Si no fuera por el casi, sería un matriarcado. Casada hace una treintena de años con Renán Fuentealba, por años, las mujeres fueron mayoría en la casa. De sus cuatro hijos, uno sólo es hombre y el único nieto es… mujer, que, por lo demás, vivió muchos años en su casa.
Verónica Baraona se ríe cuando cuenta que con su marido recurrieron a todo tipo de secreto de naturaleza y ella, hizo todo tipo de dietas, con tal de conseguir que el tercero de sus hijos fuera hombre. Les resultó, pero cuando nuevamente lo intentaron, salió la tercera mujer y ahí pararon.
Hoy, sus retoños ya no lo son tanto. La mayor y madre de su nieta es periodista; la segunda, abogada, está casada y vive en Puerto Varas; el tercero está a punto de recibirse de veterinario, y el concho, de sólo 13 años, está aún en el colegio.
Verónica proviene de una familia grande, de hecho, es la mayor de 10 hermanos, razón por la cual, el concepto de familia lo tiene pegado en la piel. Por eso, nunca se cuestionó cuando a su marido se le abrió la posibilidad de salir al extranjero a cumplir labores en Naciones Unidas.
La aventura, que coincidió con el régimen militar, los ayudó a pasar sin sobresaltos ese período debido a que Renán, hoy diputado DC, era activo militante. Con 57 años, la subsecretaria pasa revista a esos 14 años fuera de Chile. “Estuvimos fuera entre 1975 y 1988. Tres años fueron en Costa Rica, cinco en Uruguay, cuatro en Paraguay y dos años y medio en Nueva York. Nos tocó la suerte de estar con gente maravillosa que nos acogió estupendo; en todas partes encontramos un grupo de chilenos”.
-¿Alguna vez se plantearon vivir afuera, más cuando dos de tus hijos nacieron ahí?
“Nunca. Siempre estábamos esperando la oportunidad de volver. De hecho, en dos ocasiones Renán me hizo vender los muebles, dejar todo listo y después yo lo aterrizaba y le decía qué vamos a volver a hacer, tenemos que empezar de cero; me daba terror”.
-¿Por qué regresaron el ’88?
“Después del plebiscito no lo dudamos. Vinimos a votar y como se ganó, Renán me dijo deja los niños en Chile, matricúlalos en el colegio”.
-¿Y qué pasó con tu carrera?
“Yo nunca me planteé que no iba a trabajar en mi vida, así que fueron años extremadamente difícil. Cuando me fui, los primeros meses lo fueron; posteriormente en Costa Rica se me dio la posibilidad de trabajar y lo hice en un proyecto del BID, pero, después, en los otros países, me fue absolutamente imposible, no sólo por razones de legislación de esas naciones, sino porque tenía los niños muy chicos”.
-¿Gracias a eso, a que cumpliste como mamá, sientes que hoy no tienes culpas?
“Sí, creo que estuve cerca de ellos. Me dicen que fui demasiado exigente, los aproveché en ese período. Me he sentido muy realizada con mi trabajo, pero uno siempre tiene, un poquito, la sensación de que podría haberles dado más tiempo. Pero, por otro lado, me pregunto que hubiera pasado si me hubiese quedado en la casa, sin desarrollarme, qué ejemplo les habría dado”.
Sorprendentemente, Verónica Baraona milita en la Democracia Cristiana sólo desde su regreso a Chile, a fines de los ’80. Llama la atención lo anterior porque no sólo su marido, sino que también su suegro –el recordado ex intendente de la IV región Renán Fuentealba- y su padre eran falangistas y los valores social cristianos no le fueron ajenos en su formación.
-¿Ha sido difícil el hecho de que la política sobreexpusiera tu familia?
“No he vivido tan sobreexpuesta o no ha sido demasiado exagerada. Salvo un período, he mantenido mi vida privada”.
-¿Renán fue un padre menos presente por su actividad?
“No te olvides que en esos 14 años que estuvo fuera de Chile, Renán no estuvo en la política activa y no se vio ausente. Después hemos tratado de compartir los roles. A pesar de que no somos un matrimonio tan joven, hemos sido bastante modernos en ese sentido y hemos compartido responsabilidades con los niños”.
-¿Tus hijos no resintieron el último período?
“Bueno, sí lo han resentido. He tratado de inculcarles a ellos un interés por la política, y si bien les importa lo que está pasando en el país, no son políticos. Conocen nuestra ideología y amistades, hacen comentarios, pero no participan activamente en la política”.
-¿Crees que es una reacción? Ustedes han vivido malos momentos.
“Creo que es una decisión personal que a lo mejor se revierte. Ahora, es verdad que los momentos duros los han afectado, enormemente. Lo mío y la pérdida de Renán (cuando en 1997 no se reeligió como diputado) los han afectado.
“Han visto la cara ingrata de la política, pero también nos ven tan contentos participando que, por otro lado, nos dicen bueno, si son tan felices, los apoyamos y de hecho, en la última campaña de Renán, mis hijos lo acompañaron”.
-¿O sea, no les dijeron ‘no vuelvan a esas lides’?
“La verdad es que nos vieron tan entusiasmados que no tuvieron la instancia. Tuvieron que acatar no más”.
En su tiempo libre Verónica se dedica a cultivar las amistades. “La verdad es que soy extraordinariamente sociable”, reconoce con un dejo de culpa. Por lo mismo, trata de aprovechar cada minuto y visita a su madre, sus hermanos, sus amigas, sus hijos y “hago shopping”.
Ya más tranquila, disfruta leyendo –nada de grandes novelas, sino cosas cortas- y asistiendo a cuanto seminario se dicte. De ahí que no haga manualidades, ni cocine. “Soy negada”, explica y agrega que Renán es quien se lleva los créditos gastronómicos en la familia.
La etapa de abuela la ha disfrutado casi en paralelo con la de madre madura. Su hija menor, Florencia, tiene escasos cinco años de diferencia con su nieta Josefina, de 8, y además, vivió seis en su casa.
“He pasado por distintas etapas. Primero fue la impresión de ser abuela…”
-¿Fue muy grande?
“Muy grande… no estaba preparada para ser abuela (se ríe). La Josefina es exquisita y ya no está con nosotros, pero como está en el mismo colegio de la Florencia pasa todo el día en la casa. La consideramos como otra hija aunque ella tiene súper claros sus roles, sabe quienes son su papá y su mamá, que están muy presentes”.
-¿Tenerla en la casa al principio te dio la oportunidad de malcriarla?
(Duda) “Sí, al principío, pero ella es una nieta bastante indiferente; regalona, pero no te creas que es muy apegada”.
-¿Fuiste más mamá que abuela?
“La Florencia y la Josefina se adoran, pero se cobran celos todo el día. La María José ha sido una excelente madre, muy responsable y la verdad es que trató de molestarnos lo menos posible, pero a veces tratábamos de meternos más allá de lo que nos correspondía; es que tratamos de ayudarla en todo lo que podíamos. Fue una situación bastante especial, queríamos ser abuelos y papá y mamá a la vez”.
-¿Supongo que están esperando al nieto varón?
“La María Paz quedó recién esperando guagua, así que no sabemos”, dice con cierta ansiedad y esperanza.