Para nadie es un secreto que el actual diputado PS tiene múltiples facetas, que vive la vida a mil por hora y que su lengua es, muchas veces, más rápida que su pensamiento. Hiperkinético por naturaleza (y parece que también por afición), entrevistarlo es casi una odisea: primero en su oficina, luego en un café donde ha estado reunido toda la mañana con distintas personas, de su distrito, de la productora y con los personajes de la película que está por filmar.
Se cambia de mesa, se sienta a dar directrices a un productor; retoma la entrevista, llegan Miguelo y Peter Rock y pide disculpas para conversar con ellos sobre la cinta; vuelve, sigue contestando sin perder ese humor sarcástico que lo caracteriza; empieza a mirar el reloj, termina rápido, se despide y parte raudo a un restorán para otra reunión almuerzo. De sólo mirarlo actuar, cansa, pero, a la vez, entretiene… es todo un personaje, no cabe duda.
Vestido impecablemente de negro, camisa blanca y corbata negra con tramado, se aleja mucho de la visión trasgresora que se tiene de él. Entre risas, cuenta que ése fue un consejo de su madre, Manuela Gumucio, que le aseguró que si se vestía formalmente, descolocaría aún más a sus interlocutores – que, por supuesto, esperaban una imagen completamente diferente- y así sus planteamientos serían escuchados con mayor atención.
Con estos antecedentes, que la entrevista resulte un tanto ecléctica, tampoco es novedad.
-¿Quién es Marco Enríquez-Ominami de verdad?
"Un inconformista, un político, un maximalista".
-¿Un qué?
"Un maximalista… creo en los máximos, no en los mínimos. Creo que hay que sospechar del poder, soy alguien que sospecha de todo el mundo y creo en los problemas, creo que Chile es pura frustración… eso. Me levanto en la mañana preguntando
; todo lo contrario de esta idea de felicidad sin contrariedades. La felicidad es tener puros problemas y la frustración es un estado de ánimo permanente, ¡soy un frustrado! Eso me pasa todo el día, quiero algo y no lo puedo tener".
-¿Cómo convives con estos múltiples personajes, porque ya del apellido para adelante todo es complicado, sin contar la carga de tus dos padres?
"Es como los pasaportes. Cuando llegué a Chile, de chico, venía con el pasaporte celeste, que da la ONU a los refugiados. Cuando viajábamos con mis papás, en la aduana nos preguntaban nombre y apellido; entonces, era Manuela Gumucio, Carlos Ominami y Marco Enríquez, tres apellidos distintos, no pegábamos como familia por ninguna parte. Me nació una reflexión muy rápida y pensé yo no tengo por qué estar secuestrado por ese "tira" de las aduanas del mundo que me mira como diciendo qué es esta familia donde nadie se llama igual.
"Aprendí que el concepto de familia, la unidad familiar es lo que uno construye, en tiempo presente y no en pasado ni en futuro y, entonces, carpe diem, vives muy bien tu presente si tienes tu pasado digerido, que es mi caso. Cohabito muy bien, porque soy un hombre que he vivido mi presente muy sanamente, no tengo problemas con mi identidad".
Explica que no tiene dificultad en estar haciendo muchas cosas a la vez, que se trata sólo de concentrarse. "Por eso no uso el teléfono, sólo el mail –la televisión de voz-. Mi teléfono sólo vibra, porque odio que suene. Mis tarjetas de visita tampoco tienen escrito mi número, sólo el mail, porque ese lo abro cuando yo quiero, sin que interfieran otros en mis momentos. Abro mis correos cuando quiero y donde quiero y contesto los que quiero. Puede ser ineficiente, pero, coreográficamente, lo encuentro más sensual".
-¿Tampoco descansas de ellos los fines de semana?
"Un tío abuelo mío, Mario Rivas -que era un escritor, un periodista, un provocador-, decía que buscar tantas vacaciones era muy de roto y que la vida no era entre trabajar y descansar, que cuando uno era feliz, era pleno en todo. Yo, por lo menos, busco la felicidad en encontrarle placer al trabajo. Si lo que haces te gusta, no es trabajo; lo pasó muy bien, ahora mismo, esta entrevista para mí no es trabajo, porque logro algo constructivo y me entretengo".
-Me llama la atención que con todo tu discurso igualitario usas mucho la palabra "roto" o "rotería".
"Ah… por mi abuelita; todo el mundo se enoja mucho conmigo por eso. Pero no es por la acepción clasista que los chilenos le dan, sino porque yo encuentro muy divertido lo que ella dice –está viva, mi abuelita Marta Rivas- que decir roto es una manera de castigar a los cretinos; que la tontera es una rotería, que es vulgar ser tonto".
-Tienes un problema con la tontera.
"Ah, no, a mí la tontera no me gusta, porque yo me encuentro muy tonto; así que primero que nada, es una inseguridad…"
-¡Eso no es cierto!
"Sí, me cuesta mucho concentrarme y digo tonteras, poh. Me leo libros enteros, los termino y ohhh (hace gesto de que no entendió nada); cuando estudiaba filosofía tenía que leerme los textos tres veces".
-No te corras, claramente te molesta la tontera de los otros.
"Sí, no la soporto, porque la encuentro muy totalitaria. La tontera no acepta matices, entonces es autoritaria. Una persona estúpida es AM (como las radios), no es FM. La inteligencia es el arte de la elasticidad, de saber navegar, de conversar en varios niveles, incluso de frivolidad".
Entre otros ejemplos pone al cine, que navega entre los más distintos tópicos y asegura que "son unos cretinos los que separan entre cine francés y americano. Toda película es buena si es buena su dramaturgia, si representa grandes historias de la humanidad, como "Titanic" que es una película súper upelienta, porque el barco es la sociedad, se hunde el barco, cagan los pobres y los ricos se salvan… nada más subversivo que eso".
- Pero esa es una lectura muy intelectual.
"Es la película más vista de la historia de la humanidad, por algo es, porque retrató muy bien una mirada social crítica, la del hombre perfecto… el hombre perfecto murió, los malos, sobrevivieron. Muere di Caprio, que es un proleta".
-¿Tú crees que es la película más vista porque la gente interpreta este mensaje, o por lo comercial?
"Creo que la gente valora cuando hay autenticidad y miradas de sociedad crítica. Espartaco. Que alguien quiera algo imposible es parte de la dramaturgia de la humanidad: Miguel Enríquez (su padre), Allende. Cuando alguien se propone algo revolucionario, produce una profunda admiración, más allá de la derecha o la izquierda… Gladys Marín.
"Hay un valor humano que está en la izquierda, en general, porque no hay líderes de derecha, Martin Luther King no existe en la derecha. Curiosamente, los momios no tienen nada con qué competir, porque Che Guevara, Espartaco, Jesucristo, Miguel Enríquez, Gladys Marín, todos ellos tienen algo en común, que persiguen un imposible".
También afirma que el exilio es un dato constitutivo de la inteligencia: "Cualquier tipo de exilio, piensa en Moisés, los homosexuales, Pedro Lemebel, lo que tú querai… hay un exilio interno, te guste o no. El que no se siente exiliado, no conoce la experiencia de la inteligencia. El dolor te lleva a una mirada más observadora. Esa es la crítica a la elite chilena, que es autocomplaciente".
-Ése es otro rasgo tuyo que llama la atención, siempre te muestras crítico y acusador. Casi nunca aparece el carácter dulce que tu madre dice que tienes ¿te cuesta mostrar tus sentimientos?
"No, es pudor, no más. He tenido una vida muy plena, muy feliz; tuve papá, seis abuelos –los conocí a todos y con todos tuve muy buena relación-, entonces prefiero no sacar pica".
-¡Contéstame en serio, ya!
"Es que da mucha vergüenza mostrar ese lado".
-Dime que no es porque te parece siútico mostrar sentimientos.
"Además. Creo que todo el vocabulario en torno a la felicidad es muy rasca. Encuentro que un padre o una madre hablando bien de su hijo tiene algo muy rasca, porque, de algún modo, tiene algo narciso y dinástico. Es algo predecible, el amor filial".
- Parece que te acercas a la respuesta… lo predecible es lo que te molesta.
"Que querí, si te preguntan si eres feliz en el matrimonio, no vas a contestar no, estoy apestado, no hay posibilidad de respuesta, eso creo yo que es estúpido. Volvemos a lo mismo: unidireccionalidad… cuando hay sólo un tipo de respuesta posible, hay estupidez en quien hace la pregunta".
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