Con esa voz rasposa, que sale más bien de la garganta, y ese hablar rápido y sin pausas, a veces, es muy difícil entender lo que dice. Él está plenamente conciente de esa deficiencia y, a ratos, cuando se acelera mucho, para y repite la respuesta.
Su vitalidad casi cansa a quien lo observa; también su intensidad. Asimismo es agudo, coqueto, galante y tiene gran sentido del humor… todo en él es desbordante.
Más encima, tiene nombre compuesto, aunque nadie lo conozca así (ya es suficiente la cantidad de apellidos). Se llama Marco Antonio, porque su padre quería mucho a su hermano mayor y le puso su nombre, que también era el de su bisabuelo. "Es un nombre laico, de un emperador caliente", dice riéndose.
-¡Ah en eso le achuntaron!
"Sí, no en lo caliente, pero en lo seductor y en lo vanguardista".
-Y en que le gustaba el poder, ¿a ti desde qué ángulo te atrae?
"Desde el poder, no desde la autoridad. No me gusta, me aburre la autoridad; soy autodestructivo, detesto la impronta de la autoridad. No me gustan los Presidentes, los líderes, porque encuentro que esa máxima de que las cosas buenas son de ellos y las malas de los asesores, es una mariconada. Soy enemigo de la autoridad".
-¿Cómo se organiza la sociedad, entonces?
"Con gente que está dispuesta a ser demente, no más; que no está dispuesta a jugar esos ritos, a disfrazarse, a tomarse en serio discursos que ellos mismos no creen. Todo es tan absurdo que tú eres candidato de un color político, sales electo y, en treinta segundos, empiezas a decir que perteneces a todos los chilenos… y la convención acepta eso.
"Yo no estoy dispuesto a bailar ese tongo, no me parece honesto. Yo fui elegido con el 34,36 por ciento de los votos, con lo cual el distrito entero no votó por mí, soy imposición de la mayoría relativa. No te puedo decir que soy el diputado de todos, sí, no soy sectario y atiendo a todos, pero fui elegido por algunos, no por todos. Hablo desde mi identidad y en Chile se usa mucho que borres tu identidad después de ser electo".
-¿Hay parlamentarios jóvenes que piensen como tú?
"No, no, pocos; por eso valoro mucho la nueva camada de diputados, que son una oportunidad. Creo que la gallá más antigua vive condenada al poder, porque le pagan su sueldo. Esa es la razón de que me niegue a dejar mi productora, a dejar de filmar películas y, aunque sea súper discutible, me niego a que mi sueldo me lo pague el poder".
-¿Por eso también eres partidario de la ley de incompatibilidad funcionaria?
"Claro, que los tipos que son pagados por el gobierno, durante dos años no puedan entrar a trabajar donde ellos mismos fiscalizaron.
"Por eso, también, no voy a votar leyes de televisión; las podré promover, pero no las voy a votar. Quiero autonomía en la televisión, pero no voy a abusar de mi poder. Me cambié de canal antes de salir elegido y tengo contrato por dos años con TVN y con Mega y nadie puede discutir que los obtuve por presiones".
Su análisis de la sociedad chilena no es nada de favorable; piensa que es una sociedad enferma, "de un clasismo infinito", del que se dio cuenta apenas regresó del exilio en Francia. Recuerda su paso por la Alianza Francesa como uno de los episodios más traumáticos de su vida, "donde por primera vez en mi vida me pasaban lista y decían mi segundo apellido –Gumucio-, porque era aristocrático. También así me enteré que había Henríquez con h y que yo era una excepción… de los de Concepción, como me dicen siempre; todo cambia por una h… ¡es ridículo!"
-Pero eso debiera ser parte de tu vida, si eres hijo de Miguel Enríquez, "el" revolucionario de este país.
"Pero es que en Francia yo era sólo Marco, a nadie le importaba otra cosa. Ésta es una sociedad enferma y creo que en eso la Concertación no ha hecho bien, ha hecho mal, porque ha consolidado el clasismo".
-¿No crees que tiene que ver también con el individualismo que se ha apoderado del mundo en general?
"Son signos. Por eso me gusta Ominami (se refiere a Carlos, su padrastro), porque es más plebeyo y ha dado muestras de que llegó al poder desde el ámbito académico y no por su alcurnia. En el caso mío no hay ni un mérito, porque yo soy nieto, bisnieto, tataranieto de parlamentarios, senadores, primeros ministros… todo. En cambio lo de Carlos es mucho más meritorio; no llegó a ser senador por ser Ominami".
-Sí, pero no puedes decir que tú obedeces al patrón de tu familia materna.
"Lo que tú estás diciendo es mi triunfo y he tratado de demostrar eso; pero, también, qué triste que un niño se haya pasado 32 años tratando de demostrar eso".
-Si tuvieras que describirte ¿qué tienes de Enríquez, qué de Ominami y qué de Gumucio?
"De Enríquez creo que tengo el tomarme todo demasiado en serio y esa especie de mirada provinciana, extranjera a Chile; son de Concepción y no entran fácilmente en este ambiente santiaguino tan esnob. De los Gumucio, el odio a la autoridad; que es siútica, ridícula; de no creer en los ritos, y la irreverencia… eso es muy típico de los Gumucio, del Rafita (el escritor Rafael Gumucio, su primo), de mi abuelita. De los Ominami, lo perseverante, lo obsesivo".
-¿Cómo alguien puede vivir contigo como pareja, con tanta obsesión y tantas personalidades?
"No, yo creo que soy muy relajado, no jodo nada en los temas domésticos. Además, la Karen (Doggenweiler, su mujer) es muy sofisticada y antes de casarnos hicimos un pacto de respetarnos absolutamente los espacios. Además tiene un sentido del humor increíble y rápido.
"Somos muy parecidos, en la rebeldía, en lo trabajólicos, en lo serios –ella es súper rigurosa-".
-¿Cómo organizas tus tiempos, ahora que eres diputado?
"Dos cosas; por un lado muy desbordado, porque tengo uno de los distritos más grandes de Chile y muy impresionado por lo que estoy aprendiendo, pero muy decepcionado también por la estructura política de este país, que es absolutamente predecible, todo es obvio y no veo innovación en el lenguaje ni en la identidad… la DC es como la DC, el PS como el PS, los momios son momios… hacen pipí como momios, votan como momios, hablan como momios. No hay ninguna audacia, es increíble".
-¿Qué diferencia, entonces, a la izquierda y a la derecha?
"Se supone que la crítica; lo que la derecha nos critica es nuestro mérito, lo que ellos llaman que 'somos caníbales', porque nos criticamos tanto… ése es nuestra cualidad… pensamos, somos muy criticones".
-Pero eso es en el discurso, en la práctica no se ve mucha diferencia.
"Igual es más en la izquierda que en la derecha. En la UDI son todos monolíticos, no hay discusiones internas. Yo creo que la derecha está cagá en Chile, porque la Concertación es izquierda y derecha juntas, somos gobierno y oposición al mismo tiempo; con lo cual copamos el espacio de ellos, porque son inútiles. En temas como la eutanasia o el IVA, gobernamos y nos oponemos al mismo tiempo, por eso este modelo va a durar treinta años más. (Se ríe), la derecha no ha entendido, todavía, eso; están fritos mientras no se abran a más conocimientos, al cine, a la literatura… ¡es impresionante! No están dispuestos a permearse de nada nuevo".