La apatía sexual entre las parejas que bordean los 30 años es un fenómeno cada vez más frecuente. Se quieren y comparten múltiples intereses, pero tienen escasa vida sexual. A juicio de los especialistas, este cambio tiene sus raíces en la errónea búsqueda de la paridad entre hombres y mujeres en el ámbito de la intimidad, en la disociación entre sexualidad y encuentro humano y en que cuando las mujeres toman la iniciativa los hombres se retraen.
13 de Octubre de 2006 | 12:08 |
"No puedes perder la sexualidad en pareja sin empezarla". Fuerte y certera es la afirmación de Fabiola (33) a un año de su separación, la que dice se debió a un abandono físico casi total de parte de su marido. Cuenta que tuvieron un pololeo intenso y fogoso, y que creía que los primeros años de casados serían iguales, sobre todo sin hijos. Pero no fue así. "No sé qué pasó, llegué a preguntarme si era homosexual o tenía otra mujer, pero simplemente dejó de haber sexo entre nosotros. Varias veces terminé llorando y preguntándome por qué me pasaba. Cuando le preguntaba, me decía sí te quiero, pero estoy cansado, y así pasaron dos años de matrimonio".
Fabiola explica que la primera sensación fue qué estoy haciendo mal, estoy gorda, por qué no le gusto. Luego vinieron los cuestionamientos y la histeria. "Yo quería salvar la relación e intenté de todo, desde hablar con él hasta ir a terapias de pareja y sicólogos. Pero llega un momento, después de una tremenda sensación de abandono, en que el tema deja de importarte y renuncias. Cuando se pierde el interés sexual no tiene sentido estar donde estás, yo no quería ser una planta". Reconoce también que en los pocos encuentros que hubo en esos años no fue una sexualidad compartida, no fue nada. "Fue muy doloroso aceptar lo que estaba pasando, dormir con él y a pesar de amarlo mucho darme cuenta de que no había conexión. Que como toda persona aspiraba a una relación integral que incluyera vida sexual, pero no era lo que tenía".
¿Qué pasa entre las parejas jóvenes que en el último tiempo han visto disminuir, y en ocasiones casi desaparecer, su vida sexual? ¿Qué sucede?, que justo cuando se espera una vida sexual más activa ésta es reemplazada por la falta de deseo y, lo que es peor, por cierta indiferencia ante la escasez de relaciones. No está claro dónde partió este fenómeno descrito en publicaciones internacionales como penuria sexual, pero fue un estudio realizado en Francia el que le puso números a una tendencia que pareciera estar tomando forma en el mundo entero: el de la apatía sexual entre los treintañeros.
Según el sondeo publicado en el diario galo Le Figaro, el 25 por ciento de las mujeres y el 15 por ciento de los hombres franceses de entre 25 y 35 años declaraban vivir en la penuria sexual. Además, el 26 por ciento de los encuestados decían que no hacer el amor durante meses les resultaba indiferente. Aunque en Chile no hay estudios que reflejen en números qué tanto ha disminuido el sexo entre las parejas jóvenes, la experiencia en consulta de algunos expertos deja entrever cambios importantes en la sexualidad de estas parejas y en las necesidades de las mujeres.
Juan Yánez, doctor en sicología y director de la Clínica de Atención Sicológica de la Universidad de Chile, explica que existen cambios en la sexualidad asociados a ciertas crisis vitales de la pareja. "El paso de una sexualidad adolescente a una madura puede acarrear cambios importantes. En el pololeo la pareja vive una sexualidad más incierta, menos frecuente y con menos condiciones necesarias para tener todos los encuentros que quisieran. Si ese estado se prolonga, puede suceder que cuando la pareja entre en la fase de madurez sexual descubra que han desaparecido los elementos que le ponían sabor a la relación. Que tienen la disponibilidad de la sexualidad durmiendo a su lado, sistemáticamente, y ese cambio frecuentemente implica una disminución en la frecuencia sexual".
A su juicio, la vida sexual de las parejas jóvenes también se ha visto perjudicada por la búsqueda constante de la paridad entre hombres y mujeres. "Está bien la paridad en el plano de lo social o laboral, pero no debiera existir paridad en lo sexual, pues los roles comienzan a desdibujarse. La sexualidad requiere desigualdad, dos cosas distintas que buscan acoplamiento; tiene que haber tensión, conductas y roles diferentes. En la consulta me ha tocado encontrarme con dos sujetos que en términos síquicos aparecen como muy semejantes. De ahí la queja cada vez más frecuente entre las mujeres de que ya no hay hombres que se comporten como tales. Alegan que los hombres de hoy son muy minas para sus cosas. Que andan enrollados, que no hablan claro y nunca se deciden. Es necesario partir de la base de que en el plano de la sexualidad, hombres y mujeres somos distintos y así debe ser".
Mujeres decididas
Para Emilia (25), la falta de sexo con su ex novio todavía es un misterio. Estuvieron juntos casi un año, y aunque tiene buenos recuerdos de los primeros encuentros, dice que no sabe por qué de pronto dejaron de tener relaciones. "Seguíamos juntos, íbamos al cine, a comer, compartíamos muchos intereses, pero no teníamos sexo. Al principio los disculpaba porque creí que estaba cansado, pero después empecé a preocuparme y a pasarme mil rollos. Que quizá yo ya no le gustaba, que estaba fea, que a lo mejor tenía otra y me insegurizó mucho la situación". En un cambio de estrategia, Emilia decidió tomar la iniciativa, pero con poco éxito. "Si estaba viendo una película o leyendo, yo me acercaba, lo abrazaba, le daba besos, pero nada... me decía eh no, estoy cansado. Otras veces cocinaba algo rico y compraba vino en una especie de juego previo, pero tampoco funcionaba".
Emilia dice que no entendía qué pasaba, y que sentía rabia y pena. "Me daban ganas de estar con él porque lo quería, pero también me hacía sentir muy insegura el que no pasara nada. De repente pasaba algo, bien a lo lejos, pero ya no era lo mismo, porque era yo quien tomaba la iniciativa y sentía que lo estaba obligando". Después de varios meses decidió hablar el tema y su novio reconoció que tenía muy poco deseo. Fue el fin de la relación.
El cambio de actitud en las mujeres como en el caso de Emilia, sostiene Juan Yáñez, también ha ido en desmedro de la frecuencia sexual. Según dice, las mujeres han crecido tanto que necesitan un hombre y lo quieren de inmediato. Ellos, en cambio, en lugar de crecer se han enredado. "Nos complica mucho el deber, como proveedor y en la sexualidad. Un hombre así se enreda frente a una mujer más demandante. Él, que era quien antes exigía tanto, ahora es perseguido por la mujer. Cuando ella se conecta con el deseo, es más fuerte que el hombre. Y eso, los hombres tendremos que asumirlo mejor y comportarnos como el sexo débil que somos. Por eso no es raro que cada vez lleguen más hombres a la consulta que están preocupados porque han perdido el deseo".
Ximena Santa Cruz, sicóloga de la Universidad de Chile con formación en terapia de pareja y terapeuta corporal, sostiene que el problema de los hombres jóvenes es que no saben cómo sobrellevar a las mujeres, que hoy son más agresivas en el plano de la sexualidad. "Tienden a retraerse porque no tienen repertorio conductual para enfrentarlas. ¿Qué pasa con las parejas jóvenes? El hombre simplemente se da vuelta, se queda dormido y listo. Y ellas, a su vez, son súper poco insistentes y se enojan. Dicen ok, yo te busqué y tú no quisiste. Cuando me busques te voy decir que no. Hay un juego de competencia en el que se administra el desencuentro sexual como una forma de decirle al otro: tú me hiciste esto, yo te hago lo mismo. Es una escalada de poder constante".
A su juicio, un aspecto muy decidor en el caso de las parejas que bordean los 30 años es que entran en una etapa de negociación propia del proceso normal de adaptación, en la que cada uno aporta patrones de su familia de origen y negocia. "Es cuando surgen pequeños problemas de poder y empiezan los distanciamientos que dan lugar a momentos de manipulación en el plano de lo sexual". Ximena Santa Cruz explica que a ello se suma el que se trata de una edad en la que hombres y mujeres están más dedicados al hacer que al ser, aun cuando es en el espacio del ser dónde uno se encuentra en la sexualidad, en el escenario de la conexión con uno mismo. "Las parejas están tratando de sacar el máximo provecho a sus carreras y juntar plata para concretar proyectos como la casa, el auto o viajar, y muy poco dedicados a conectarse con su propio cuerpo".
Juan Yáñez agrega que el deseo y la comunicación erótica surgen del entendimiento pleno en la pareja, y eso implica invitación. El pero es que uno de los mayores problemas de los chilenos es cómo hacer una invitación sexual a la pareja. "Casi no hay claves, todo se sobreentiende demasiado. Nos olvidamos de que para que funcione tiene que haber una tensión, una falta de certeza de si acaso será posible. Y ahí aparece la necesidad de seducción, que significa llevar a alguien en el cauce que tiene que ver con mi propio deseo".
En respuesta a por qué los hombres esquivan el sexo, Ximena Santa Cruz explica que muchos fueron criados por mamás contestatarias, que los educaron para que no reprodujeran los antiguos patrones masculinos. "Les enseñaron a vivir el mundo de las emociones, pero no los prepararon para externalizarlas. Por eso hay tanto hombre que mientras no esté en una relación armónica con su pareja no está dispuesto a tener una relación sexual".