El cuello es un sitio anatómico de gran importancia. A través de él entran y salen casi todas las estructuras nerviosas que envían y reciben mensajes eléctricos desde y hacia el sistema nervioso central. Y también las grandes arterias y venas que lo nutren y oxigenan.
Por eso una lesión que altere sus estructuras vasculares y nerviosas amenaza con ser fatal. Famoso es el caso del también popular actor que encarnase a Superman, Christopher Reeve, que al caer de su cabalgadura y golpear de cabeza torciese su cuello al punto de quedar totalmente paralítico desde los hombros hacia abajo. Casos como ése abundan.
Para que el sistema nervioso central pueda ejercer su acción desde dentro del cráneo, necesita conducir información a través de los nervios periféricos, entendidos como cables que conducen señales de electricidad generada químicamente en músculos y órganos. Estos cables convergen y divergen en treinta y en pares de nervios espinales, penetrando orificios de la columna vertebral y fundiéndose en una sola estructura: la médula espinal.
Protegida por la columna vertebral, la médula espinal se extiende desde el Foramen Magnum en la base del cráneo hasta la parte inferior del cuerpo de la primera vértebra lumbar. Su largo varía dependiendo de la altura del individuo, con un promedio de cuarenta y cinco centímetros.
La médula espinal es blanca, ya que superficialmente está formada, como los nervios, por tractos (cables) nerviosos, rodeados de un aislante para que las señales individuales no hagan cortocircuito. Este aislante es una sustancia grasa y blanca: la mielina. A beneficio del conocimiento, valga decir que estos cables nerviosos se llaman axones y son las prolongaciones de las células nerviosas especializadas: las neuronas. Así, por ejemplo, desde el dedo gordo de un pie hasta la médula espinal tenemos una célula, una sola célula, que mide ¡más de un metro!
Internamente, la médula espinal al corte transversal exhibe cuatro cuernos, de sustancia gris, dispuestos en la forma de una mariposa. Son los cuerpos de las neuronas que hacen contacto -o sinapsis- en su estructura.
A pesar de su protección ósea por la columna vertebral, la médula espinal es bastante vulnerable a las torsiones del cuello. La médula cervical, es decir, la médula espinal de la zona del cuello, es el asiento de las más terribles lesiones deportivas, algunas terminando en paraplejia (parálisis de las extremidades inferiores), cuadraplejia o la muerte.
Como causa de muerte por lesión de cuello las lesiones deportivas siguen en número a los accidentes de autos: durante la participación deportiva, la excesiva movilidad del cuello puede exponer sus estructuras a niveles extremos de flexión y compresión, fuerzas que pueden lesionar, casi siempre, irreversiblemente la médula espinal, que es cercenada, aplastada, o golpeada por su propio continente: los huesos de la columna vertebral.
Sin embargo, hay atletas dedicados a deportes de contacto, quienes son especialmente vulnerables, que rara vez reciben un adecuado acondicionamiento de su cuello en el entrenamiento. Desarrollar y mantener la fuerza y la flexibilidad en el cuello es la base de la prevención, muy necesaria para resistir una lesión de médula cervical. Ejercicios de pesas con los diferentes grupos musculares del cuello son útiles para inducir fortaleza estructural, y protección muscular.
Pero hacer un cuello más fuerte no significa sólo hipertrofiarlo, sino que también hacerlo más flexible. Y los ejercicios de elongación y de aumento del rango de movimiento son pilares de prevención.