A los 34 años, Victoria Hurtado, está gozando de la tranquilidad de estar instalada. Aunque se incorporó a la Adolfo Ibáñez el 2001, dos años después partió nuevamente, esta vez a Nueva York, donde permaneció por otro año y medio más.
Regresó definitivamente en marzo del año pasado. Hoy, separada y con su pequeño hijo Pablo, reparte su tiempo entre paseos en coche, comidas familiares, clases en la universidad, lectura, su empresa de tecnología y otra serie de actividades que la tienen intensamente motivada.
Tiene claro que ser madre en Chile y profesional, a la vez, es más llevadero que en Estados Unidos. “Mis amigas que tienen hijos allá están en una posición mucho más difícil, en donde tienen que transar mucho más. Acá es más fácil, uno tiene la ayuda de la familia y apoyo doméstico”, reconoce.
-¿Echas algo de menos de EE.UU.?
“Muchas cosas, muuuuchaaaas… echo de menos a mis amigos, las conversaciones que eran siempre a otro nivel de conocimiento, de intensidad. Echo de menos la literatura, las revistas, “The New Yorker”, el debate, que es muy rico, en la prensa; artículos para devorarse, entretenidos, con temas fascinantes. Siento que hay tantos temas que en Chile no estamos mirando”.
-Pero lo familiar era más fuerte.
“Sin duda, la tierra llama, yo soy maulina”.
-Hace un año fuiste mamá, ¿era algo muy deseado?
“Tener un hijo ha sido lo mejor que me ha pasado en la vida. Lo más importante que está pasando conmigo tiene que ver con mi hijo.
“Para mí era importante, pero conozco a muchas mujeres que no quieren tener hijos u otras que no están ni ahí con los que tienen. En EE.UU. esto se habla, los temas son mucho menos tabú. Acá somos como más Susanita (personaje de la Mafalda) y ¡yo soy Susanita, efectivamente! Tengo seis hermanos, una familia maravillosa, abuelos de 90 años, veraneos con primos… soy de familión y eso era súper importante”.
-¿En qué cambiaron tus tiempos?
“En mucho, de partida me cuesta mucho estar en una actividad después de las 7 de la tarde. Lo saco en coche todas las tardes, si puedo, y todos los fines de semana”. (tararea ‘Alicia va en el coche’ entre risas).
Victoria asegura que, a estas alturas, no tener a su hijo sería un costo. “Creo que hay un punto de inflexión en las mujeres; a lo mejor una que tuvo hijos a los 22 años y se llenó de ellos, lo pudo percibir como un costo, pero una que se desarrolló profesionalmente y no tiene un hijo, ¡pucha, que lo echa de menos!”
“Ahora, este es un tema súper personal porque hay personas que son felices con más niños, otras teniéndolos antes, algunas que no quieren tenerlos. Éste es un tema que cada uno evalúa según sus propias necesidades e historia. Para mí, tener un hijo era parte importante de mi vida y estoy feliz de tenerlo”, afirma.
-Con tantos desafíos profesionales, ¿te sientes en algún momento superada?
“Noooo, para nada. Me entretiene lo que hago, soy de las afortunadas que está en lo que le fascina, me pagan por leer y estudiar. Y ahora estoy terminando de escribir unos cuentos infantiles que me van a publicar el próximo año en Ediciones B” (se le iluminan los ojos).
-¿Cómo?
“Se trata de cuentos sobre los temas que yo enseño, la idea es educar sobre políticas públicas de manera lúdica en los niños. Son en rimas, inspiradas en Dr. Seuss. Uno se llama ‘El zancudo vegetariano’… he desarrollado una veta que tiene que ver con dejarle algo a mi hijo, quería que él tuviera cuentos escritos por su mamá. Uno puede mezclar las actividades, la maternidad con lo profesional, con la escritura”.
El libro, que va a ser ilustrado por su amigo arquitecto Pablo Allard, es el resultado de años de ensayo y toda suerte de talleres literarios. A esto se suma el tiempo que le dedica a una empresa de tecnología que está comenzando (
www.rsschile.com) y tiene con dos socios -uno de ellos, un hermano- y que apuesta a ser un excelente buscador de noticias sobre Chile en la prensa mundial y blogs.
“Soy multifácetica”, sintetiza.
-¿Qué tanto?
“Desde los 7 años toco guitarra; en Nueva York canté en el “Knitting Factory” (un café), lo he hecho toda la vida porque me encanta; canto boleros. También me fascinan los caballos, hacer paseos en la cordillera y correr la vaca (asume entonación huasa); está prohibido el rodeo para las mujeres, pero estamos presionando para que nos dejen hacer aunque sea una pichanga (ensayo). Mi abuelo fundó la Federación de Rodeo, entonces lo he visto toda mi vida y en algún momento me subí y empecé; los caballos han sido una cosa familiar, nací arriba de uno”.
-Ése si que es un antro de machistas.
“Totalmente” (larga la carcajada).