Los beneficios de los ácidos grasos omega 3 -que se encuentran en pescados como el atún y salmón y en algas- para el sistema cardiovascular son ampliamente reconocidos y validados. Tanto así que la Asociación Americana del Corazón recomienda consumos específicos de estos compuestos para quienes padecen enfermedades cardíacas.
Sus bondades para tratar otras afecciones aún están en investigación y no dejan de causar polémica. Basta recordar la reacción provocada por una carta al director de "El Mercurio" en la que el doctor Fernando Orrego atribuía a una dieta rica en pescado los logros académicos de los niños de la Isla Huar (X Región).
Uno de los efectos del omega 3 que está en pleno estudio y también debate es su influencia en la disminución de los síntomas de enfermedades psiquiátricas como la depresión.
"Esta relación comenzó a estudiarse a partir de investigaciones poblacionales que mostraban que en regiones donde hay bajo consumo de pescado hay más prevalencia de depresión", explica el doctor Alexis Tapia, quien está a punto de terminar su tesis de doctorado en Nutrición, con un estudio acerca de depresión y omega 3 en pacientes de un consultorio de Puente Alto.
Un tema relevante si se considera el estudio entregado por la Superintendencia de Salud, en el que el 42% de los entrevistados (beneficiarios de Fonasa e isapres) dijeron tener depresión de leve a severa.
El doctor Tapia explica que el nexo entre omega 3 y depresión nace de la comprobación clara de que dos de sus componentes más importantes (los ácidos DHA y EPA) se encuentran con más frecuencia en el cerebro, y específicamente en las neuronas.
La hipótesis es que cuando baja la presencia de esos ácidos grasos en las neuronas, aumenta la rigidez de las membranas de estas células, lo que disminuye la liberación de neurotransmisores, como la serotonina y la noradrenalina. Y eso redundaría en la aparición de síntomas depresivos.
Bajo esta premisa, el doctor Tapia investiga si en pacientes con depresión moderada existe una baja presencia de omega 3, y si se logra un beneficio terapéutico al suplementarlos con este compuesto.
"Los resultados de estudios como éste se deben interpretar con cuidado, porque son mediciones válidas para el tipo de pacientes en los que se investiga y no se puede extrapolar a la población en general", advierte.
No generalizar
Por eso, cree el doctor Tapia, es que aún no es posible hacer recomendaciones de consumo de suplementos de omega 3 para tratar enfermedades como la depresión u otras patologías psiquiátricas en las que se han investigado sus efectos: "Aún falta más investigación y evidencia para llegar a eso".
Lo mismo debe ocurrir para asegurar un efecto benéfico de este compuesto en la capacidad intelectual: "Se ha visto en estudios que hacen seguimientos de niños, durante seis años, una leve preponderancia intelectual en aquellos que recibieron ácidos grasos en forma de suplemento respecto de los que no".
Sin embargo, agrega, no se sabe qué pasa con esos niños unos años después, cuando se podría producir una equiparación de la capacidad intelectual entre ambos grupos. Y menos se sospecha qué sucede en la adultez.
Embarazo y ácidos grasos
"Se ha comprobado que la ingesta elevada de ácidos grasos durante la gestación mejora el desarrollo del sistema nervioso central y de la visión del feto", dice Carmen Gloria Parodi, bioquímica y magíster en Nutrición. Ella es parte del equipo de investigación del doctor Jaime Rozowski, de la Universidad Católica, que estudia los beneficios de suplementar con omega 3 a madres con diabetes gestacional (y una carencia de ácidos grasos), para aumentar la transferencia de este compuesto de madre a feto.
Dato: 100 gramos de salmón aportan 1,8 gramo de omega 3. La misma cantidad de merluza tiene sólo 0,2 gramo de ese compuesto.