciones del tipo ¿cómo me pudiste hacer esto a mí?".

Su hija estudia en el Santiago College y su hijo en el Bertait. Verónica asegura que buscar el colegio al que mejor se adapte cada hijo es parte de las políticas de respetar las individualidades y el desarrollo de cada uno. "Ojalá en la infancia, porque los cambios de colegio durante la adolescencia tienen más costos, porque para ellos son más importantes los grupos y la pertenencia", explica.

- Estás toda la mañana en SerJoven y la tarde en la Clínica Las Condes ¿sientes culpa a veces?
"Te diría que, en oportunidades, sí; pero en eso he ido siguiendo un camino. Inicialmente me generaba mucho más culpa, pero en algún momento asumí que yo soy una mujer que le gusta trabajar y que mis hijos deben asumir que así es su madre. Esa madre, quizás, tenga algunas desventajas, pero tiene muchas ventajas y ellos lo han entendido así.
"La culpa es una trampa muy grande, porque no te permite resolver ambivalencias y, finalmente, enreda todo el asunto. En la medida que yo me asumí como una mujer que valoraba enormemente el trabajo, mis hijos saben que tienen una madre así y, por lo tanto, la relación está muy clara para lado y lado".

-¿Cómo lo haces para compartir con ellos?
"Esta madre que trabaja se preocupa mucho, también, de tener espacios de alta calidad con ellos. Tenemos días especiales en la semana en los que salimos a comer juntos y hablamos de las cosas más íntimas".

-¿Con los dos juntos?
"A veces juntos y, a veces, por separado. Eso es muy importante para poder sintonizarte con los adolescentes. También procuramos tener por lo menos una comida juntos al día, para poder compartir".

-¿Y la supervisión?
"Yo me levanto todas las noches (recalca las sílabas) que tienen fiesta para ir a buscarlos. Si bien no tengo una gran cantidad de tiempo para poder dedicarles, sí me preocupo de estar muy conectados siempre con ellos. Eso pasa por hacerse el tiempo para ellos, porque es irreal que con un poquitito de tiempo vas a poder solucionar todo. El equilibrio tiene que ser el justo y va a depender de sus edades. Mi hijo, que esta en la adolescencia media, me necesita mucho más cerca de él que mi hija que ya está en la adolescencia tardía y que tiene su mundo mucho más formado".

-¿Qué haces en tu tiempo libre? No me contestes que lees libros sobre adolescentes.
(Se ríe) "Hay veces que sí y eso lo encuentro una desgracia, porque ése es el momento en que el trabajo empieza a comer el resto de la vida, pero tiene que ver con mi vocación, con mi compromiso… yo no puedo ser de otra forma que muy comprometida con todo".

-¿No se quejan tus hijos?
"Fíjate que no. Nunca en mi vida he recibido una recriminación por parte de ellos; creo que me sienten súper cercana… habría que preguntárselo a ellos".

Para Verónica Gaete son muy importantes los espacios propios, así que los fines de semana los reparte entre su marido, sus amigos y sus hijos. Va al teatro, sale a comer; "en general, es un espacio destinado a llenarme de esta riqueza de los espacios que no son laborales y que para mí son muy importantes".

También trata de ir al gimnasio o hacer ejercicios tres veces por semana. "No sólo tiene el cuento de sentirse atractiva y mejorar la figura (no lo necesita, porque tiene cuerpo de modelo), sino con mejorar el ánimo… a mí me produce mucho goce", cuenta.

Concluye que se siente una privilegiada en la vida, tanto laboral como emocionalmente y cree que las adversidades que le ha tocado vivir, la han hecho crecer y fortalecerse. Dice ser completamente feliz con su marido, sus hijos, sus amigos y su trabajo con adolescentes "que me llena el alma".
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