Es divertida y apasionada. Y pertenece, definitivamente, a una minoría que se ha abierto espacio a punta de topones, tacazos y carreras, todo arriba de un caballo.
La joven Sofía Hamilton, capitana de la selección femenina de polo chilena, es una revelación. Junto a otras cinco mujeres, son las únicas del género que practican este arriesgado y, a veces, violento deporte, emblema del machismo.
Aunque los esfuerzos y sacrificios no han sido poco, el grupo ya ha logrado reconocimiento y, dentro de la veintena de países donde hay equipos femeninos, Chile se podría ser ubicado en el quinto lugar, pues si bien han habido campeonatos internacionales, nunca se ha hecho un mundial.
Verla gozar junto a los caballos explica la razón del porqué estuvo, hace algunos años, dispuesta a derribar barreras y aplazar otros proyectos profesionales o personales.
Esta semana, el equipo de polo femenino, compuesto por cuatro titulares y dos suplentes, se encuentra en New Port, Estados Unidos, invitada por la selección de ese país. Se subieron al avión sólo con los tacos e indumentaria, porque ante la falta de recursos, la posibilidad de viajar con los equinos y sus monturas es, simplemente, una utopía.
-¿Cómo llegaron las mujeres a jugar polo en Chile? ¿Desde cuándo?
“En nuestro caso, que somos las únicas, estamos jugando hace 4 años juntas y formamos la selección femenina chilena según la Federación de Polo, en la cual estamos federadas desde este año. Somos el equipo chileno, todos dirán
¿el equipo?, bueno, es lo que hay”.
-¿Por qué no hay mujeres?
“Por varias razones. De partida, el polo es un deporte de hombres, machista. También es caro y no da la posibilidad de que cualquier persona lo juegue, pero más que la parte económica, el trasfondo es la motivación y ganas que se requiere.
“Muchas practican deportes ecuestres, pero para el polo se requiere dedicación, mucho acondicionamiento físico y una disposición psicológica para enfrentar el riesgo. Para jugar al polo te tienen que gustar mucho los caballos (se ríe, porque en ese momento uno cercano relincha), y si optas por él, hay que dedicarse, montando, entrenándose”.
-¿Cómo lo hacen, si ni siquiera logran armar dos equipos?
“En Chile, todas jugamos con hombres. Yo lo hago en Curicó, las otras en San Fernando, Pucón y Los Ángeles. Nos juntamos 4 veces al año para jugar juntas, pero enfrentándonos a hombres. En ese tiempo fue cuando empezamos a invitar también a equipos femeninos de afuera como las selecciones inglesa, colombiana, argentina y estadounidense”.
Sofía juega polo desde los 16 años, cuando en una oportunidad le ofrecieron reemplazar una vacante en un partido masculino. Miembro de una familia donde su padre y su hermano, así como tíos y primos, han practicado esta especialidad, no fue difícil que se apasionara con el polo.
-¿Qué barreras han tenido que vencer?
“En lo personal, económicas (se ríe), es un problema de todo el equipo, pero en mi caso, aunque tengo el apoyo de mi papá, me lo financio sola. Gracias a mi padre, que está a cargo del Club de Polo de Curicó, yo y mi hermano podemos jugar allá y tener los caballos. Tuvimos que pedir apoyo a las empresas también”.
-¿Sin auspiciadores, cómo lo haces?
“Antes no teníamos auspiciadores, entonces teníamos que conseguir los caballos. Partimos con equipo prestado, después nos regalaban tacos, las primeras botas y, bueno… haciendo ‘negocitos’ por aquí y por allá para poder solventarte. Desde los 17 años he trabajado vendiendo cosas para gastarlo en lo que me gusta, el polo”.
-¿Encontrar mujeres que quieran jugar no ha sido también una barrera?
“Bueno, sí, pero más que una barrera lo veo como un desafío a futuro. Hoy somos las únicas jugadoras, no hay más, pero con lo que hay tenemos que tratar de organizarnos.
-¿Y el machismo?
“La mentalidad machista está, aunque en los últimos años -por suerte y gracias a todos los torneos que hemos tenido y donde hemos hecho un buen papel- ha cambiado un poco el concepto. Antes nos decían
a ver, cómo van jugar”.
-El polo es rudo, caballos corriendo que se topan con fuerza, el uso de un taco para golpear a la pelota en movimiento tampoco es algo menor.
“Sí, es un deporte muy brusco. Lo que correspondería y es la idea, es jugar entre mujeres como ocurre en Inglaterra, EE.UU. y Argentina donde da para que jueguen mujeres contra mujeres. Lamentablemente, en Chile, es polo mixto y tenemos que… asumir”.
-¿Y en esas circunstancias, los hombres las toman en serio o creen que ustedes están sólo pasando el rato?
“Creo que recién ahora nos están tomando más en serio, porque nos preocupamos, entrenamos”.
-Pero no son un par.
“A ver, dentro de la cancha te miran de igual a igual. De hecho, cuando practicamos, previo a un campeonato, jugamos contra un equipo de hombres. Hemos progresado y nos han aceptado, ya están contentos y nos apoyan. Acá, en el Club de Polo, nos prestan caballos para que podamos venir a taquear. Dentro de la cancha yo soy una más”.
-¿Todavía enfrentan mucha crítica social?
“Sí y por dos cosas. Una, porque eres mujer en un deporte de hombres, pero también por el hecho mismo de jugar polo que no es un deporte masivo y se ve de elite. Por suerte eso ha cambiado, porque antes de encasillaban al tiro como una persona con plata; yo llego a jugar polo en micro y no es broma”. (Lo confirmamos, porque tras la entrevista en el club, la acercamos a un paradero de locomoción).
-¿Qué se necesita para ser polera?
“Está relacionado con cómo se te dieron las condiciones para serlo, con cuánto desarrollaste el talento y las ganas de jugar. También es fundamental haber hecho antes equitación, por ahí se debería partir”.
-¿La mujer tiene alguna ventaja en el juego frente a los hombres?
“A veces llegamos más fácil a la pelota porque los hombres, por ser mujeres, nos dan cierta ventaja y no nos pechan (toparse con los caballos) como entre ellos, lo hacen con más cuidado.
“Ahora, de cualidades femeninas, lo bueno que tenemos es el trato con los caballos, la suavidad con que los manejamos y éste lo capta muy bien. En el juego mismo, si un jugador es más bruto o nervioso, el caballo lo nota; las mujeres tenemos más paciencia, tranquilidad y eso ayuda”.
-¿El apoyo familiar es fundamental?
“Sí, por mi parte, sí. Mi padre me dio la oportunidad; cuando me fui a Curicó, después de clases, todas las tardes, taqueaba. Si no estás en el circuito del polo es difícil entrar, porque este es un deporte muy familiar, tengo dos tíos, Gabriel y José Donoso, que son profesionales”.
Sólo en un país el polo femenino se practica en forma profesional: Inglaterra donde hay cerca de 800 jugadoras. En EE.UU., España, Colombia, México, Argentina, Perú, República Dominicana, Jamaica, Alemania y Francia son amateur.
-¿Serán profesionales?
“Difícil (se ríe)”.
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