Pucón, "como ninguna otra ciudad en Sudamérica, posee un entorno cargado con energías puramente naturales, un karma (fuerza espiritual) peculiar proveniente del lago, de la lava ardiente que yace bajo nuestros pies y del verdor intenso de la flora silvestre".
Así lo dejó escrito en sus apuntes uno de los monjes tibetanos que durante el reciente verano visitó la localidad para impartir cursos de meditación profunda.
Es que con su desafiante volcán Villarrica, la copiosa lluvia de cada invierno y la eterna taquilla veraniega, esta localidad de la IX Región se está transformando - amenazando con desplazar incluso al mítico Valle del Elqui- en la nueva capital de quienes practican el naturismo y optan por lo esotérico para encontrar el relajo y la salud corporal.
Los hoteles, por ejemplo, ya consideran un "must" para sus pasajeros la instalación de recintos destinados a la meditación y las clases de Yoga o Pilates. El Gran Hotel Pucón, al igual que el lujoso Villarrica Park Lake y el Hotel del Lago, brindan amplias oportunidades de relajación, terapias naturales, masajes y clases de disciplinas de origen oriental. El acceso, en todo caso, es restringido a quienes se hospedan en esos recintos, a excepción del Park Lake, que funciona también como un minicentro de operaciones de los profesores más top de la zona.
A oscuras, en un horno humano
Es el caso de Gabriela Vallejos, terapeuta argentina que fundó Tierra Nueva, el primer "centro holístico de relajación", en el kilómetro 18 entre Pucón y el Huife. Junto a Arish, su marido israelí, Gabriela compró hace dos años una pequeña parcela al costado del río Coilaco e instaló un rústico hotel con restorán naturista y todo tipo de instalaciones para prácticas alternativas.
En sus dependencias cuentan, por ejemplo, con un temazcal: un recinto de barro similar a un horno en el que, durante una hora, las personas permanecen a oscuras a una temperatura que se puede acercar a los 100 grados Celsius. Acompañados de música instrumental y "respiros de agua", quienes ingresan al temazcal buscan liberarse de las toxinas acumuladas en su cuerpo.
En Tierra Nueva poseen además una pirámide de meditación, una "habitación sagrada" para la práctica de los ritos de Osho (maestro de la filosofía zen) y explanadas para clases abiertas de Yoga y Reiki.
Arish cuenta que su "don" le facilita la entrega de energías positivas mediante masajes que liberan el flujo del líquido espinal. Gabriela, por su parte, ofrece terapias que apuntan a reactivar la totalidad de los tejidos blandos del cuerpo. Los precios de sus servicios fluctúan entre los 15 mil (masajes) y los 40 mil pesos (hospedaje y acceso a todas las dependencias).
En todo caso, la voz más autorizada para hablar de terapias alternativas en la zona la tiene el alemán Detlev Oppermann, quien lleva más de 20 años radicado junto al lago en su Centro Obstétrico y Naturista Pucón.
Como enfermero ortopédico explica que la medicina tradicional "no llega a la gente porque no la respeta, sino que la invade". Cuenta que sufre de una artritis reumática que durante años mantuvo controlada mediante todo tipo de medicamentos. "Hoy, en cambio, practico Tai Chi y abandoné los remedios. Me siento mucho mejor porque entiendo que la sanación proviene de mi propia energía vital", explica.
"Terapias son caras porque isapres las excluyen"
En su oficina, Oppermann ofrece tratamientos de reflexología, acupuntura, barroterapia, y de curación de órganos corporales a través de masajes en los conductos auditivos. Todas técnicas que, según se atreve a denunciar, "han sido mal copiadas por gente que se aprovecha de la ignorancia de la gente. Acá en Pucón hay muchos chantas que ofrecen todo tipo de ayuda espiritual y corporal, pero que en realidad no saben nada porque la legislación vigente no exige una fiscalización de la medicina integrativa".
Sentado en el despacho de su céntrica consulta, Detlev Oppermann reconoce que sus terapias "son más caras que los métodos llamados científicos, pues lamentablemente Fonasa y las isapres no consideran a la medicina alternativa como un medio válido de curación".
Pero si se trata de lugares especialmente diseñados para la práctica de disciplinas orientales, el Centro Bhoga lleva la delantera en cuanto a instalaciones y servicios. La profesora y masajista Soledad Salman administra el lugar, que cuenta con dependencias de lujo. Con orgullo cuenta que "lo que quise lograr fue un centro comunitario donde toda la gente pudiese sentirse acogida y en comodidad para la búsqueda de sí mismo".
Bhoga abrió sus puertas a principios de año y ya cuenta con la mejor reputación en Pucón y los alrededores. Soledad cuenta que, incluso, posee clientes que "vienen especialmente de Santiago a tratarse acá, porque valoran el levantamiento de un lugar destinado exclusivamente a disciplinas orientales".
Al igual que Oppermann, Salman es de la idea de que "lo esotérico se ha transformado en un negocio muy tentador para gente que no tiene conocimiento en la materia, personas inescrupulosas que se aprovechan del boom esotérico".
Por eso recomienda "fijarse bien en los estudios que posee la persona que imparte cada técnica. Uno puede toparse con grandes sorpresas, por ejemplo, en las ofertas que hacen los hoteles que sólo por una cuestión de moda- se han subido al carro de lo natural".
El templo budista
Invitado por algunos miembros de la comunidad budista de nuestro país, hace algún tiempo estuvo en Pucón Chamspa Lama, un monje tibetano que, por un "llamado de la naturaleza", viaja por el mundo impartiendo sus conocimientos. Cuentan que se sorprendió por las similitudes geográficas de Pucón con los montes Himalaya, en donde nació su cultura.
Por esta razón y teniendo en cuenta el "karma especial" que posee la zona decidió autorizar el levantamiento de una stupa, o monumento a Buda, en una zona bautizada como Chamspaling ("lugar de amor", en sánscrito). El templo está ubicado entre los cerros que rodean Pucón, y su acceso para mantener la "distancia necesaria del ruido mundano" sólo está habilitado para vehículos con tracción.
Florencia Galán, la guardiana del lugar, cuenta que la construcción "es considerada como un lugar privilegiado para aprender las enseñanzas de Buda, para ir despertando a una nueva forma de vivir y comprenderse a uno mismo".
En el lugar se realizan retiros, ceremoniales con canciones Mantra, clases de filosofía budista y ritos de sanación a través de la imposición de manos. Con pequeñas banderolas multicolores, los budistas entregan sus oraciones al viento "para que la fuerza de la naturaleza las lleve donde más se necesite".