Elizabeth Armstrong, química farmacéutica de la unidad de análisis de drogas del Instituto de Salud Pública, es categórica: "Hace 4 años, nunca nos llegaban decomisos de éxtasis para que los analizáramos. Ahora nos llegan las famosas pastillas varias veces al año". En 2005, la policía incautó cerca de mil de ellas sólo en el aeropuerto.
Ésta es una de las muchas pruebas de cómo el éxtasis gana terreno en Chile. El senador Jaime Orpis denunció la existencia de un laboratorio clandestino y el abaratamiento de las pastillas a 10 mil pesos, lo que no garantiza calidad: la mayoría tiene un fuerte componente de talco y otro tipo de sustancias, como antiparasitarios para perros y mezcalina, lo que aumenta su peligrosidad.
¿Droga inocua?
En el Conace estiman que 12 mil 697 personas lo prueban cada año, y que sus principales consumidores son jóvenes de 19 a 34 años de nivel socioeconómico alto. Pero lo más preocupante es cómo aumenta su popularidad entre adolescentes. En 2001, catorce mil 624 estudiantes de entre 8° y 4° medio lo habían probado alguna vez en su vida (1,8% del total de escolares), y dos años después la cifra se disparó a 31.815 (3,3%), según el Quinto Estudio de Drogas en Población Escolar. Y según un funcionario del Conace, en el próximo estudio que el organismo dará a conocer el 30 de mayo la cifra vuelve a aumentar.
Los especialistas son testigos de esta alza del consumo, la que se debe principalmente -explican- porque se la percibe como una droga inofensiva. Los jóvenes la ven como "no adictiva" porque su alto costo induce al consumo esporádico y porque por la potencia de sus efectos la ingieren en dosis pequeñas.
Osvaldo Araya, sicólogo de la clínica de desintoxicación Alfa, agrega: "Esta droga la usan personas que van al gimnasio, a las que les gusta cuidar su figura. Y en internet se promueve como la droga del amor, porque desinhibe; allí se remarca que no hace daño si se toma unas pocas veces y que trae beneficios para la mente. Todo eso, además de no poder tomarse con alcohol, le da un aura de limpieza que atrae más consumidores".
En ello coincide Mariano Montenegro, siquiatra del Conace: "Las personas que lo usan proyectan una actitud de vida sana por su afición a hacer deportes y a bailar en fiestas de música electrónica. Les permite prolongar la fiesta por muchas horas, además de sentir una sensación placentera. Lo que no saben es que si lo consumen de manera habitual, produce dependencia de manera similar a la cocaína, porque para sentir los mismos efectos se va a requerir de dosis cada vez mayores".
Su uso, además, puede provocar deshidratación e infartos cerebrales y un grado de desinhibición que impulsa conductas temerarias. "Una pastilla puede hacer poco o mucho en una noche, depende de cómo afecte a la persona", dice Mariano Montenegro. Un reciente estudio de la Universidad Johns Hopkins en EE.UU. también demostró que su uso ocasional produce distorsiones verbales, visuales y de memoria hasta dos semanas después de utilizado, lo que habla de su potencia.
Faltan campañas
Beatriz (26, egresada de Derecho) probó éxtasis por 3 años. Aparte de dolor de cabeza y repentinas lagunas mentales, creía que era inofensivo. Hasta ver la experiencia de un amigo: "Como llevaba algunas horas sin tomar alcohol, él pensó que no tendría problemas. Pero aún tenía alcohol en la sangre cuando se tomó una pastilla. Por la deshidratación se desmayó, y nadie se dio cuenta de que se ahogó con su vómito. Para los que no estuvieron en la fiesta, él murió de problemas cardíacos. Su familia tapó lo que pasó".
Otros países también han tenido problemas por su aparente inofensividad. Un estudio de la Asociación por una América sin Drogas estableció que el 55% de los jóvenes de EE.UU. piensa que no hay riesgos en probarlo. Por eso en ese país aumentaron las campañas sobre sus riesgos. "Algo que falta en Chile", dice el senador Orpis. "Una campaña es necesaria. Si no, como en Europa, se integrará a la cultura juvenil y no podrá erradicarse".